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El Covid-19 deja sin ingreso a informales; normalmente viven al día y carecen de ahorros

Son 15 millones 281 mil mexicanos quienes son contabilizados por el Inegi en el sector informal, y que luchan por subsistir

Karla Ponce | 13-04-2020
Ilustración: Jesús Sánchez
Ilustración: Jesús Sánchez

CIUDAD DE MÉXICO.

El resguardo generado por la pandemia del coronavirus ha dejado sin ingresos a por lo menos 15 millones 281 mil mexicanos contabilizados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en el sector informal.

Se trata de personas que viven de la comercialización de alimentos frescos o listos para comer; aguas, refrescos y dulces; ropa y zapatos; además de quienes ofertan servicios como reparadores de calzado, boleros, taxistas y otros. Son personas que normalmente viven al día pues carecen de ahorros, pero que también constituyen una población vulnerable ya que no tienen acceso a la seguridad social.

 

LOS TAMALES YA NO SE ACABAN

 

Juana González ha tenido que cambiar su rutina. Salir de casa a las 5:30 de la mañana con un centenar de tamales, dos ollas de atoles de diferente sabor, así como 15 litros de agua para café ha dejado de ser negocio desde la última semana de marzo, cuando se suspendieron las actividades no esenciales a causa del nuevo coronavirus.

Poco a poco la clientela comenzó a bajar. Hasta que las calles quedaron desoladas. Ahora salgo de mi casa a las siete de la mañana con la mitad de la mercancía porque mis primeras ventas caen como a las nueve de la mañana”, dice decepcionada. 

 

Imagen intermedia

 

Juana, quien es el sostén de su familia, confiesa que actualmente no vende ni una tercera parte de lo que comercializaba cuando las oficinas y escuelas estaban operando. “Me quedé sin clientes. Alguno que otro viene de vez en cuando y me paga de más, también algunos vecinos me compran, pero la verdad es sólo sale lo necesario para regresar al otro día y darles de medio comer a mis dos niños”.

Para Juana no hay otra alternativa que salir a vender sus tamales todos los días con la esperanza de que lleguen clientes.

 

NO HAY PASAJE

 

Para el transporte privado no hay nada peor que la suspensión de actividades masivas y laborales, pues con ello se le acabó el pasaje.

Pablo González, quien es taxista desde hace más de 15 años, asegura que en las últimas semanas apenas ha logrado sacar lo suficiente para darle gasto a su esposa y echar gasolina. “Como las escuelas, oficinas de gobierno y  plazas comerciales están cerradas, además de que muchas empresas están laborando con el mínimo de personal, no hay pasaje”.

De acuerdo con este padre familia no importa si es de mañana o de noche, los clientes son escasos, de manera que el sitio de taxis al que pertenece, ubicado en la zona sur de la Ciudad de México, ha dividido a sus integrantes a fin de que todos puedan llevar dinero a sus casas.

La mitad trabajamos un día y la otra mitad el otro, eso no significa que no puedas salir a buscar pasaje en las calles, pero es muy poco probable que encuentres, comparado con el sitio, pues las personas piden servicios a domicilio además de que se ubica afuera de un Walmart, el cual todo el día está recibiendo clientes”.

 

NADIE SE DETIENE A COMPRAR

 

Jorge González está desesperado pues asegura que “ya casi nadie se detiene a comprar nada”. Su puesto repleto de dulces, chocolates, galletas, botanas saladas, cigarros, aguas, jugos y refrescos, luce desolado.

Hoy no he vendido ni un chicle”, dice mientras mira el reloj que marca el medio día, lo que significa que lleva cinco horas sin atender a nadie.

Antes de que el gobierno dijera que todos se tenían que quedar en casa a estas horas ya llevaba hasta 400 o 500 pesos en ventas, pero ahora no hago eso ni en todo el día”.

 

Imagen intermedia

 

Jorge dice que es poca la gente que pasa por su puesto ubicado afuera de una de las estaciones del metro de la Línea 12. “No hay ni a quién venderle o por lo menos ofrecerle”, sin embargo, no considera la opción de no abrir, “todos los días tengo que insistir porque si no muero de coronavirus, muero de hambre junto con mi esposa, a quien mandaron a la casa a descansar, pero sin sueldo”.

Jorge de esta manera se ha convertido en el único sustento de su hogar, el cual aunque no tiene niños, sí posee obligaciones como renta, gas, agua y despensa.

 

 

 

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cva

 

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