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Expresiones

La física cuántica traerá la revolución: Luis González de Alba

El líder estudiantil en el movimiento de 1968, escritor, articulista y divulgador de la ciencia, celebra hoy 70 años de vida

Juan Carlos Talavera | 06-03-2014
"No hubo barco para mí" (Cal y Arena) es el más reciente libro de González de Alba.

CIUDAD DE MÉXICO, 6 de marzo.- Luis González de Alba celebra hoy sus 70 años con la memoria fresca, la ironía en los labios y una extraña sensación de vértigo que le estremece el cuerpo y lo hace trastabillar. Es un problema del sentido del equilibrio que está dentro del oído, dice en broma, pero ya se está acostumbrando. Luego hace una pausa y comenta con

Excélsior algunas de sus obsesiones: un poco de literatura, historia, ciencia, la física cuántica y el año de 1968.

Antes que nada asegura que tiene una deuda con la historia y de inmediato se va a la tarde del 2 de octubre de 1968. Lo hace como si mirara una fotografía y echa mano de la memoria: “Siento que tengo una deuda con la historia. Esa es una obsesión que no he logrado resolver, no consigo aclarar qué ocurrió aquel 2 de octubre de 1968 ni por qué ocurrió. Este es un constante regreso a aquella tarde que ha sido minusvalorada y sobrevaluda por ambas partes”.

Pero acepta que hoy en su casi cumpleaños, no quiere hablar sobre ese tema. “He vuelto al tema y no me quiero extender porque me pasaría la tarde contando como lo hago en mi más reciente libro autobiográfico, No hubo barco para mí, dentro de la nueva colección que ha lanzado Cal y Arena llamada Ensayo Personal”, cuenta.

¿Por qué se fue a Guadalajara?, se le pregunta. “Hace 15 años decidí que extrañaba mucho Guadalajara y con eso me separé de mi actividad política directa, aunque tengo una actividad política en los medios, publicando en Nexos y en Milenio tanto artículos políticos como de divulgación de ciencia”.

—¿La ciencia es otra de sus obsesiones?

—Es algo que me interesa mucho, porque creo que la ciencia nos ha dado la vida que ahora gozamos; la física nos ha dado todo: este teléfono por el que estamos hablando, los teléfonos celulares, satélites. En particular, me entusiasma la física cuántica porque va a grandes saltos hacia la computación cuántica que nos llevará hacia una tercera revolución industrial, donde finalmente México estará bien colocado.

—¿Cómo visualiza esa tercera revolución?

—Viene de la física cuántica y la computación. En términos muy simples, te diría que la computadora cuántica será asombrosa porque modificará la vida cotidiana de todo el mundo. Será un salto tan grande como lo fue el del ábaco a la Mac.

Sísifo

En su opinión, el ser humano vive y seguirá viviendo una especie de mito de Sísifo en relación con su historia, donde carga su roca y vuelve a caer. “Esto es porque nadie aprende en cabeza ajena y los errores de la historia los volveremos a cometer una y otra vez”.

Un ejemplo muy simple, considera, es lo que está pasando  ahora con el auditorio Justo Sierra, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, “el cual dejaron las autoridades universitarias por 15 años en manos de vándalos que los usaban como dormitorio, cocina y para venta de drogas. Así que las autoridades parecen no haber aprendido que no se puede permitir poquito porque entonces ahorita tienen el problema serio”.

Esto quiere decir que el rector José Narro no aprendió de sus antecesores: el auditorio es de la Facultad de Filosofía y no del grupo que lleva más bombas Molotov o más varillas para darle de palos al otro. “No aprenden las autoridades ni los ciudadanos. Y algo similar sucede con el gobierno de la Ciudad de México y el tema de los table dance, que a mí no me importan, pero es una libertad del ciudadano ir o no”.

—¿Qué es lo que busca como ese articulista que explora la realidad cotidiana?

—¡Alcanzar un cambio! Y en esos breves espacios trato de señalar algo, como lo que he dicho sobre una izquierda civilizada. Son mensajes que espero lleguen a alguien, que me lean y que alguien se preocupe por eso.

—¿Sigue pensando que “la vida es un cuento narrado por un idiota”?

—Sí (sonríe). Es una frase del Macbeth, de William Shakespeare. Pero la frase original es peor todavía: “Podría ser la vida un cuento narrado por un idiota, un cuento sin sentido lleno de furia y ruido”. Y así es, sin entrar en cuestiones religiosas, porque quisiera que no hubiera gente con hambre ni sin casa. Y eso sólo nos lo da la técnica derivada de la ciencia.

—Por último, ¿cómo ve el mundo del libro?

—No lo veo tan optimista. Así lo dicen los números. Cuando empecé a publicar, las ediciones eran de tres mil ejemplares y el país tenía 60 millones de habitantes. Ahora somos más de 120 millones y se hacen ediciones de mil, en espera de que se vendan.

“Además en las ferias del libro noto mucho una actitud que no me agrada, pues los asistentes quieren ver a determinados escritores como si fueran estrellas de rock. Pero más allá de eso dentro del libro surgen obras maestras y, por ahora, te recomiendo leer a Amos Oz, Orhan Pamuk y a Mario Vargas Llosa”, concluye.

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