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Academia Mexicana de la Lengua, la historia literaria del país, su proyecto

Gonzalo Celorio sustituye desde hoy a Jaime Labastida al frente de la AML

Virginia Bautista | 01-03-2019
Celorio —novelista, ensayista y crítico literario— ingresó a la AML el 17 de octubre de 1996. Foto: Notimex 

CIUDAD DE MÉXICO.

La “gran historia” de la literatura mexicana escrita por diversos especialistas de diferentes épocas, de la prehispánica hasta nuestros días. Ése es el nuevo proyecto que el novelista y ensayista Gonzalo Celorio (1948) desea realizar como un trabajo conjunto entre el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, que labora en él desde hace años, y la Academia Mexicana de la Lengua (AML), en la que hoy toma posesión como director.

“Creo que podríamos colaborar para hacer algo que nos hace falta. No es posible que en México no contemos todavía con una gran historia de la literatura mexicana. No la hay porque faltan monografías; es decir, conocemos bastante la segunda mitad del siglo XX y el XIX, pero muy escasamente la literatura virreinal y es difícil conocer profundamente la prehispánica, porque las fuentes son inciertas. Pero hay que armarla”, comenta en entrevista.

El también crítico literario considera que esta institución integrada por 36 académicos de número posee una raigambre que no tienen otras, pues se remonta a 1875, por lo que ha hecho una labor continua durante 144 años.

“Ha convocado a un elenco de grandes escritores, intelectuales, historiadores, filólogos, abogados, que se han preocupado por la lengua, la vocación fundamental de la Academia”, afirma.

Celorio ha sido tesorero de la asociación civil y, durante diez años, secretario y presidente fundador de la Comisión de Consultas. “No sólo la conozco muy bien, sino que la amo, porque es una institución maravillosa, es un cónclave de inteligencia y de gusto por la palabra”.

Admite que enfrentará fuertes retos como timonel para el periodo que va de 2019 a 2023. “Si bien es cierto que durante la administración de don Jaime Labastida (el director durante los últimos ocho años), la Academia se reposicionó de una manera significativa en el ámbito de la cultura mexicana, creo que hace falta que sea mejor reconocida y utilizada.

“A veces es tildada de elitista, de anacrónica, pero esa es una imagen que procede de un prejuicio. La AML se dedica a la lengua y no hay un organismo de cultura más vivo que ésta. Es una institución tan viva como la lengua que estudia. Está muy atenta a los cambios lingüísticos. Está despierta”, piensa.

El doctor en Literatura Iberoamericana por la UNAM reconoce que existen dos grandes pendientes de los que debe ocuparse: construir la sede definitiva de la Academia Mexicana de la Lengua en un predio donde se hallaron vestigios prehispánicos (Francisco Sosa 440, Coyoacán) y recuperar la casona colonial de Donceles 66, en el Centro, que fue su primera sede, la cual enfrenta un litigio.

Sobre el primer caso destaca que se han invertido muchos recursos, no sólo financieros, sino de tiempo, para resolver los problemas de carácter legal y sucesorio. “Se encontró un Tecpan prehispánico que, por fortuna, no es incompatible con la construcción de la sede, pero sí hay que hacer un museo de sitio y ventanas arqueológicas. Aún no se ha podido colocar la primera piedra. Espero que tengamos el apoyo del gobierno federal para realizar este proyecto. Hay tanto ya invertido que se debe culminar. Pondré todo mi empeño en que así sea”.

El autor de las novelas Y retiemble en sus centros la tierra y Tres lindas cubanas sostiene que el conflicto con la editorial Jus, que debe a la Academia varios años de renta del edificio ubicado en Donceles 66, es añejo.

“Empezó en la época de don José G. Moreno de Alba. Hemos tenido una situación de litigio muy complicada. He hablado ahora con Diego Valadés, uno de los mejores abogados miembros de la Academia, y dice que hay esperanza de solución. Para la Academia es vital recuperarlo, pues es su sede histórica. Espero que se pueda resolver”, indica.

El autor de los libros de ensayos México, ciudad de papel y Ensayo de contraconquista destaca que el eje de su proyecto es lograr que la AML realmente se vuelque a la sociedad. “Para esto necesitamos una sede propia, con un auditorio permanente, donde los miembros puedan ofrecer sus lecturas públicas. Tenemos una biblioteca valiosa, que queremos poner en servicio, pero que ahora está prácticamente embodegada”.

También planea crear una Comisión de Integración, para estrechar las relaciones con las 31 corresponsalías que poseen. “Es fundamental dar prioridad a los correspondientes ubicados en el país, que se sientan más miembros de la corporación, que participen con mayor amplitud y frecuencia”.

Y, en cuanto al presupuesto para operar este 2019, Gonzalo Celorio agrega que ha solicitado 50 millones de pesos, el mismo monto que la Secretaría de Educación Pública les asignó el año pasado.

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