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Expresiones

La Güera Rodríguez, amante de la libertad

La novela histórica La conspiradora retrata a “una mujer valiente que arriesgó todo en aras de un sueño libertario”

Virginia Bautista | 06-03-2019
Retrato de María Ignacia Rodríguez de Velasco de Osorio Barba.
Retrato de María Ignacia Rodríguez de Velasco de Osorio Barba.

CIUDAD DE MÉXICO.

Más allá de ser amiga o amante de personajes tan diferentes como el libertador Simón Bolívar, el naturalista Alexander von Humboldt y el emperador Agustín de Iturbide, fue benefactora de los insurgentes Hidalgo, Morelos y Allende, y una dama bella, rica e ingeniosa. Pero La Güera Rodríguez fue, sobre todo, “una mujer valiente que arriesgó todo en aras de un sueño libertario”.

A esta conclusión llega el escritor y cineasta Guillermo Barba Behrens (1951), tras dedicar cinco años a seguir los pasos de María Ignacia Rodríguez de Velasco de Osorio Barba y Bello Pereyra (1778-1850), mejor conocida como la Güera Rodríguez, cuya vida y contribución a la Independencia mexicana desmitifica en la novela La conspiradora (Planeta).

Fue una mujer muy valiente que, con cinco hijos y viuda, arriesgó su fortuna, su nombre y su propia vida en aras de un sueño libertario”, comenta en entrevista con Excélsior.

Para el autor, esta cortesana que enfrentó en dos ocasiones a la Inquisición y salió ilesa fue una de las precursoras del feminismo. “Se atrevió a ser dueña de su cuerpo, su mente y su voluntad en una sociedad absolutamente machista. Reivindicarla es reivindicar a las mujeres y sus derechos. En esa época, eran consideradas menores de edad, el marido o el padre era el dueño y podían corregirlas a golpes. Luchó no sólo por su libertad, sino por la de la nación”.

 

Dice que fue uno de los personajes más interesantes y enigmáticos de la historia nacional. “Es poco conocida, como muchas de las mujeres de la época, debido a una especie de misoginia histórica. Lo primero que se piensa es que fue una fémina de cascos ligeros, pero ignoran su larga participación en la Independencia, por la que luchó de 1808 a 1822”.

Detalla que comenzó como conspiradora y espía. “En 1809, ella misma hizo una conspiración contra el gobierno de facto, en 1810 estuvo en Dolores con Hidalgo y Allende, luego en la reunión secreta de Los Guadalupes, fungiendo como guía y benefactora para ayudar a los ejércitos insurgentes y, de 1816 a 1821, apoyó la consumación de la Independencia impulsando a Iturbide y organizando tertulias”.

El autor de la novela Juan sin sueño destaca que la Güera Rodríguez era “muy ingeniosa y divertida, una especie de María Félix de su época; las altas esferas la buscaban por su gracia y desparpajo”.

Era tres mujeres en una, explica: María Ignacia Rodríguez de Velasco, la gran dama de alcurnia que se codeaba con marqueses, condes y virreyes; La Güera, de la que hablaba todo mundo, de sus amantes y acciones; y María, nombre con el que firmaba su documentación secreta.

Barba Behrens destaca la relación de María Ignacia con las reconocidas luchadoras insurgentes Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario. “No sabemos dónde estudió la Güera, pero pudo haber estudiado con doña Josefa, pudieron haber sido amigas desde la escuela. Y es probable que se vieran en Querétaro, cuando destierran a La Güera tras descubrirle una conspiración; pero esto no es seguro, porque estaba muy vigilada.

Pero con Leona sí estuvo en contacto durante la Independencia y, en especial, con el grupo de Los Guadalupes, pues interceptaron una carta que La Güera le enviaba a los insurgentes, a través de Vicario, por la que por poco cae en prisión”, narra.

Añade que, aunque doña Josefa fue una mujer valiente que no se quedaba callada, pasó mucho tiempo en prisión y no tenía la fuerza social de La Güera. “Creo que ésta hizo más que Josefa y estuvo muy a la par de Leona, quien también se arriesgó y perdió su fortuna, pero participó desde 1811 y se alejó del movimiento en 1818”.

 

 

Amores y valentía

 

El narrador cuenta que al libertador Simón Bolívar, La Güera Rodríguez lo conoció cuando ella tenía 20 años y él 16. “Eran muy jóvenes. Él estuvo en la ciudad semana y media, no fue una relación de amantes, pero sí digamos un affaire; pero lo interesante de este encuentro es que Simón Bolívar pudo haber despertado en ella sentimientos libertarios, pues ya traía todo su bagaje de ideas”.

Sorprende, prosigue Barba, su relación con Humboldt, uno de los grandes sabios de la época. “La Güera debió tener una educación superior. Él no dejaba de hablar de ciencia, ella debió ser lo suficientemente culta. Se dice que fueron amantes, pero también que él era homosexual. Nunca sabremos la historia de sus relaciones amorosas”.

También se dice que su influencia sobre Iturbide fue tal, que lo animó e impulsó a consumar la Independencia de México y que, incluso, el Plan de Iguala se escribió en la casa de la “Güera”, pues los redactores eran asiduos a las tertulias que ella organizaba, añade el autor.

Finalmente, destaca el valor y el ingenio de María Ignacia para salir dos veces ilesa del tribunal de la Inquisición. “La primera fue en 1809, cuando realiza una especie de conspiración contra los gachupines, quienes dieron un golpe de Estado contra el virrey Iturrigaray para evitar un gobierno autónomo de la corona; la destierran sin detallar por qué.

La segunda fue por un retrato de medio cuerpo con los senos descubiertos, que ella se mandó a hacer, pues era la moda en Europa. Pero se defendió muy bien al decir que el cuerpo es creación y milagro divino y no tiene que ser escondido”, relata.

La Güera vivió al final de su vida con su gran amor, Ramón Cardeña, conocido como “el cura bonito”.

 

cva

 

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