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Expresiones

Ruth D. Lechuga, legado de arte popular

La creación de un espacio para preservar y divulgar el acervo de la investigadora y coleccionista de origen austriaco por fin se ha materializado

Luis Carlos Sánchez | 23-06-2016

CIUDAD DE MÉXICO.

Doce años después de la muerte de la fotógrafa, coleccionista e investigadora Ruth D. Lechuga, (Viena, 1920-Ciudad de México, 2004), la creación de un espacio para divulgar su acervo se ha materializado.

En lo que fueron las antiguas bodegas del Museo Franz Mayer se conserva ahora el Centro de Estudios de Arte Popular Ruth D. Lechuga (CEAP-RDL) que conjunta más de 14 mil objetos artesanales, cinco mil libros y revistas y más de mil carpetas de lo que fuera el archivo personal de la austriaca.

El centro funcionará principalmente como un espacio de consulta para investigadores y artesanos y será dirigido por la antropóloga Marta Turok, quien fue nombrada co-albacea del acervo tras la muerte de Lechuga, junto con Margarita de Orellana. En el lugar también continuará el trabajo de catalogación y digitalización del vasto acervo que la coleccionista reunió a partir de 1940, un año después de su llegada a México expulsada por el nazismo.

“La idea es, por un lado poner la colección al servicio de artesanos y de investigadores, de coleccionistas, pero al mismo tiempo llevar todo un programa de difusión de crear públicos. Tenemos que crear públicos, estamos perdiendo a los artesanos jóvenes, estamos perdiendo a los consumidores jóvenes”, advierte Turok en entrevista.

Adicionalmente a la labor de conservación del archivo, el proyecto incluye la conformación de una exposición temporal cada año y la creación de una muestra satélite que pueda itinerar por diferentes estados del país mostrando el acervo.

Un obsequio para todos

El legado de arte popular de la coleccionista Ruth D. Lechuga (Viena, 1920-Ciudad de México, 2004) ya tiene un sitio en el que será preservado.

Testigos de vida

En el interior de una de las 30 cajas en las que se reunió el archivo personal de Ruth D. Lechuga, cuenta Marta Turok, se encontró el pasaporte de su abuela. “En ese pasaporte viene estampada la ‘J’ de judío y viene toda la ruta del barco que tomó para llegar a México, es estremecedor, fueron años de mucha angustia”. La familia Deutsch Reiss había logrado salir de Europa en 1938 y llegar a México un año después, pero la abuela debió esperar hasta 1941 para poder escapar, “fue ya casi un milagro que la hayan sacado”.

Turok dice que en el archivo de Lechuga hay secretos por revelarse. “Hay muchos manuscritos, ella usó computadora hasta ya muy tarde, y afortunadamente no tiraba sus apuntes, son papeles sueltos, hay unas libretas de campo que nadie ha visto, a mí me interesa ver qué tan sistemática era, si era un diario o sólo eran notas sueltas”, dice.

El archivo personal de la austriaca es uno de los tres acervos que integran el Centro de Estudios de Arte Popular Ruth D. Lechuga (CEAP-RDL) y también el que más trabajo sigue necesitando. Hasta el momento, el acervo —ahora agrupado en mil legajos, con 10 temas y 20 subtemas— ha sido estabilizado, pero sigue requiriendo de su plena catalogación y digitalización. “Ese es el proyecto grande; Ruth era obsesiva con su colección de arte popular, pero no con sus documentos personales”.

El grueso de la colección, sin embargo, está clasificado casi al cien por ciento. De la colección de arte popular sólo falta el conjunto de joyas que pertenecieron a Lechuga y de su biblioteca aún están pendientes las revistas y los trípticos que conservó. Pero el centro de estudios ya está listo para ofrecer sus servicios: para conservar las más de 14 mil piezas de arte popular, se adquirieron 13 anaqueles corredizos que ahorran espacio y se construyeron dos tapancos (uno de ellos conserva las máscaras de la coleccionista) y se habilitó un área de servicio y dos cubículos de investigación.

La creación del espacio era un anhelo postergado. Enferma, Ruth D. Lechuga creó en 1995 el Patronato del Museo Ruth D. Lechuga de Arte Popular, A.C., con el que pretendía asegurar la creación de un recinto que albergara su acervo. Para asegurar el cumplimiento, la fotógrafa legó también tres departamentos en el Edificio Condesa (a donde se había mudado con su familia en 1956). Pero las circunstancias debieron cambiar con el tiempo.

“En la evaluación que hicimos se complicaba mucho abrir otro museo. Pensar en abrir otro museo de arte popular aquí en la Ciudad de México (el MAP existe desde 2006) era complicado y costoso. Pero en función de los anhelos de la doctora, de su perspectiva, de su filosofía, de poner al artesano en primer plano, la gran pregunta fue: si no vamos a abrir un museo a corto plazo, ¿qué podemos hacer? Pensamos crear un centro de investigación, de estudios”, cuenta Turok.

Inicialmente el museo funcionó en los departamentos del Condesa y con diferentes apoyos se logró catalogar las colecciones de cerámica, cartonería, fibras vegetales, instrumentos musicales, juguete, lacas y madera, entre otras. Mientras, la revista Artes de México llevaba a cabo la catalogación de más de 20 mil negativos y transparencias que Lechuga tomó en su acercamiento con las comunidades indígenas mexicanas. Ya con la salud deteriorada, la coleccionista decidió donar su archivo fotográfico a Artes de México y el resto de su colección quedó bajo resguardo del Patronato del Museo Franz Mayer, con la custodia de Turok y De Orellana.

¿Qué tanto se ha valorado a Lechuga?, se le pregunta a Turok. “Es conocida en el círculo del arte popular y en un círculo de izquierda, pero creo que siempre hay lugar para dar a conocer su su obra; esa es una de las cosas importantes: la dignificación de los artesanos y los indígenas. La idea de luchar por un mejor país”.

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