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Expresiones

Soy un tanto amargado: Quino, extraña a Mafalda

Luego de festejar el 50 aniversario de la primera publicación de Mafalda, su creador, aseguró que extraña trazar la mirada inquisitiva de la niña que odia la sopa

Sonia Ávila | 02-10-2014
Joaquín Salvador Lavado, Quino, (Argentina, 1932).

CIUDAD DE MÉXICO, 2 de octubre.- Lo que me resulta difícil es dibujar un personaje sin decir algo politizado”, asevera Joaquín Salvador Lavado, Quino (Argentina, 1932), al confesar que extraña trazar la mirada pícara e inquisitiva de Mafalda, la niña que nació hace cinco décadas como una crítica a la clase política, social y económica de la Argentina de mediados del siglo XX.

Sin embargo, la niña preguntona que odia la sopa —una alegoría del régimen militar— perteneció a una época, y su autor descarta toda posibilidad de dibujarla de nuevo para una historieta actual, y su éxito, bromea, no es su culpa.

“El éxito de Mafalda yo no lo sé, en todo caso no es culpa mía”, responde el caricaturista de 82 años de edad a través de una videoconferencia desde Argentina, donde habló sobre la reedición de la serie de 12 volúmenes de la tira cómica, bajo el sello Lumen, a lo que se sumarán nuevas publicaciones como Mafalda inédito, Mafalda. Todas las tiras, Déjenme inventar, entre otras.

Quino atribuye la vigencia de la niña, que nació el 29 de septiembre de 1964 en el semanario Primera Plana, a los errores de  la sociedad que repite lo largo de la historia, desde lo político y económico hasta en las relaciones personales como la familia y las amistades, y en ello radica que los comentarios desenfrenados de Mafalda tengan una gran resonancia, incluso en el público infantil y juvenil.

“La época en que yo la dibujaba era una época que prometía grandes cambios en todo el mundo desde el Che Guevara, la guerra de Vietnam, el movimiento de liberación femenina y parecía que todo iba a cambiar para mucho mejor, pero lamentablemente lo que cambió no ha sido para mejor.

“El mundo está cambiando ahora con la migración, el intercambio cultural, pero están ocurriendo cosas preocupantes. Creí que los jóvenes de ahora que están con el teléfono (celular) iban a perder el interés en el personaje y que se moriría de una manera natural, pero lo sorprendente es que se siga manteniendo interés”, dijo de la historieta a la que dedicó sólo diez años de los 60 de trayectoria.

Más allá de los galardones internacionales que le ha merecido Mafalda, como el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, Quino confiesa que el mayor placer que le ha dado es ver la historieta en manos de lectores humildes, pues su origen era para gente de clase media, pero su creación consiguió romper fronteras geográficas y generacionales.

Niña amargada

En un juego sobre lo que Mafalda pensaría hoy, el caricaturista describe a la niña como una “amargada”, y conforme va sumando años es mayor su desilusión sobre la vida y menor la fe sobre el ser humano.

En ese sentido, Quino reconoce que su personaje siempre ha sido pesimista, con una mirada negativa.

“Mafalda, en el fondo, las ideas que tiene son las mías y yo no soy un hombre feliz viendo todo lo que pasa en el mundo, que hoy se siga decapitando gente me parece mal. Soy un tanto amargado y les transmití a mis personajes esa amargura. Creo que hay que tener fe en el ser humano a pesar de todas las barbaridades que hacemos y si uno compara la vida de hoy con la de antes de la Revolución francesa, creo que la humanidad avanzó grandes pasos”.

Quino confiesa que jamás dimensionó los alcances que tendría su historieta, cuyo origen era una campaña publicitaria para electrodomésticos sin concretarse.

La tira cómica se mudó al diario El Mundo en marzo de 1965 hasta 1973, época en que nacieron personajes como Manolito, Susanita o Miguelito y Felipe.

En formato de libro, se ha reeditado en 26 idiomas, y la imagen de Mafalda se reproduce en camisetas, bolsos, tarjetas, útiles escolares, calendarios y todo tipo de productos, lo mismo en Argentina y México, que España y Francia.

El éxito del personaje ha hecho que al caricaturista se le reconozca poco por los otros libros y tiras cómicas que produjo, pero él afirma que no le molesta e incluso aclara que toda su obra versa sobre el mismo tema: “Lo que decía Mafalda en mis páginas de humor ya lo había dicho antes o de alguna otra manera en otras páginas, así que Mafalda siempre está relacionada, de alguna manera, con el resto de mi obra”.

De esta manera, el eje que cruza su obra es la falla del sistema político, las guerras, las convenciones sociales, la política del mundo, la pobreza y hambre de la gente, las desigualdades sociales.

Esas inquietudes, afirma, nacieron de las discusiones familiares entre su abuelo comunista y su padre. “Al final las relaciones son las mismas, esos sentimientos que duran siempre en la humanidad y por eso no cambian los problemas”.

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