Luis Donaldo Colosio exige no negociar el voto

CIUDAD DE MÉXICO, 19 de marzo.- El 19 de marzo de 1994, los medios publicaron información relativa al 51 aniversario de la nacionalización de la industria petrolera. Carlos Salinas de Gortari, entonces presidente de México, enfatizó que el petróleo es de los mexicanos y para su beneficio; con tal declaración mandó al candidato presidencial del PRI a un segundo plano.

Luis Donaldo Colosio seguía en tierras michoacanas. Allí, el priista, en referencia a los comicios del 21 de agosto, dijo que los mexicanos queremos que las elecciones no sean pretexto para el conflicto, ni las movilizaciones poselectorales la vía para constituir gobiernos.

También, en esa gira, el político sonorense le pidió al gobierno imparcialidad y no ceder al chantaje. Lo único que queremos es imparcialidad y firmeza en la aplicación de la ley, reitero que no queremos negociaciones al margen de los votos como tampoco queremos votos al margen de la ley, dijo Colosio.

En un encuentro con priistas michoacanos, el candidato presidencial dijo que no había ido hasta allá a negociar sino a demostrar que su partido tiene la capacidad para ganar la confianza y el apoyo de los ciudadanos.

“No somos de los que creen que los triunfos se alcanzan después de las elecciones.

“Como candidato ratifico mi compromiso por adecuar en todo momento mi conducta y mi campaña a los imperativos de la ley, a respetar las decisiones de los órganos electorales y, por encima de todo, a aceptar la expresión última de la voluntad ciudadana”, expuso el candidato del PRI.

En la misma gira michoacana, Colosio propuso a los otros ocho candidatos a la Presidencia de México firmar un documento, luego de realizarse el periodo extraordinario de sesiones, que avale y haga cumplir los cambios que se realicen a la ley electoral.

Miguel Aroche Parra, un legendario comunista, colaborador de Excélsior, escribió el 19 de marzo de hace 20 años un artículo que tituló “Neoliberalismo: cronología de actividad”.

En el texto, publicado en las páginas editoriales, Aroche Parra, haciendo sorna de la frase célebre de Salinas de Gortari “no se hagan bolas” del 27 de enero de 1994, escribe que en México nos hacemos bolas desde la llegada al poder de Miguel de la Madrid, comprometido en la aplicación de la política neoliberal dictada por el Fondo Monetario Internacional, instrumento del imperialismo estadunidense.

Pero, lo de hacernos bolas, alcanzó su máxima expresión en este régimen, un gobierno neoliberal encabezado por Carlos Salinas de Gortari, producto del fraude más escandaloso de entre los muchos que el gobierno ha montado —en realidad el régimen priista nunca hizo elecciones, sino fraudes—, sólo que en 1988 la campaña realizada por el Frente Democrático Nacional, teniendo como candidato a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, convirtió a dichas elecciones en las más vigiladas, escribió Aroche Parra.

Más adelante, el fundador del Partido Comunista escribió: Carlos Salinas, molesto por tantos borregos puestos en circulación por y entre los mismos gobiernistas y militantes del tricolor, enconados de modo irreconciliable por el destape de Colosio, culminación de un juego maquiavélico desde la cúspide de un poder del que se beneficiaron y procuraron legitimar todos los aspirantes más o menos encapuchados, hasta el encuentro en Los Pinos, al cual, Carlos Salinas mismo, sin la presencia de Manuel Camacho Solís, comisionado en Chiapas y disidente respecto del destape de Colosio, ha precisado a recomendar a sus paniaguados lo de “no se hagan bolas”, que él único candidato del PRI era y es Luis Donaldo Colosio, actitud que detuvo los rumores sobre el aún posible lanzamiento de la candidatura de Manuel Camacho Solís a la Presidencia de la República, no importa que cada cual de sus seguidores tenga una versión distinta sobre el cómo podría Camacho convertirse en candidato presidencial.

Hoy hace 20 años, en Reforma, Jaime Sánchez Susarrey escribió en su colaboración, que tituló “El factor Camacho”, que el entonces comisionado para la  paz no despejó las dudas sobre su futuro político. Lo único que dejó en claro es que no tiene la intención de retirarse de la vida pública y que, por el momento, seguirá concentrado en negociar la paz en Chiapas.

“En su declaración del 11 de marzo —sigue el texto de Sánchez Susarrey—, varias cosas llaman la atención. La primera es el uso reiterativo de la tercera persona: “Camacho ha demostrado”, “Camacho no será”, “Camacho será”.  Nunca el comisionado por la paz se había referido a sí mismo de esa manera. Ni cuando fue regente y mucho menos cuando cumplía su misión de paz en San Cristóbal.

“Pero lo que más llama la atención es el papel que se autoasignó una vez que concluyan las negociaciones en Chiapas: si se cumple debidamente el Acuerdo para la Paz, la Justicia y la Democracia, que suscribieron los partidos políticos y sus candidatos a la Presidencia, contribuirá con su persona a dar garantías a la transición democrática.

“Luego aclaró: ‘Si no se avanza en la democracia y si en vez de acuerdos hay polarización y si quieren conculcar mis derechos políticos como ciudadano, entonces después de cumplir mi misión en Chiapas tomaría la decisión política necesaria para hacer avanzar la democracia y propiciar la unidad de México’.

“Los escenarios que esbozó el comisionado para la Paz plantean más dudas de las que resuelven. En caso de que la reforma de la ley electoral —como todo lo indica— prospere y se amplíe el consenso entre las fuerzas políticas, ¿cuál será el futuro de Camacho Solís? ¿En calidad de qué cargo o función contribuirá a dar garantías a la transición democrática?”, escribió Sánchez Susarrey.