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Expresiones

Porfirio Díaz: Presidente y emprendedor

El historiador Jorge H. Jiménez publica un libro en el que aborda una faceta poco conocida del militar y político

Juan Carlos Talavera | 29-10-2015

CIUDAD DE MÉXICO.

Porfirio Díaz no fue un viejito obsesionado con el poder sino un empresario empoderado que modificó el artículo 72 Constitucional, para tener el privilegio de recibir contratos desde la Presidencia, con el fin de adquirir acciones de varias empresas, como la Compañía Eléctrica e Irrigadora en el Estado de Hidalgo, beneficiada con la construcción del Gran Canal de Desagüe del Valle de México, explica el historiador Jorge H. Jiménez, autor de “Porfirio Díaz. Empresario y dictador”, que publica la editorial RM.

Pero no sólo eso. También privilegió su contacto con líderes militares de Estados Unidos, quienes incursionaron en México como empresarios, apoyó una clase empresarial sustentada en el amiguismo y la corrupción; participó como accionista en los tres principales bancos de México, adquirió una empresa minera para explotar el oro, e incluso modificó el estándar monetario de México para beneficiar sus inversiones.

Además, incursionó en la producción de objetos de arte, ornamentación y efigies de celebridades históricas de bronce, asociado con el escultor Jesús F. Contreras.; y quiso asegurar su legado empresarial, al llevar a su hijo al frente del monopolio ferrocarrilero, de la producción de dinamita y el hule. Incluso, ahora se sabe que abrió cuentas bancarias en España y Francia, donde envió gran parte de sus ganancias y de las cuales falta mucho por saber, explicó el historiador.

Ante este panorama, poco expuesto, Jiménez asegura que no han faltado quienes perseveran en revivir la modernidad porfiriana como un modelo para el presente y consideran cualquier movimiento en contra como una resistencia anacrónica al cambio.

Sin embargo, considero que Díaz edificó un régimen donde reemplazó el saqueo caótico y ocasional de los regímenes posteriores a la Independencia por el saqueo organizado y continuo”, indicó el historiador.

¿Cómo definiría a Díaz después de todos este hallazgo documental?, se le pregunta a Jorge H. Jiménez. “Como un empresario y un dictador. En el caso de Porfirio Díaz, la dictadura se ha interpretado como una afición al poder… o una amiga media obsesiva, pero al ver sus negocios se confirma que gestionó una centralización del poder económico que le permitió obtener concesiones, abrir opciones de trabajo para sus amigos y para sí mismo”.

¿Qué le diría a quienes insisten en que todo esto fue necesario en aras de alcanzar la modernidad? “Bueno, la modernidad ha sido usada como un mecanismo para justificar la corrupción. Incluso, hay quienes dicen que el mismo golpe de Estado de Díaz a Sebastián Lerdo de Tejada fue para que el país se modernizara más rápido, pero no existió una justificación valedera”.

¿Cuáles fueron los puntos extremos del Díaz empresario? “En realidad casi todas, desde el proyecto de desagüe hasta su participación, como accionista, en la creación de los tres bancos principales, los cuales se favorecieron por las leyes que él mismo emitió”.

Quizá la más grave fue cuando, tras adquirir una empresa minera, decidió cambiar el estándar monetario por el oro, lo cual en un país que se había basado en la plata —y que tenía una paridad de uno a uno con el dólar—, al adoptarse el oro devaluó la moneda en 50 por ciento, explica. Quizá todo mundo pensaría en que fue un mal cálculo financiero, pero bastaría escarbar un poco en la evolución de sus acciones en la industria minera, dedicadas a la extracción del oro.

RASTROS

Esta investigación arrancó en los años 90 como resultado de la revisión de cientos de actas notariales y otros documentos más sobre sus negocios.

En el proceso de investigación la evidencia de los negocios de Díaz eran para mí cada día más clara, sobre todo revisando empresas de Thomas Braniff, José Sánchez Ramos y algunos funcionarios de su régimen como Carlos Pacheco y Manuel Romero Rubio”.

Otro filo que demuestra los negocios del dictador mexicano fue su participación en la industria del bronce, a partir de la cual instituyó una fábrica de héroes que llevó a Paseo de la Reforma. Aunque el bronce no sólo fue utilizado en esculturas, sino quioscos, alumbrado público y decoraciones, con lo cual se estima que tuvo importantes ganancias.

Además, apoyó a generales de EU como Ulysses Grant, William Palmer, John B. Frisbie, John W. Foster y Edward C. Ord, a obtener concesiones de ferrocarril. “Es cierto que mucha gente habla de los ferrocarriles como el gran mérito del porfiriato, pero la realidad es que México necesitaba un ferrocarril que uniera los dos océanos y no tanto una serie de ferrocarriles longitudinales para extraer materias primas, como impulsaron los antes mencionados”.

Por último, Jiménez señala que para darle una mayor lógica y sentido a su proyecto, ordenó que en las escuelas profesionales, a cargo del Estado, fueran obligatorias clases de economía política, para que los alumnos aprendieran los beneficios del capitalismo y la inversión privada.

 

asj

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