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“Es difícil resumir 10 años de miseria”; exalumna alza la voz

Evelyn Camille cuenta a Excélsior los abusos que vivió en el internado para niños indígenas Kamloops Indian, en donde, en mayo pasado, hallaron los restos de 215 menores

Verónica Mondragón | 19-06-2021
Foto: AFP
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CIUDAD DE MÉXICO.

Evelyn Camille creció lejos de su familia, sin poder usar las ropas típicas de su comunidad, entre maltratos de quienes debían cuidarla. Durante diez años, fue alumna del internado para niños indígenas Kamloops Indian, en Canadá. 

Ahí, en mayo pasado, fueron hallados los restos de 215 niños en una fosa común.

Cuando te inscribías en la escuela, llegaba un camión de ganado para recogerte, te espulgaban y te bañaban en aceite, ése era sólo el principio”, relató a Excélsior.

Después de eso, Camille quedó incomunicada, perdió contacto con su familia y fue víctima, junto con sus compañeros, de tocamientos inapropiados.

Las monjas nos despertaban de formas muy rudas, venían a ver quién había mojado la cama, muchas veces con tocamientos inapropiados”, agregó la mujer que ahora se nombra una anciana de la nación shuswap o secwepemc.

Estaban divididos, las niñas estaban de un lado del edificio y los niños del otro, separados en tres grupos por edades. Tenían prohibido hablar con otras secciones.

Los llevaban a una habitación para desayunar “un revoltijo con leche agria”.

Junto a otros niños, aprendió a esconder algo para comérselo después.

Nos decían los indios hambrientos y ahora entiendo por qué. Todo el tiempo teníamos hambre en las escuelas católicas, fue donde aprendimos a robar comida”, relató la mujer, quien actualmente tiene cerca de 70 años.

La escuela Kamloops fue la más grande de los 139 internados creados para albergar a niños de comunidades nativas.

Según el Programa de los Niños Perdidos, más de cuatro mil niños murieron en estos centros mientras estuvieron activos, de 1874 a 1996.

Los estudiantes que no regresaron a sus casas serán reconocidos como los niños perdidos, según la asociación que documenta casos de menores extraviados o fallecidos dentro de los planteles.

El abuso a la identidad originaria comenzaba cuando daban el primer paso dentro de la escuela. El cabello trenzado —que tiene un significado espiritual— lo cortaban, las ropas tradicionales eran reemplazadas con un uniforme, los nombres indígenas se cambiaban por uno eurocanadiense y un número, y la libertad de vivir en sus propias comunidades se sustituía por el régimen de una institución”, detalla el informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación en Canadá, elaborado en 2015.

 

De ese tipo, 139 albergues. Estudiantes posan frente a la Escuela Residencial Indígena Chooutla, en la comunidad Carcross,  en el Territorio del Yucón, Canadá, en 1921. Foto: Reuters

 

“EL MONSTRUO SE CAMBIÓ DE CASA”

Sólo por curiosidad, ¿cómo obtuviste mi nombre? Sí, estuve en una escuela católica”, es la primera respuesta de Evelyn a la solicitud de este diario, por medio del chat de su cuenta de Facebook.

En su perfil, hay felicitaciones de cumpleaños, fotos de gatitos, videos de canciones y su ubicación: “Vive en Kamloops. De British Columbia”.

Entre sus publicaciones, una imagen revive sus vivencias.

El monstruo que crearon en los internados se cambió de casa. El monstruo vive ahora en el sistema de salud de bienestar infantil”. Son las declaraciones del senador Murray Sinclair, titular de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación y primer juez indígena de la provincia de Manitoba.

En 2008, el gobierno canadiense, a cargo del primer ministro Stephen Harper, ofreció una disculpa por los abusos en los internados.

Y luego del hallazgo de los restos de los niños, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, condenó el incidente. “Nuestro sistema les falló”, dijo.

Ante eso, el Ministerio de Asuntos Indígenas pidió una reacción más enérgica por parte de la Iglesia católica y exigió una disculpa del papa Francisco.

El jerarca católico condenó el hecho, pero hasta ahora no ha pronunciado una disculpa formal sobre el caso.

“LA VERDAD SEA DICHA”

Doce días después del primer mensaje, Evelyn respondió: weytk, la palabra para saludar o dar la bienvenida en el idioma de la comunidad secwepemc.

Es un tema del que no me gusta hablar mucho, pero la verdad debe decirse. Fui a la escuela Kamloops por diez años. A los 16 les mandé una carta a mis padres para que fueran por mí, o yo me iba a ir caminando a casa”, expresó.

Es la edad legal en la que los menores dejaban el internado.

Podía ir a una escuela para blancos o podía trabajar. Entré a trabajar”.

Aunque el internado era una escuela, había pocas clases. El día a día consistía en lavar la ropa, los trastes, mantener la escuela.

La mayor parte del tiempo era rezar y trabajar. Eso debe darte una idea de lo que pasamos. Es difícil resumir diez años de miseria, pero la verdad tiene que decirse y tiene que ser escuchada a como dé lugar”, insistió Evelyn Camille.

Con esto cierro, y por favor no olvides corregir si tuve errores”.

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