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Jesucristo en el cine ¿veneración o sacrilegio?

Tres películas han creado revuelo entre creyentes y agnósticos al elevar la figura del Mesías a niveles sangrientos y hasta sexuales ante la condena de la Iglesia

Carlos Meraz / Fotos: Especial | 14-04-2014

CIUDAD DE MÉXICO, 14 de abril.- La imagen de un Jesucristo inmaculado hasta en su agonía, ajeno al pecado y sereno hasta su desenlace en la crucifixión, ha sido recurrente en su paso por el cine; salvo en tres películas que sacaron llagas entre creyentes y hasta en agnósticos, al elevar la figura del Mesías a niveles sangrientos, sexuales o de modas musicales ante la condena de la Iglesia.

Estas tres cintas han sido, en orden de polémica y escándalo, La Pasión de Cristo (The Passion Of The Christ, de 2004), de Mel Gibson; La Última Tentación de Cristo (The Last Temptation Of Christ, de 1988), de Martin Scorsese y Jesucristo Superestrella (Jesus Christ Superstar, de 1988), de Norman Jewison, protagonizadas por Jim Caviezel, Willem Dafoe y Ted Neeley, respectivamente.

La libre versión cinematográfica de uno de los pasajes bíblicos determinantes del Nuevo Testamento que presentan al Nazareno como un hombre inmune al dolor y a las tentaciones para muchos han sido un pecado o hasta un sacrilegio digno de la excomunión, pero para otros han representado un culto o plegaria moderna hacia un Mesías menos divino y más humano.

El salvador 'gore'

La Pasión de Cristo, de Mel Gibson, debutó en los cines en febrero de 2004 bajo el visto bueno de la Iglesia Católica, líderes evangélicos y organizaciones cristianas que ayudaron notablemente a que recaudara más de 611 millones de dólares a nivel mundial, la más grande cifra en la historia para una película con clasificación R y en idioma extranjero (algo insólito para una trama hablada en arameo, hebreo y latín). 

Pero los detractores de la cinta provinieron de la comunidad judía que acusaron al director y su largometraje de ser antisemitas por su interpretación de los rabinos judíos que sentenciaron a muerte a Jesús. Las protestas llevaron a Gibson a remover los subtítulos de una escena en la que Caifás grita: “¡Que su sangre caiga sobre nosotros y nuestros hijos!”. Esta frase suele asociarse con la maldición que cayó sobre los judíos al promover la ejecución del hijo de Dios. Sin embargo, el diálogo todavía se puede escuchar en la película.

El fuerte contenido violento también fue eje de controversia, pues Gibson dedicó la mayor parte de la trama a la tortura, mofa y crucifixión, sin escatimar en cantidad de sangre y morbo. Pero las explícitas escenas protagonizadas por Jim Caviezel no afectaron la recepción del público (sin omitr experiencias traumáticas y lágrimas en las salas de cine), aunque algunos críticos las consideraron excesivas, inverosímiles y hasta gore. El realizador simplemente aseguraría que la verdadera pasión de Jesús fue aún mucho peor de lo que él expuso en la pantalla grande.

En ese entonces al ser cuestionado si su película sería "molesta a los judíos", Gibson respondió: "no es la intención. Creo que la intención es decir simplemente la verdad. Quiero ser lo más veraz posible".

Sin embargo, las acusaciones de antisemitismo fueron alimentadas por informes de prensa que decían que el padre de Mel Gibson, Hutton Gibson, negaba el Holocausto. Después de que Frank Rich del New York Times escribió contra la película y llamó a Gibson un "negador del Holocausto", cuando éste lo supo le dijo a su publicista: "Quiero matarlo. Quiero sus intestinos en un palo. Quiero matar a su perro". Ahí empezaría el viacrucis de Gibson contra la comunidad judía de Hollywood.

