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Nacional

Crónica: Juchitán, el corazón destrozado de Oaxaca

El pasado jueves a las 23:00 horas con 49 minutos y 18 segundos Juchitán vivió la noche más oscura… fue azotada por un sismo de 8.2 grados

Notimex | 11-09-2017

JUCHITÁN

El himno de Juchitán “La llorona”... “Ayer, maravilla fui llorona…y ahora ni sombra soy”, hoy emite un canto desolado en el corazón de este pueblo que antes del pasado jueves 7 de septiembre, era el alma misma de Oaxaca.

Ay de mi llorona… llorona de ayer y hoy… Ay de mi llorona…llorona de ayer y hoy”, antes del sismo, esta estrofa se escuchaba todos los días en punto de las 7:00 horas a las afueras del mercado para anunciar que un nuevo día de trabajo, alegría y fiesta iniciaba para todos los habitantes de Juchitán.

Hoy, sin embargo, este himno istmeño es portavoz de la angustia, tristeza y desesperación que vive la gente de la tierra donde nació, tierra de mujeres guerreras y hombres trabajadores que fue azotada por un terremoto de 8.2 grados la noche del pasado jueves.

Antes de las 23:00 horas con 49 minutos y 18 segundos de la noche más oscura que ha vivido Juchitán, este municipio, en su día a día, concentraba la magia que hace tan grande y entrañable a Oaxaca: la comida, los textiles, las tradiciones y por supuesto, su gente.

Con el primer rayo de sol asomándose por las coloridas casas de los juchitecos, hoy destruidas o a punto de derrumbarse, iniciaba la jornada diaria de todo el pueblo.

Matriarcado por excelencia, en Juchitán las mujeres son las reinas, las que toman las decisiones importantes y quienes administran la economía familiar; por ello, no sería extraño que sean ellas las que hoy tomen el mando y organicen a su gente para administrar y distribuir la comida y el agua.

Sin embargo, antes de la desgracia, desde muy temprano, estas valientes mujeres salían de sus casa para ofrecer diversos productos en la sombra de lo que fuera el centro del comercio del Istmo de Tehuantepec, el mercado 5 de septiembre y sus alrededores.

Para llegar al mercado, los juchitecos atravesaban una de las calles de la plaza principal, donde el color y aroma de las flores los hacían iniciar el día de buen humor. En estos momentos, al igual que todas las calles de Juchitán, los colores ya no son cálidos, sino grises y sombríos y el aire huele a tristeza y desolación.

No obstante, en días pasados, al llegar al mercado, los juchitecos y personas de pueblos cercanos o bien de otros estados de México, eran hipnotizados por la imagen imponente de las tradicionales tlayudas, el embriagante olor del chocolate y el suculento sabor del atún seco.

Después de degustar la riqueza de la cocina oaxaqueña, muchos de los “marchantes” se iban a dar un vistazo a los puestos ubicados en la otra mitad del mercado, donde los coloridos huipiles y enaguas bordados con cadenillas y con las flores más bellas del istmo, brillaban al por mayor.

Como en todo Oaxaca, para las mujeres de Juchitán no hay tesoros más valiosos que su lengua madre, en su caso el zapoteco, y, por supuesto, su traje tradicional, el hermoso atuendo istmeño que enamoró a la pintora Frida Kahlo y que aún hoy, a pesar de la tragedia, las mujeres siguen portándolo con orgullo.

El traje istmeño de este municipio oaxaqueño, es elaborado en algunos casos, por los y las muxes, la comunidad indígena de hombres y mujeres homosexuales y transgénero, única en México debido a la aceptación que tienen en su familia y en su pueblo. Sin duda, un ejemplo de la hermandad de todos los oaxaqueños.

En Juchitán, la alegría y la fiesta la encabezaban los miembros de esta comunidad. Por ello, no era extraño que aquel 7 de septiembre, la muxe Naomy se reuniera con sus amigos para celebrar su cumpleaños número veintitantos.

Momentos antes del desastre, Naomy compartió a través de su cuenta de Facebook un video en vivo donde se le veía muy feliz disfrutando de una cerveza, bebida predilecta en Juchitán, en compañía de dos conocidos. Nunca se imaginó lo que estaba por ocurrir.

Hasta el sábado 9, Naomy se pudo comunicar para decir que se encontraba bien. Sin embargo, la alegría de los muxes al igual que la de toda la gente de Juchitán, se ha visto detenida de un momento a otro, prácticamente en un abrir y cerrar de ojos.

La catástrofe que dejó el terremoto en este municipio, corazón de Oaxaca, ha paralizado el día a día de los juchitecos. Después del 7 de septiembre tal vez Juchitán ya no vuelva a ser el mismo.

Sin embargo, esta tierra que combina toda la belleza del estado y donde las iguanas aún caminan libremente, tendrá en la fortaleza que los ha caracterizado, así como en el apoyo de todos los mexicanos, las armas para que algún día el “Ay de mi llorona… llorona de ayer y hoy”, vuelva a anunciar el inicio de un nuevo amanecer.

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