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Expresiones

FIL Guadalajara; Madrid, a la letra

Diversas voces trazan la faceta literaria de la capital española, que desde hoy se traslada a Jalisco

Juan Carlos Talavera | 25-11-2017
Foto: Cortesía FIL Guadalajara

CIUDAD DE MÉXICO.

Madrid y México mantienen una relación íntima que trasciende la geografía y las fronteras de su cultura, su historia y su literatura, tal como se apreciará en la edición 31 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que hoy arranca. El encuentro abordará el tema del exilio español, la lengua que nos une, la literatura que rompe las fronteras y cómo desde el siglo XX persiste un diálogo entre ambas literaturas, tal como lo explicaron a Excélsior el crítico literario Julio Ortega (Perú, 1942) y el poeta Luis García Montero (España, 1958).

El primero en hablar es Ortega: “De Alfonso Reyes a Agustín Lara, México y Madrid tienen una relación de intimidad. Ambos han elaborado la temperatura emotiva de esa amistad. Pero, claro, lo más trascendente de ese vínculo es el formidable exilio español en México. Uno no piensa en ese exilio como regional sino, más bien, como transatlántico, fecundo y pródigo”.

Creo que todo escritor español tiene a México como horizonte de expectativas, y otro tanto es cierto del escritor mexicano. Y no sin razón. Octavio Paz se sintió especialmente querido en España. Y creo que Enrique Vilas-Matas despertaba a veces creyéndose mexicano. Tomás Segovia me dijo, cuando decidió volver a vivir a España, donde fue acogido como una reivindicación por los poetas, que ya no sabía si era español o mexicano. José Emilio Pacheco dialogó intermitentemente con la memoria de la poesía española, tanto como la han hecho suya Eduardo Lizalde, Alberto Blanco y José Luis Rivas”, abundó.

Además, coincidió con Carlos Fuentes en que México fue el ganador de la Guerra Civil Española, “al acoger a la gran generación de exiliados por la guerra, y no sólo poetas sino historiadores, artistas y profesores de derecho y ciencias sociales. Todos le debemos a ese México nuestro diálogo más creativo con España”.

Por último, el crítico peruano comentó que en esta FIL presentará dos libros: Imagen y semejanza de Carlos Fuentes, que es una suma de calas a su vasta obra, y Nuevo relato mexicano, antología de las nuevas tendencias del cuento, donde se distingue cómo dejó el estilo bronco para explorar la forma misma del relato, que serán publicados por Jorale Editores.

Y adelantó que acaba de concluir sus memorias, bajo el título La Comedia literaria, Memoria de la literatura latinoamericana global, donde cuenta la experiencia literaria de su tiempo, que suma 50 años de vivir la literatura y “compartir el diálogo con figuras cuya obra me hizo lector y crítico. En México, de Paz, Rulfo, Fuentes y Rosario Castellanos, a Alejandro Rossi, Elena Poniatowska, Gabriel Zaid, Carlos Monsiváis, entre muchos más, y sus encuentros con José María Arguedas, Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges. Ricardo Piglia, entre muchas otras figuras centrales de la literatura latinoamericana.

IMAGINACIÓN MORAL

 

En Madrid, como en el resto de España, existe la conciencia de que la FIL Guadalajara es la más importante de nuestro idioma y ha servido para hermanarnos y romper fronteras, aseguró Luis García Montero.

“Pero más allá de las antipáticas fronteras que pueden existir entre México y Madrid, la palabra nos ha hermanado; compartimos un idioma y una historia y eso es lo que me parece importante, donde las palabras son flexibles porque recogen la experiencia de los seres humanos, no de las políticas oficiales, sino de la realidad de las personas”, dijo el poeta que participará en esta edición de la FIL.

“Porque las palabras conservan el calor del cuerpo de la gente, de su experiencia y, desde luego, a través de la poesía y la literatura se rompen las cosas superficiales para llegar a la condición y a la dignidad humana, a esos valores de respeto del ser humano, de respeto a la justicia y denuncia de las cosas injustas que nos ocurren”.