El placer carnal

La Última Tentación de Cristo es la adaptación cinematográfica de la controvertida novela homónima de 1951 de Nikos Kazantzakis cuya tesis central es que Jesús, al mismo tiempo libre de pecado, está sujeto a todas las formas de la tentación que los seres humanos enfrentan, incluyendo el miedo, la duda, la depresión, la renuencia y hasta la lujuria.

La película muestra a un Jesús (Willem Dafoe) que se rehúsa a aceptar su divinidad y es sometido a las mismas tentaciones que enfrenta cualquier ser humano. El mayor insulto para los cristianos proviene de una escena al final del largometraje en la que Jesús baja de la cruz y se va a vivir una vida normal. Se casa con María Magalena, tiene hijos y envejece. Al final, resulta que todo fue una ilusión. Un último intento del Diablo por tentar a Jesús a no cumplir su misión, y Cristo termina muriendo en la cruz aceptando su encomienda. 

En esto se resumen el libro y la película que representan a Cristo siendo tentado por imaginarse a sí mismo involucrado en actividades sexuales, lo que generó la indignación de algunos cristianos.

Las protestas contra la película por parte de comunidades religiosas se iniciaron incluso antes de haber terminado la producción de la película de Martin Scorsese. El estudio Universal Pictures estaba esperando una reacción debido a las controversias que giraban en torno a cualquier tratamiento mediático de Cristo, pero estas no tendrían precedentes.

Los principales líderes religiosos en Estados Unidos criticaron la película en furiosos sermones, y la condenaron como un objeto pornográfico. Las protestas alcanzaron niveles alarmantes tras su estreno en 1988, desatando manifestaciones en centenares de cines alrededor del mundo, censuras en países como México, Chile y Argentina, además de un violento incidente en París (Francia) donde un fundamentalista lanzó una bomba molotov dentro de un cine e hirió a decenas de personas.

El hippie rockstar

En 1973, en medio de críticas y alabanzas, fue llevada al cine en versión ópera rock Jesucristo Superestrella, con un mensaje ambientado en el movimiento hippie, en una adaptación del musical de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, bajo la dirección de Norman Jewison.

La obra marcó un hito en esa década y aún en el Siglo XXI es llevada a los escenarios teatrales en diferentes latitudes del orbe. Pero en un principio no fue bien recibida a nivel del clero y los fieles cristianos, puesto que muchos la consideran una obra ambigua, donde se proyecta a Jesús como un hombre excepcional, con un carisma digno de un rockstar o "super estrella" pero no como el Hijo de Dios.

La cinta presenta a un Jesús (Ted Neeley) despojado de divinidad que suplica a la humanidad doliente que se salve a sí misma. Mientras María Magdalena (Yvonne Elliman) canta su amor por el Mesías a quien ella llama "un hombre más". Y un Judas Iscariote negro (Carl Anderson) desafiante culpa al Salvador por haber desperdiciado la oportunidad de liberar a su pueblo a cambio de la fama postrera.

Si a ello agregamos la fusión de rock y ópera, elementos de influencia hippie en el vestuario y el hecho de que esto sucedió hace cuatro décadas, resulta fácil comprender por qué esta producción surgida del teatro y llevada a la pantalla grande causó tanta polémica, pues para algunos puristas vincular al Mesías con el rock era una blasfemia digna de la lapidación.

El hecho de que se omita la resurrección y se ponga a Jesús cantando en tema de Getsemaní: "Quiero saber, quiero saber mi Señor", en vez de decir "Padre" lo cual fue considerado como un error teológico imperdonable. A lo que se suma la pecaminosa relación, casi de noviazgo, que tienen Jesucristo y María Magdalena, algo tan inconcebible para los católicos al grado que la obra de teatro y la película fueron prohibidas en ciertos círculos y criticada en el ámbito religioso; aunque otros tomaron el concepto como inofensivo y como una visión juvenil de lo que Jesucristo representaba para la generación del peace and love.

cmd

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