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Nacional

La obesidad, la diabetes y los refrescos

De acuerdo con estudios del Instituto Nacional de Salud Pública, las personas que consumen refrescos enfrentan riesgos hasta 80% mayores de derivar en obesidad y diabetes; los niños que consumen refrescos tienen 2.4 veces más probabilidades de padecer sobrepeso u obesidad que aquellos que no lo hacen; en México, seis de cada diez defunciones en personas menores de 45 años están asociadas al consumo de bebidas azucaradas

Mario Luis Fuentes/México Social | 25-08-2015

CIUDAD DE MÉXICO, 25 de agosto.- El Artículo 4º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos tiene un conjunto de párrafos que justifican plenamente adoptar medidas de protección a la salud, y particularmente en favor de los niños.

En efecto, el contenido del artículo dice: “Toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad. El Estado lo garantizará…Toda persona tiene derecho a la protección de la salud. La ley definirá las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud y establecerá la concurrencia de la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general…Toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible. El Estado garantizará este derecho…”.

Si lo anterior no fuese suficiente, el propio Artículo 4º de la Constitución garantiza que en todo momento se debe vigilar el estricto cumplimiento del interés superior de la niñez; el texto íntegro dice: “En todas las decisiones y actuaciones del Estado se velará y cumplirá con el principio del interés superior de la niñez, garantizando de manera plena sus derechos. Los niños y las niñas tienen derecho a la satisfacción de sus necesidades de alimentación, salud, educación y sano esparcimiento para su desarrollo integral. Este principio deberá guiar el diseño, ejecución, seguimiento y evaluación de las políticas públicas dirigidas a la niñez”.

Desde esta perspectiva, los problemas relativos a la obesidad, y en particular a la obesidad infantil, así como al comportamiento epidemiológico y la carga de mortalidad y morbilidad que representan padecimientos como la diabetes mellitus, las enfermedades hipertensivas y las enfermedades renales, obligan a plantear un conjunto de medidas, tanto de salud pública como de corte fiscal, a fin de evitar que más personas enfermen de padecimientos que son altamente prevenibles y en los cuales influyen de manera sobresaliente las bebidas edulcoradas.

Estudios

Juan Rivera, Anabel Velasco y Ángela Carriedo han presentado —desde el Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública— diversos resultados de estudios en los que se muestra el elevado impacto que tiene el consumo de refrescos en la salud de las personas; resulta pertinente citar los siguientes:

Las bebidas que contienen azúcares añadidos (sacarosa, jarabe de maíz alto en fructosa) se asocian con un mayor riesgo de aumentar de peso y, por lo tanto, desarrollar sobrepeso y obesidad, así como otras enfermedades cardiovasculares, como diabetes, síndrome metabólico e hipertensión.

El evitar consumir bebidas azucaradas o refrescos y sustituirlos por agua simple y bebidas no calóricas ha demostrado que previene la ganancia de peso en individuos con sobrepeso. El efecto es muy pequeño en individuos con peso normal.

En el estudio longitudinal de Framingham, aquellos sujetos que consumían más de un refresco por día presentaron 37% más riesgo de tener obesidad en comparación con los no consumidores.

Niños con consumo habitual de bebidas azucaradas entre comidas tuvieron 2.4 veces más probabilidad de tener sobrepeso al ser comparados con niños no consumidores. El consumo elevado de bebidas azucaradas en niños y adolescentes predice una importante ganancia de peso en la edad adulta.

Por cada 150 kilocalorías/persona/día (12 onzas bebidas azucaradas) introducido por persona al día en el sistema de alimentos de un país, la tasa de diabetes aumenta 1.1 %.

Los países con mayor disponibilidad de jarabe de maíz de alta fructosa, endulzante ampliamente usado en México en las bebidas azucaradas, tienen alrededor de 20% de mayor prevalencia de Diabetes Mellitus Tipo II (DM2), independientemente de la obesidad.

La evidencia sugiere que individuos con alto consumo de bebidas tienen hasta 83% mayor riesgo de desarrollar DM2, frente aquellos que no consumen.

En un estudio de mortalidad por consumo de bebidas azucaradas encontraron que en el mundo, 655 mil de las muertes fueron atribuibles al consumo de bebidas azucaradas, incluyendo 369 mil por diabetes, 258 mil por ECV y 28 mil por diferentes tipos de cáncer. En México, seis de cada diez muertes se atribuyen al consumo de bebidas azucaradas en adultos de menos de 45 años.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Gasto en los Hogares (INEGI, 2013), de los 31 millones de hogares que hay en el país, hay alrededor de 9.5 millones que no disponen de agua entubada al interior de la vivienda; mientras que 1.21 millones obtienen el agua directamente de ríos, arroyos o pozos.

La propia encuesta indica que el gasto promedio anual por hogar, en bebidas no alcohólicas y alimentos, suma 39 mil 287 pesos; una suma muy alta si se considera que 60% de las personas que laboran obtienen ingresos por debajo de los 2 mil 400 pesos mensuales.

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