Y añadió: “A mí me parece que la literatura llega al fondo de la condición humana para hablar de la dignidad y de la vida de los seres humanos. Así que las fronteras se rompen y quedan sólo para la gente mezquina; no creo que hagan falta las fronteras en este mundo. Rousseau decía que la imaginación moral es lo que nos permite entender el amor y el dolor ajeno. Así que la literatura es imaginación moral que podría hacer más nobles, porque nos permite entender el amor y el dolor ajeno”.

Vía telefónica desde Madrid, Montero destacó la delegación que participará en esta edición de la FIL, donde no asistirán Javier Marías ni José Manuel Caballero Bonald, “incluirá nombres consagrados de la literatura y una muestra con lo más novedoso de la gente joven que plantea nuevas preguntas y nuevos caminos”. Además, resaltó la publicación del libro Escrito en el cielo. Madrid imaginada en la literatura (1977-2017), publicado por Alfaguara, que se presentará en la FIL para mostrar un mural de la historia madrileña durante los últimos 40 años, con el testimonio de 150 creadores que fijan una historia colectiva a través de miradas y experiencias individuales”.

Sobre la relación entre México y Madrid, el autor de poemarios como Balada en la muerte de la poesía y La intimidad de la serpiente, definió la relación entre México y Madrid como fértil. “En España, por ejemplo, persiste un peso importante en el mundo de la cultura la hospitalidad de la sociedad mexicana cuando la Guerra Civil, donde tantos españoles tuvieron que salir al exilio, con la ayuda del presidente Lázaro Cárdenas que fue de las pocas ayudas que sintió el gobierno de la República Española. Eso creó un tejido de hermandad; muchos escritores, editores se instalaron en México y hoy forman parte de nuestra memoria colectiva”.

Pero también está el diálogo entre las literaturas española y mexicana, que ha sido muy vivo, donde “el primer referente es don Alfonso Reyes, que vivió en Madrid y se convirtió en el gran cónsul de la literatura mexicana en España y de la literatura española en México, así como José Emilio Pacheco, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Bonifaz Nuño, Jaime Sabines, y las publicaciones realizadas por la editorial Visor, de autores como Antonio Deltoro, Marco Antonio Campos y Fabio Morábito, pero seguramente estoy dejando nombres en este recuerdo apresurado”, concluyó.

 

El Madrid íntimo de dos mexicanos

 

Dos escritores evocan, desde el ámbito familiar y como lectores, lo que para ellos significa la capital española

 

Por Virginia Bautista
 

 

Madrid es mi ciudad favorita del mundo, junto con el exDF”, confiesa el escritor tapatío Antonio Ortuño. “Es una urbe pequeña, a comparación de las nuestras, y sus zonas históricas son formidables para pasear. Se come como en el cielo. Se bebe de maravilla”, detalla el autor de la novela Méjico.

El narrador nacido en 1976 evoca la ciudad natal de su madre, de la que escuchó hablar desde niño, a la que conoció cuando tenía 30 años de edad y ha visitado tres veces en la vida: una, bastante tiempo, dos más velozmente.

La oferta de museos, librerías, galerías, es estupenda. La gente es peculiar: es crispada, gritona, agresiva para nuestra costumbre. Son directos y todo el tiempo se quejan. Pero crecí en una familia de madrileños y estoy acostumbrado”, agrega.

El autor de las novelas El buscador de cabezas, Recursos humanos y La fila india participará, junto con Jorge F. Hernández y Emiliano Monge, en la mesa Madrid, ¿los mexicanos piensan mucho en ti?, que integra el programa de la capital española como invitada de honor en la 31 Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que comienza hoy.

Tres escritores mexicanos que han conocido y vivido en Madrid dialogan entre ellos para crear la instantánea que la memoria permite sacar del tiempo: el Madrid personal, transmutado en la experiencia creativa, o vivido en la memoria y la otredad.

Crecí oyendo hablar de Madrid, pero mi familia nunca tuvo dinero para llevarme. La conocí ya con 30 años y desde el aeropuerto, al que fue mi tío Guillermo a buscarme (que es como mi versión de 65 años) supe que estaba en mi casa”, cuenta Ortuño.

