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Comunidad

La Ciudad está mutando ante Covid-19

La Ciudad poco a poco se guarda en sí misma. Sobre las aceras de Paseo de la Reforma que bordean el Bosque de Chapultepec se puede caminar hasta un kilómetro sin encontrarse con alguna otra persona

Arturo Páramo | 21-03-2020
Pero algo va transformándose en la Ciudad y su parque emblemático es la viva muestra. Foto: Cuartoscuro

CIUDAD DE MÉXICO

El Bosque de Chapultepec ya es el reflejo de lo que la Ciudad de México vivirá en las próximas semanas.

El gran óvalo de la Avenida Heroico Colegio Militar está lleno de puestos y vendedores, pero no hay compradores. Ocasionalmente aparecen un ciclista, un patinador, una familia, por allá algunos visitantes en esta sección de más de 200 hectáreas que ahora parece un desierto.

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El Lago Menor tiene abiertas sus taquillas para alquilar lanchas. Sólo tres embarcaciones son utilizadas en el lago. Cerca de mil lanchas están atadas en los muelles. Las garzas vuelan sin obstáculos por el espejo de agua.

Unos pasos más adelante, en el Zoológico, una de las principales atracciones del parque, los torniquetes ya no giran. No hay visitantes. Pese a ello, los policías tienen desinfectante en aerosol listo para quienes quieran entrar.

En la Ciudad de México, no ha habido un llamado para que la gente se mantenga dentro de sus casas, no se ha anunciado la salida del Ejército a la calle, ni se exige que la gente retorne a sus domicilios.

Pero algo va transformándose en la Ciudad y su parque emblemático es la viva muestra.

En la Avenida Acuario, que lleva del Zoológico a Paseo de La Reforma, la caminata se realiza sin toparse con algún otro paseante.

A cinco minutos a pie, se encuentra el Museo de Antropología, tal vez el más importante y el más visitado del país. En su enorme vestíbulo sólo Hay guardias de seguridad. Los visitantes llegan a cuentagotas. No hay familias enteras, ni los grupos de visitantes extranjeros. A la exposición de José María Velasco o a la tienda de recuerdos no llegan visitantes.

Sólo se escucha el ruido de la cortina de agua que cae de la gigantesca fuente.

En los vecinos Museos Rufino Tamayo y de Arte Moderno, solo hay vigilantes, pero no visitantes.

La Ciudad poco a poco se guarda en sí misma. Sobre las aceras de Paseo de la Reforma que bordean el Bosque de Chapultepec se puede caminar hasta un kilómetro sin encontrarse con alguna otra persona.

El paseo es desconcertante para quien esto escribe, acostumbrado a la algarabía del parque, a la Ciudad vibrante y testigo de las cotidianas aglomeraciones. La Ciudad está mutando, hora por hora cambia su fisonomía, y asume la sobrecogedora imagen de las calles vacías, los parques abandonados, y los comercios cerrados, tan similares a las que llega a diario desde la televisión, y en redes sociales desde otros países.

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*brc

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