No sé lidiar con la muerte, no sé qué se hace con ella. Me gustaría faltarle al respeto y que nos devolviera un poco de todo lo que se lleva. No sé lidiar con la muerte, no sé qué hacer con el vacío que deja; el que quita el aire, el que quiebra. Me gustaría negociar con ella, firmar un contrato, pactar una tregua.
No sé lidiar con la muerte, no sé si se burla o si enseña. No sé por qué nos mantiene a prueba. Me gustaría saber quién le partió el corazón, cómo perdió la razón y cuándo se volvió una ingrata imprudencia. No sé si entenderla es lograr otro nivel de conciencia; olvidar la materia, elevar el espíritu y convivir con ella.
No sé lidiar con la muerte, no sé contestar esa llamada, no sé leer ese mensaje y no sé qué decir. Nunca fui bueno con los duelos y las separaciones, la soledad y la culpa se apoderan. Y es que después de la noche más triste, qué es lo que queda, qué es lo que sigue, qué nos espera.
No sé lidiar con la muerte, y sólo de pensarlo, vuelve el nudo en la garganta que desde ayer me quema.
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