Recuerdo perfectamente el deslumbre de (el museo) El Prado y la felicidad de El Retiro. Y también los restaurantes: el Lhardy, sobre todo. Y los bares. Y Malasaña, que entonces no era el barrio de moda, como hoy, sino un sitio bastante gachito, peligroso, con una plaza llena de yonquis. Pero una de las ventajas de ser mexicano es que la sordidez de los países primermundistas la pone uno en perspectiva”, añade el narrador.

El ensayista y antologador recuerda que el Madrid que su familia recordaba era el del primer tercio del siglo pasado. “Una ciudad de zarzuelas, en donde había lecherías con todo y vaca en las calles. Luego, por lecturas, supe del cambio radical, tras el franquismo, de capital oprimida a capital del ‘destape’. Leí muchos cómics, oí mucho rock, vi muchas películas madrileñas de principio de los 80”.

Y dice que cuando fue, en 2008, era una urbe muy próspera (aún no estallaba la crisis). “Me enganché de inmediato. Porque la ciudad era todo lo que decía mi abuela, todo lo que decía Radio Futura y todo lo que vi en la calle. Y mejor. Además, allí juega el Atlético, que, junto con las Chivas, es mi equipo. Y que fue el de mi abuelo, que vivía al lado de su estadio”.

El autor de los libros de cuentos El jardín japonés, La señora Rojo y La vaga ambición destaca que se ha nutrido de la obra de autores madrileños como Javier Marías, Almudena Grandes, Molina Foix, Eloy Tizón, Manuel Vicent, Puértolas, Gopegui, Barba, Marta Sanz y Marcos Giralt.

En Madrid, como en toda capital, hay una literatura compleja, que se nutre de los locales y de los que migran y viven allí”, indica quien en 2010 fue elegido por la revista británica Granta como uno de los mejores escritores jóvenes en lengua española.

Señala que, de su generación, ha leído a Carlos Pardo, Mercedes Cebrián, Matías Candeira, Sergio del Molino, Mariana Torres, Paul Viejo, Juan Carlos Márquez y “mil más que faltan”.

Varios de estos narradores estarán presentes en la edición 31 de la FIL Guadalajara que, con el lema Ganarás la luz, título del poemario de León Felipe que se publicó en México en 1943, convocará a partir de hoy y hasta el 3 de diciembre a 700 autores de 41 países, entre ellos 200 creadores que viven en la capital española.

La ciudad de la memoria

 

Por su parte, para la poeta Gabriela Jáuregui (1979), Madrid es tanto una ciudad real como una de la imaginación. “Mi abuelo era refugiado de la Guerra Civil y era de Madrid; peleó en el frente de Madrid y paseó a Ernest Hemingway por allí. A mi bisabuelo lo fusilaron en Madrid. Sobre todo, para mí, Madrid es todo eso, una ciudad que existe en la memoria de gente que ya murió y en mi memoria de ellos”.

La también cuentista comparte que su primer encuentro con la capital española fue de muy niña. “Cuando fui a visitar a mi tía abuela, Natividad, que no vino de refugiada, pues era muy chica cuando mi abuelo se exilió y la familia se partió en dos. Ella se quedó y creció allá durante el franquismo. Mi primera visita fue cuando ya Franco había muerto y recuerdo pastillas de violeta, jamones colgados del techo, los adultos con sus vermouths, el departamento de mi tía, con su luz sesgada por los oscuros, el Cola Cao en la mañana y en la noche, las pinturas de El Bosco en el Museo del Prado”.

La autora de La memoria de las cosas y el poemario en inglés Controlled Decay confiesa que “el Madrid de mi memoria es triste y nostálgico; el de mis vivencias, que no han sido tantas, es una ciudad con librerías, con buena fiesta, con olor de pipí en la calle, y humo de cigarro en todas partes, calor, sudor. Me apasiona la disonancia entre las dos”.

Respecto a la literatura madrileña actual, la doctora en Literatura por la Universidad del Sur de California dice que le gusta mucho la obra de Elvira Navarro y su blog sobre periferias.

¿DÓNDE y cuándo?

 

La mesa Madrid, ¿los mexicanos piensan mucho en ti?, en la que participarán Antonio Ortuño, Emiliano Monge y Jorge F. Hernández, se llevará a cabo mañana, a las 12:00 horas, en el Pabellón de Madrid de la Expo Guadalajara.

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