Qatar gate; la FIFA, un oasis de la polémica

Pese a los casos de corrupción, el pequeño país del Golfo Pérsico se abrió paso para organizar la Copa del Mundo de 2022

Joseph Blatter. En días recientes, el expresidente de la FIFA dijo que fue “un error” darle a Qatar la sede del Mundial 2022. Foto: AFP

La noche del 2 de diciembre de 2010, la corrupción fue completa. El presidente de FIFA, Joseph Blatter, anunció dos sedes de golpe: Rusia para 2018 y Qatar en 2022. En medio de la vorágine e incertidumbre (primera vez que se elegían dos Mundiales), Estados unidos rechinaba los dientes cuando fue desestimada su candidatura.

El golpe se fraguó desde años antes. Los principales culpables se tienen que mirar a ellos mismos y tratar de reconocerse con el tiempo. Se traslada todo a 2010, cuando se citaron para almorzar en el Palacio del Elíseo el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, el jeque Hamad  Bin Jassem, primer ministro del Emirato, Sebastien Bazen, representante de Qatar Sports Investmens con el papeleo para comprar al club París Saint-Germain, y Michel Platini, presidente de la UEFA, quien intervendrá decididamente para darle el Mundial a Qatar.

Blatter lo revelaría con el tiempo, una vez expiada su coparticipación en el asunto: “Me llamó Platini para decirme que el acuerdo hecho ante el comité ejecutivo de la FIFA no se iba a cumplir. Y me invitó a desayunar en el Palacio del Elíseo”.

Una vez cerrado el trato de que la UEFA apoyaría a Qatar para el Mundial, se realizó la compra del París Saint-Germain, además de lanzar el canal de deportes beiN. El día de las votaciones, Qatar se impuso a Estados Unidos en la última ronda 22 votos a 14, lo que causó suspicacias por tratarse de un país sin tradición futbolística y que para el verano presentaba temperaturas tórridas, lo que obligaba a poner de cabeza los calendarios de las ligas, pero, más allá de eso, los estadunidenses sabían que algo corrupto había pasado. De ahí que se lanzaran en una cruzada de investigaciones hasta que moralmente tuvieron el derecho de organizar el Mundial siguiente, en 2026, que ellos mismos decidieron compartir con Canadá y México.

Las pesquisas llevaron a indicar que el autor intelectual de todo el entramado fue Mohammad Bin Hamman, que desembolsó 3.7 millones de euros repartidos entre 10 votantes de la FIFA para decantar a favor de Qatar. En 2011, el propio organismo castigó a Bin Hamman por corrupción, al igual que a Jack Warner, presidente de la Concacaf.

Las publicaciones France Football de 2013 y The Sunday Times, coadyuvaron decididamente a entender la trama de Qatar para conseguir el Mundial, apoyados en Francia y Emiratos Árabes Unidos.

En 2015 explotó todo. La justicia de Estados Unidos, en plena venganza, ordenó la detención de seis altos mandos de la FIFA por blanqueo de dinero, extorsión y fraude, mientras las autoridades suizas abrieron proceso de investigación por las concesiones a Rusia y Qatar como organizadores.

Hubo cargos y culpas para todos. Joseph Blatter y Michel Platini detenidos y posteriormente liberados y suspendidos por el comité ético de la FIFA en 2015, y así siguieron los eslabones de corrupción siendo exhibidos: Jeffrey Webb, de las Islas Caimán; Eduardo Li, de Costa Rica; Julio Rocha, de Nicaragua; Jack Warner, de Trinidad y Tobago; Eugenio Figueredo, de Uruguay; Nicolás Leoz, de Paraguay; Alfredo Hawit, de Honduras; Brayan Jiménez, de Guatemala; Alejandro Burzaco, de Argentina; José Margulies, de Brasil; Chuck Blazer, de Estados Unidos; Luis Chiriboga, de Ecuador; Carlos Chávez, de Bolivia; Luis Bedoya, de Colombia; Jerome Valcke, de Francia; Chung Moog-joon, de Corea del Sur y Juan Ángel Napout, de Paraguay.

“Es el organismo más corrupto del planeta y son los que manejan al futbol”, dijo el exgoleador inglés Gary Lineker.

Pero Qatar pudo abrirse paso. El Mundial nunca peligró.

El dinero y el poder de corrupción pudo sobre la pelota.

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