Expresiones

Lola Álvarez Bravo, una pasión en gran formato

El crítico de arte James Oles impartirá hoy, en el Palacio de Bellas Artes, una charla en la que presentará a la célebre fotógrafa mexicana como una muralista

Virginia Bautista | 16-08-2018
Lola Álvarez Bravo, una pasión en gran formato
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CIUDAD DE MÉXICO.

La fotógrafa Lola Álvarez Bravo (1903-1993) tenía una pasión secreta: construir fotomurales. Era tan secreta que ella misma nunca habló del tema, ni en las entrevistas que se le hicieron en distintos momentos ni en sus libros; de hecho, se convirtió en la iniciadora del fotomontaje en México, narra el investigador James Oles.

El crítico de arte, que conoció a la artista visual jalisciense hacia el final de su vida y ha estudiado su obra los últimos 20 años, encontró en el archivo de la creadora los originales en tamaño carta de unos 15 fotomontajes.

“Ya se conocía la existencia de estas piezas. Las hacía a partir de recortes de negativos y pedazos de sus propias fotografías; las recortaba y hacía nuevas composiciones. Lo novedoso es que estos fotomontajes tenían otro fin: exhibirse en tamaño monumental en edificios públicos”, detalla.

El también curador aclara a Excélsior en entrevista que, durante los años 50 de la pasada centuria, doña Lola fue contratada por varios arquitectos amigos suyos para hacer fotomurales en inmuebles como el del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), ubicado sobre Paseo de la Reforma, y el de la entonces Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP), sobre avenida Xola.

“Que yo sepa, lamentablemente, ninguna de estas obras sobrevive hoy en día. Hay poca información y documentación sobre ellas, en algunos casos llegaron a medir unos 6x10 metros. Tampoco sé por qué no hablaba de esto, si ella misma guardaba copia de estos fotomurales en su archivo”, afirma de quien fuera esposa del fotógrafo Manuel Álvarez Bravo (1902-2002) entre 1925 y 1934-.

El licenciado y doctor por la Universidad de Yale explica que, con el deseo de que alguien pueda aportar más información sobre el destino de estos fotomontajes en gran formato, impartirá hoy, a las 19:00 horas, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, una conferencia donde por primera vez presentará a la fotógrafa como una muralista.

“Ella conoció muy bien a Diego Rivera, a José Clemente Orozco y a David Alfaro Siqueiros. Eran sus amigos. Tomó, junto con don Manuel (Álvarez Bravo), incluso después de que se separaron, muchas fotografías de sus murales, hicieron un registro minucioso. Entendía todo sobre esta técnica y su composición”, agrega.

Señala que cuando se habla de muralismo en México, se piensa sólo en los hombres. “Sí hubo mujeres, pero nunca llegaron a ser muy prominentes. No tuvieron una presencia importante. Era algo dominado por los hombres. Por eso es vital que se conozca esta faceta de Lola y la calidad con la que trabajó”, añade.

El especialista en arte latinoamericano destaca que, para Lola Álvarez Bravo, hacer fotomurales era explorar la misma tecnología con la que se hacían los espectaculares publicitarios. “Era como elaborar papel tapiz. Los hacía en su taller, para luego trasladarlos al muro, por eso sobreviven los originales tamaño carta”.

Es curioso, indica, que no hablara acerca de esta pasión, “siendo una de las mujeres más independientes de México, más fuertes, una de las artistas más experimentadas, más bravas. Pero tampoco la negaba. Hizo toda una obra mural que se ha perdido”.

Una visión optimista

James Oles no se atreve a sugerir los motivos que llevaron a doña Lola a no abordar el tema. “Manuel Álvarez Bravo no hizo fotomontajes, porque pensaba que la fotografía debía ser ‘honesta’, no manipulada. Muchos artistas de la lente no exploraban esta técnica, porque pensaban que esto era manipular la imagen. Hoy sí podemos manipularla abiertamente, no está mal visto, porque la fotografía ya no es un documento; es más bien como cualquier texto, como cualquier discurso”.

El autor del libro Arte y arquitectura en México puntualiza que Lola Álvarez sólo hizo sus fotomurales en la década de los 50 en la Ciudad de México y Monterrey. “Cuando se estaban construyendo los nuevos edificios de gobierno, los multifamiliares, y el progreso estaba en su auge. Ella hizo más murales que ninguna otra mujer en México jamás. Desgraciadamente, esto se ha quedado como una historia olvidada”.

Dice que se sabe que montó este tipo de piezas en uno de los muros de la fábrica de máquinas de escribir Olivetti y en uno de los galerones de la
Chrysler de México, localizada a las afueras de la ciudad. “Ojalá alguien sepa si estos rollos están en alguna bodega. Sería maravilloso”, apunta.

El también profesor de arte en el Wellesley College subraya que la fotógrafa dio vida a fotomurales optimistas. “Abordó tópicos como la computación, la construcción de caminos, ferrocarriles, las grandes fábricas nacionales; nada políticos. Temas que, se puede decir, no tenían nada que ver con el hecho de ser mujer. Los mismos que trabajó Diego Rivera: la industria, los obreros, el nuevo futuro del país”.

La conferencia Lola Álvarez Bravo: fotomuralista será impartida por Oles en el marco del 25 aniversario luctuoso de la creadora jalisciense. “Su incursión en este formato ha sido poco explorada, sin embargo, es a través de él que expresó toda su capacidad como artista plástica”, concluye.

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