FEMSA: Lo social toma el arte

MONTERREY, 15 de agosto.- Si bien es común que los artistas tomen la realidad social y política como materia prima para la concepción de sus obras, parece que la preocupación por generar nuevas lecturas del entorno se ha afianzado más en los creadores jóvenes.

Es, al menos, el panorama que planea la exposición de la XI Bienal Monterrey FEMSA, e incluso el punto de encuentro entre los ganadores del premio de adquisición en la categoría bidimensional y tridimensional, de 200 mil pesos cada uno; además del ganador de la mención honorífica.

Con un par de dibujos a lápiz sobre acrílico titulados Tijuana Radiant Shine No. 1, Hugo Crosthwaite (Baja California, 1971) recibió el premio en la categoría bidimensional. La pieza desvanece la “leyenda negra” sobre la ciudad fronteriza al mostrarla sin narcotráfico ni violencia, y más bien inmersa en una modernidad en “crisis”.

En la categoría tridimensional, Antonio Monroy (Toluca, 1984) ganó el premio de adquisición por la instalación lumínica Segundo paisaje de sombras. De la serie En construcción que, por un lado, busca nuevas maneras de hacer dibujo en el espacio y, por otro, cuestiona el caos social de las ciudades.

“No hay una tendencia temática  específica, pero nos hemos encontrado con una tendencia mayoritaria en fotografía y los objetos bidimensionales, y de las particularidades que podemos ver es que muchos trabajan asuntos sociales, relaciones políticas, sus consecuencias”, explicó Agustín Arteaga, crítico de arte que participó como jurado junto con los artistas Betsabeé Romero y Pierre-Olivier Arnaud; el curador Gilbert Vicario, y el crítico Ramiro Martínez.

La mención honorífica para obra bidimensional se otorgó a Rolando Jacob (Tamaulipas, 1984) por la pintura CISA, que reflexiona sobre el abandono y fracaso de las casas de interés social construidas a la orilla de la ciudad. La mención para la categoría tridimensional fue para el “Colectivo objeto posible” que propone una investigación sobre la arqueología de la plástica a partir de la cerámica.

“Desde mi punto de vista personal, y que coincide con los demás jurados, las obras ganadoras se eligieron por la conjunción de la manufactura, por la conjunción de la temática y por lograr el cometido de su obra; porque están pensadas en cómo trasmitir la idea al espectador”, opinó Martínez.

Las obras ganadoras integran la exposición de 65 piezas de 40 artistas que se inauguró ayer en el Centro de las Artes de Monterrey. En total, a la bienal se inscribieron mil 200 creadores, y tres mil 487 trabajos en formatos como dibujo, pintura, fotografía, video e instalación.

Para Romero, el concurso funciona como un sensor de lo que se produce actualmente en el arte mexicano; no sólo por el número de participantes, sino porque se reciben trabajos de todos los estados del país y están representadas todas las técnicas y lenguajes.

Inspirado en un poema de Edgar Allan Poe que refiere a un futuro triunfante, Crosthwaite trabaja una serie de dibujos en los que las calles, los mercados, las plazas y la gente de Tijuana se presentan con cierta armonía con el objetivo de desmantelar la imagen negativa de la ciudad.

Eso, afirma, no significa que no evidencie una modernidad fracasada: “Tiene estos elementos de utopía y de distopía; dos perfiles de una ciudad, porque Tijuana tiene algo que brilla y la oscurece a la vez. Con mis dibujos replanteó esta realidad”, describe de la pieza ganadora que es la primera de la serie que exhibirá en Los Ángeles, Estados Unidos, en 2015.

Mientras que la obra de Monroy juega con dos elementos. Primero con la definición del dibujo y las posibilidades de producción, pues la instalación es una maqueta de mediano formato que simula los muros de la calle con grafiti y estos trazos se proyectan en la pared de la sala a través de un juego de luz.

Segundo, el artista propone una reflexión sobre el caos de una ciudad: “Es una simulación de una catástrofe de grafiti sobre edificios, los gráficos están cargados de símbolos como un llamado de fuerzas naturales para ocupar espacios urbanos en caos”.

Los temas de las obras coinciden de manera azarosa con el eje temático de la exposición invitada que integra por 11 obras de ocho artistas y dos colectivos colombianos, bajo la curaduría de Sylvia Suárez, quien hace una revisión histórica sobre los conflictos sociopolíticos del país latino.

Tras dos décadas, analizan la bienal

Con más de dos décadas de trayectoria la Bienal Monterrey FEMSA iniciará un proceso de análisis y reflexión sobre su estructura, su convocatoria y sus premios a fin de atender las demandas de los artistas.

“Ha tenido muchos cambios, porque es una plataforma en constante evolución que se  va adaptando a los mismos artistas, a sus propuestas, y ahora el reto es mayor, porque se nos encomendó investigar todos los procesos de las diferentes plataformas que existen como nuestra bienal, tanto mexicanas como internacionales”, señaló Rosa María Rodríguez, jefa de proyectos culturales de FEMSA.

Si bien no hay un diagnóstico sobre este concurso, Rodríguez señaló que se tomarán estrategias de otros encuentros para mantener el número de participantes y la atención de críticos, y en ese sentido consideró que se puede mejorar la convocatoria y, en especial, los premios con más opciones de residencias en el extranjero.

Para ello, los organizadores de la Bienal FEMSA participarán en noviembre próximo en un coloquio de bienales que se realizará en Sao Paulo, Brasil, donde asisten directores de encuentros como la de Venecia.

“No tenemos un ejemplo a seguir, queremos hacer un resumen de las más importantes y de ahí partir para organizar nuestra convocatoria para que al artista le siga resultando atractivo. Por ejemplo nos damos cuenta que a los ganadores les interesa mucho realizar residencias en el extranjero, entonces podemos modificar eso, pero tenemos que buscar alianzas”, dijo.