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El orden natural de las cosas

Edgar Alejandro Hernández | 00:30
https://cdn2.excelsior.com.mx/media/pictures/2016/06/07/cuboblanco_header.jpg Edgar Alejandro Hernández

Para que una institución pública o privada pueda atentar, con impunidad, contra la integridad de una obra de arte, se requiere forzosamente del silencio cómplice de todos aquellos que formamos parte del campo artístico. Que el Museo Jumex haya censurado la obra La evolución de las especies (1995), de Miguel Calderón, para poderla utilizar como foco de su campaña publicitaria de la exposición El orden natural de las cosas, es tan grave como el hecho de que durante los dos meses que duró la exposición no hubo una sola voz que protestara por la mutilación de la pieza.

Como si fuera una alegoría del tipo de arte que busca promover el Museo Jumex, la obra de Miguel Calderón fue quirúrgicamente castrada. Literalmente, el museo borró los testículos del hombre desnudo que marcha en cuclillas con el fin de volverlo una imagen inofensiva para el público que transita por la calle, pero, sobre todo, para los intereses empresariales de la trasnacional que patrocina el recinto.

Campaña publicitaria de la exposición El orden natural de las cosas.

 

Sin sus partes pudendas, el personaje creado por Miguel Calderón para marcar la evolución del hombre, que inicia desposeído de bienes materiales (salvo un par de calcetines y unos lentes oscuros) y termina armado hasta los dientes, se reprodujo exponencialmente en decenas de anuncios espectaculares a lo largo y ancho de toda la Ciudad de México. En algunos casos se mostraba la pieza completa, compuesta por seis fotografías, pero en la mayoría de los casos sólo aparecía el solitario y afeminado (por obra y magia del fotoshop) hombre desnudo para anunciar la pretenciosa exposición El orden natural de las cosas, curada por Julieta González y José Esparza Chong Cuy.

 Si bien ya es cuestionable que la imagen del hombre desnudo se reproduzca aislada de las cinco fotos restantes que componen la obra deMiguel Calderón, más problemático es que se exhiba castrada y como si fuera un aséptico anuncio publicitario, que llama la atención de la gente, pero no perturba la moral o los intereses empresariales.

No es difícil imaginar la escena en las oficinas del Museo Jumex cuando presentaron la campaña publicitaria de la exposición El orden natural de las cosas al representante de la empresa Grupo Jumex y éste vio al desnudo personaje de Miguel Calderón con sus atributos masculinos (estoy casi seguro que este tipo de eufemismos se usaron en ese momento) colgando tímidamente bajo sus piernas. Es casi natural que a un empresario, que no tiene ninguna sensibilidad hacia los lenguajes artísticos la fotografía, le hubiera resultado problemática. Hasta aquí todo va más o menos en el orden natural de las cosas. Pero cuando los encargados del museo, que se supone sí entienden la gravedad de censurar una imagen, decidieron que no había por qué sustituir la imagen, sino que era mejor convencer al artista que les permitiera castrar su pieza, ahí el tema pierde cualquier lógica o sentido.

Imagen censurada de la serie La evolución de las especies.

 

Por que, hay que consignarlo, Miguel Calderón autorizó que se modificara su obra. Según explicó el propio artista “la conversación comenzó con que no la editarían, pero progresivamente fueron cambiando los términos. La verdad no volvería a permitir que sucediera. De alguna manera es metafórico para los artistas que, a cambio de mostrar cosas, te tengan que castrar”. 

La moralina censura del Museo Jumex a la obra de Miguel Calderón resulta grotesca por muchos motivos, pero en principio porque viene de un recinto que, en el discurso, “fue pensado como un sitio único para fomentar el descubrimiento, la reflexión y el aprendizaje del arte contemporáneo, esto a través de un programa crítico que cuestiona los paradigmas de pensamiento y los grandes temas de nuestro tiempo”.

¿Qué reflexión o qué aprendizaje se puede tener de un postura tan reaccionaria hacia una imagen de un hombre desnudo? ¿El castrar una obra, cómo cuestiona los paradigmas del pensamiento? ¿En qué pensaban los curadores y administradores del museo (aún no hay un director general) cuando decidieron que era mejor censurar una pieza a simplemente sustituirla por otra, si es que ésta no correspondía con los intereses de la empresa?

