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Sida en México, ¿hacia dónde vamos?

Luis Manuel Arellano Delgado | 13:45
https://cdn2.excelsior.com.mx/media/pictures/2016/06/07/ladooscuro_header.jpg Luis Manuel Arellano Delgado

 

En el contexto de la Décima Conferencia Científica sobre VIH 2019, que la Asociación Internacional de Sida realiza estos días en la Ciudad de México, es obligado preguntarnos por qué nuestro país no puede todavía controlar la epidemia.

Hace 36 años se diagnosticaron los primeros casos de sida, hace 33 años se integró el Comité Nacional del Prevención del Sida y hace 31 años se publicó el decreto presidencial que creó el Consejo Nacional para la Prevención y el Control del Síndrome de la Inmunodeficiencia Adquirida, rebautizado desde 2001 como Centro Nacional para la Prevención y el Control del Sida. Este año se planteó la desaparición del CENSIDA pero se decidió sostenerlo. Hay nueva directora general por lo cual dicho Centro seguirá marcando la pauta en un entorno adverso.

Históricamente el CENSIDA ha sido estratégico. Sin embargo, su efectividad está acotada porque no es un órgano autónomo dentro de la federación. Toma decisiones en sintonía con la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud o desde más arriba. Un ejemplo. A CENSIDA se le prohibió liberar la convocatoria anual para financiar estrategias comunitarias, lo que afecta sus planes de contención de la epidemia.

Por otro lado, la fragmentación del Sistema Nacional de Salud y la descentralización de los servicios de salud pública impiden al CENSIDA coordinar estrategias nacionales. El IMSS, el ISSSTE y las fuerzas armadas tienen modelos distintos de atención que han desafiado los principios de la Norma Oficial 010 y de la Guía de Manejo Antirretrovirales de las Personas con VIH.

Si esto fuera poco, hay que enfrentar las estrictas disposiciones del Seguro Popular para dar de alta o de baja a beneficiados de dicho programa, ya que detienen el inicio de tratamiento antirretroviral en quienes carecen de documentos o lo retrasan e incluso de plano lo interrumpen si el paciente es incorporado a la seguridad social.

Dado que el Cuarto Constitucional establece, a través de la Ley General de Salud, la separación de pacientes en función de su derechohabiencia, anualmente se registra la migración masiva de pacientes con VIH que deben dejar un sistema de salud para incorporarse a otro (particularmente cuando se retira la protección del Seguro Popular) sin que se hayan podido articular mecanismos efectivos para que el IMSS y el ISSSTE aceleren la recepción del pacientes, los integren a la brevedad a sus servicios y les respeten el esquema de tratamiento con el que han llegado.

Por cierto, desde hace meses el ISSSTE vive el peor desabasto de antirretrovirales por falta de liquidez. Son casi 8 mil los trabajadores al servicio del Estado que viven con VIH y enfrentan interrupciones de medicamento. Una emergencia que no parece impactar a la Secretaría de Salud federal. Tampoco CENSIDA ha manifestado su preocupación sobre esta emergencia concreta. La Comisión Nacional de Derechos Humanos ni enterada del caso.

Pero hay más. Los programas estatales de VIH/sida carecen de facultades para hacer cumplir los procesos normativos del CENSIDA, incluso no siempre tienen coordinación con los Centros Ambulatorios para la Prevención y la Atención en Sida e Infecciones de Transmisión Sexual (Capasits) ni con los Servicios de Atención Integral Hospitalaria (SAIH). Esto ha dado como resultado que tampoco haya supervisión en la asignación de tratamientos, en el control virológico y mucho menos monitoreo de efectos secundarios, trastornos metabólicos o infecciones oportunistas.

Además, debe considerarse la capacidad de la industria farmacéutica para influir en los esquemas de antirretrovirales así como en la compra de dichos fármacos por encima, obviamente, de los lineamientos de la ya citada guía.

La lucha contra el VIH/sida México acumula mucha experiencia pero también retos como la reconfiguración de la epidemia que crece en la población heterosexual. Otra prioridad es incorporar y sostener en tratamiento a los extranjeros radicados en el país, formal e informalmente, a quienes actualmente el Seguro Popular niega la póliza de afiliación. Hoy más que nunca urge una definición sobre la migración y el VIH. No alcanza este espacio para detallar las barreras que CENSIDA debe sortear para cumplir las inalcanzables metas del 90-90-90.

Por eso resulta contundente la afirmación del antropólogo Marc Augé en el sentido de que “el futuro se relaciona con la evidencia”, porque en materia de VIH/sida hay demasiada evidencia del caos conceptual pero también operativo en que se encuentra el programa nacional creado hace más de 6 lustros con la instrucción de enfrentar, atender y controlar esta emergencia sanitaria que es también social, política y de derechos humanos.

Augé, sin embargo, también advierte respecto de la necesidad de apelar a la conciencia del porvenir común. Dice este humanista francés que “ni la sociedad multicultural, ni las redes sociales, ni la sociedad de consumo o de servicios son la palabra clave de la historia porque la palabra clave no existe”. Cuánta razón. Quizá por eso los casos exitosos frentes al VIH son individuales. Es terrible pensar que ese sea el único camino.

 

Referencia

• Augé, Marc. “Futuro”, traducción de Rogelio Molina-Zavalía. Ed. Adriana Hidalgo, 2012, Buenos Aires.

@LuisManuelArell

 

 

 

 

Aclaración: El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.

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