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Görlitzer

Alonso Monroy | 12:26
https://cdn2.excelsior.com.mx/media/pictures/2018/01/30/logo_sitio.jpg Alonso Monroy

Todos necesitamos un respiro. Todos nos necesitamos desahogar. Todos estamos en búsqueda de cierta calma y cierta paz. Todos queremos libertad. 

Yo colecciono mares, cielos y parques donde me pueda escapar. Un refugio, una guarida, un lugar para ser y para estar. Un lugar para descansar los pies.

Por eso desde mis primeros días en Berlín me dediqué a buscar ese sitio y hallé el Görlitzer; un parque callejero, algo descuidado y un tanto rebelde. Mi lugar favorito. 

En Berlín abundan los parques. Cuentan que después de la Segunda Guerra Mundial, la ciudadanía comenzó a recuperar espacios devastados en un intento por olvidar lo sucedido. Decenas de bases militares, estaciones, puntos de control, túneles y búnkers, hoy son espacios públicos, y en su mayoría parques.

Así, el Görlitzer solía ser una estación de tren que convivía en su costado con un enorme depósito de carbón, un punto clave de suministro y almacenaje a la orilla del río Landwehr, un canal que corre pegado al que fuera el muro de Berlín. Dicen que durante los años en los que Berlín estuvo dividido, lo que hoy es el centro del parque era un enorme túnel donde cruzaban los trenes del lado capitalista al socialista y viceversa. El control sobraba en este lugar.

Quizás por eso cuando se derribó el muro, este fue uno de los primeros puntos que se levantó como un símbolo del reclamo ciudadano por recuperar su independencia, su espacio y su libertad. El enorme túnel fue removido para dar paso a una especie de cráter que está cubierto con una alfombra de pasto natural. Un enorme jardín, rodeado de árboles, patines y bicicletas. Un pulmón en medio de un fascinante barrio.

Hoy el Görlitzer es un oasis austero donde me he encontrado con gente de todo el mundo. Como muchos parques metropolitanos, aquí no hay nacionalidades, pasados o fronteras, cada quien es dueño de ese espacio, en su tiempo, en conciencia y en libertad. Aquí cada quien actúa bajo su libre albedrío y se trata de no juzgar. Resaltan unos cuervos fantásticos que se pasean como guardianes y llama la atención la cantidad de frisbees que vuelan en el lugar.

Ya se van cayendo todas las hojas del parque y los días de sol van quedando atrás. Comienza lo que parece será un largo invierno y me da mucha curiosidad saber cómo se verá el parque con el hielo que deja la nieve por las mañanas. Estoy seguro que seguiré viniendo y que lo seguiré disfrutando, porque todos necesitamos un alto en el camino, porque todos necesitamos detener el paso, porque todos queremos de vez en cuando esa paz. Esos aires de libertad.

Aclaración: El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.

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