Al ver la obra censurada de Miguel Calderón no puedo dejar de recordar las absurdas y temerarias declaraciones que Patrick Charpenel dio a la revista La Tempestad, después de que renunció a la dirección del Museo Jumex tras la crisis por la censura a la exposición de Hermann Nitsch en 2015: “Sí, la cancelación (de la muestra de Nitsch) fue un hecho lamentable, pero hubo demasiadas variables que no fueron puestas en la balanza en el momento de juzgar a la institución. Ningún artículo hizo énfasis en lo que he mencionado. El juicio, aunque necesario, fue muy duro. (…) No quiero disminuir la gravedad de lo que ocurrió. Llegué a pensar que, si éramos así de malos, tal vez lo mejor era dejar el lugar a quienes pudieran hacerlo mejor, pero la realidad es que sin la Fundación Jumex colapsaría el sistema del arte mexicana.” (http://nubr.co/ulHyut)

Imagen original de la serie La evolución de las especies.

 

Parafraseando a Charpenel, habría que preguntar a su sustituta interina, Julieta González, ¿qué variables fueron puestas en la balanza cuando decidieron castrar la pieza de Miguel Calderón? ¿Es demasiado duro pensar que el cortarle los testículos a su personaje debe considerarse como una grave censura? ¿Realmente la Fundación Jumex, que de nueva cuenta tuvo una actitud reaccionaria hacia los discursos del arte contemporáneos, es la única institución que salvará al sistema del arte contemporáneo del colapso?

El silencio será de nueva cuenta la respuesta a estos cuestionamientos. El coleccionista, como el eslabón más alto dentro del sistema artístico, no está obligado a dar cuenta de sus actos. No importa que la censura sea fragrante o que Miguel Calderón sea un artista reconocido que, además, es representado por Kurimanzutto, una de las galerías más influyentes del país.

Aquí también hay que preguntarse, ¿qué representa Miguel Calderón para Kurimanzutto? ¿Por qué la galería consideró que era aceptable la censura a la obra de uno de sus artistas?

No hay que olvidar que cada vez que la galería creada por Mónica Manzutto y José Kuri ve afectado sus intereses comerciales nunca ha dudado en presionar, en lo público y privado, a curadores, artistas, galeristas, periodistas o directores de ferias y museos.  Con una eficacia inusual logran imponer sus condiciones, sin importar que tengan o no la razón.

Montaje dentro del Museo Jumex de La evolución de las especies.

 

Un ejemplo que recuerdo a vuelo de pájaro fue en 2011, durante la feria Zona Maco, cuando Kurimanzutto obligó a la galería Arena México, de Guadalajara, a desmontar piezas de Miguel CalderónGabriel Kuri y Daniel Guzmán, que ofrecía como mercado secundario, por el simple hecho de que se trataba de artistas que ahora ellos representaban.

Quien frecuenta ferias de arte sabe que es común que un mismo artista sea representado por varias galerías que, incluso, llegan a ofrecer las mismas obras (cosa que le pasó alguna vez a la propia Kurimanzutto con una pieza de Rirkrit Tiravanija). En este caso se trataba de obras de los 90, de la colección Alma Colectiva, de Aurelio López Rocha, que fueron producidas y vendidas antes de que la galería fuera creada. No había argumentos para desmontar las piezas, pero Kurimanzutto mostró músculo y tanto la feria como el galerista cedieron a su petición.

Presionar a Zélika García y a Jaime Ashida es un riesgo que sin duda puede tomarse la galería, porque no pone en riesgo el negocio. No se puede decir lo mismo frente a la censura de la institución creada por el coleccionista Eugenio López. Guardar un disciplinado silencio es lo que conviene a todos para mantener el orden natural de las cosas.  

 

El orden natural de las cosas, curada por Julieta González y José Esparza Chong Cuy, se exhibió en el Museo Jumex del 11 de marzo al 8 de mayo de 2016.

 

 

Aclaración: El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.

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