Arturo Xicoténcatl

Arturo Xicoténcatl
El espejo de tinta

Recuerdos

26 de Noviembre de 2019

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Ahí, junto a las puertas de Excélsior, en la calle de Bucareli, los aficionados se abalanzaban como aves marinas sobre la mancha del cardumen para devorar las noticias y comentarios de lo que unos minutos antes habían visto en la Plaza México o Cuatro Caminos. Los ejemplares del Redondel y Claridades se vendían como pan caliente. Eran aficionados apasionados sedientos de conocer o de nutrirse de argumentos para el tema de conversación de la semana. La pasión se extendía a otras actividades deportivas. Nadadoras, atletas, tenistas, lo primero que hacían los fines de semana en las mañanas era comprar los periódicos y enterarse de la profusa difusión deportiva amateur. Me tocó ser testigo de encendidas discusiones de natación en algunos cafés o centros comerciales y lúdicos de la capital mexicana, en aquella época, cuando reconocer por la avenida de San Juan de Letrán al boxeador José Medel o a Wama, el gigantón de lentes oscuros de la Facultad de Derecho de la UNAM, era un acontecimiento agradable; suceso de admiración en los albores del 60 fue enterarse que María Teresa Adame, aquella preciosa clavadista de pelo rubio del Centro Deportivo Chapultepec, se había convertido en la primera mexicana en zambullirse desde la plataforma de diez metros, después de dar tres vueltas y media al frente, o que Rubén El Diablo Vargas igualaba, en 1964, el récord absoluto de los 200 m estilo de pecho, que poseía el argentino Domínguez Nimo, un crono que le habría permitido realizar una buen actuación en Tokio 64… La alberca del CDCh reventaba de aficionados, la de CU cubría de espectadores sus grandes tribunas. El poderoso estruendo de la patada de delfín de Eulalio Ríos resonaba en los oídos de los espectadores; se zambullía y emergía a los 35 m, en primer lugar. Su silueta, bajo la superficie, deslizándose con la velocidad ondulante del delfín, era acompañada de exclamaciones y seguida por decenas de índices. Época hermosa, una de las más hermosas del México deportivo.

Mari Tere Adame reúne todos los años a miembros de aquella pléyade de clavadistas y nadadores del CDCh que brilló en Centroamericanos, Panamericanos, Olímpicos. Escribir CDCh es nombrar a Mario Tovar, a Joaquín Capilla, Juan Botella, Álvaro Gaxiola, José Robinson, Tonatiuh Gutiérrez, Mauricio Ocampo, a Rosa G. Pardo, Javier Ostos Mora, los Mariscal, Antonio, Federico, y tantos y tantos notables, la mayoría desaparecidos. El arquitecto Rubén Vargas, colaborador de Pedro Ramírez Vázquez, nos muestra una foto donde aparecen 19 miembros de la selección que asistió a los Centroamericanos de Caracas 1959. 16 ya desaparecieron. Champito Madrigal, Juan Botella, Otilio Olguín, el juez Trucutú Nava, Enrique Rabell. El deporte es espejo de la vida y la vida es hermosa y cruel.

 

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