Mazda 3 Turbo, experiencia de altura

El nuevo Mazda 3, impulsado por un motor turbo, es un arma letal, madura y dispuesta a volar si el camino se lo permite

Fotos: Salomón Ramírez / Fotoarte: Horacio Sierra / Producción: Liz Durán
Fotos: Salomón Ramírez / Fotoarte: Horacio Sierra / Producción: Liz Durán

A bordo del nuevo Mazda 3, que equipa un corazón turbocargado, se respira un aire muy particular y no es el provocado por el olor de la piel que envuelve a la versión Signature, más bien tiene que ver con la sensación de estar manejando un auto que se sabe poderoso, pero que no tiene la menor intención de presumirlo.

Mazda se tomó su tiempo para volver a montar un bloque sobrealimentado bajo el cofre de este vehículo, desde 2013 que no lo hacía, así que aquel muchacho que conocíamos como Speed3, equipado con un cuatro cilindros de 2.3 litros que generaba 263 caballos de fuerza y empujaba con 280 libras-pie de torque acoplado a una caja manual de seis cambios, ya maduró y es otro.

Creció y sustituyó aquel corazón que lo propulsaba por uno más moderno, avanzado y tecnológicamente superior. Bajo el cofre de este Mazda 3 late el mismo bloque que impulsa a sus hermanas mayores, CX-9, CX-5 y al Mazda 6 en las versiones Signature, un 2.5 litros que entrega 227 caballos percherones de fuerza.

 

 

Además, a diferencia de lo que ocurría en el pasado, cuando la potencia del Speed 3 se enviaba al eje delantero, en el caso de este nuevo hatchback el empuje se distribuye en las cuatro ruedas, gracias a una deliciosa tracción integral.

Si vieron Karate Kid, imaginen que el nuevo Mazda 3 turbocargado es el señor Miyagi, un maestro muy zen, calmado, que incluso parecía inofensivo, salvo por los ojos rasgados, pero a la hora de combatir era un preciso y letal guerrero. Su antecesor hubiera sido un Cobra Kai, pues tenía esa actitud irreverente de buscar pelea en cada semáforo, aprovechando la menor provocación para presumir que hacía el 0 a 100 km/h en 5.5 segundos.

 

Sin embargo, hoy Mazda es una marca muy distinta a la que comercializaba a aquel descarado hot Hatch juvenil, pues su enfoque ahora es más refinado, y si bien cuenta con el contundente empuje de 310 libras-pie de torque proporcionadas por un bloque incluso más grande, la forma en la que las entrega es otra.

En la actualidad, cuida detalles que antes no consideraba, como los materiales y diseño del  interior, un sofisticado sistema de audio firmado por la marca Bose de 12 bocinas e incluso una ergonomía que disminuye el cansancio de los ocupantes, han pasado dos generaciones y se nota.

 

HAY QUE SENTIRLO PARA ENTENDERLO

Ajustamos el asiento, los espejos retrovisores y el volante a nuestra talla para encontrar la posición ideal de manejo y tener todo a la mano, fue rápido gracias a todos los controles para modificar altura, profundidad y posición de todos los componentes de este deportivo, el diseño del tablero y la posición de la palanca de velocidades ayuda mucho, pues los ingenieros de Mazda han puesto muchas horas de trabajo en hacer que el auto sea cómodo.

Con la presión de los neumáticos montados en rines de 18 pulgadas en sum punto buscamos la carretera para exprimir la diversión. Las primeras curvas de la Autopista México-Cuernavaca nos dejaron sentir el empuje de un vehículo listo para enfrentar las parábolas como si fueran rectas; con el acelerador a fondo pusimos a prueba el desempeño de la tracción AWD, la cual incrementa el aplomo con el que es posible acomodar el auto, para sentir que vas sobre rieles.

Los ajustes en la suspensión combinados con la poca torsión de la carrocería te hacen sentir en todo momento en control de la situación.

El trabajo de la caja se puede regular a través de las paletas de cambios ubicadas detrás del volante, y si bien no es el clásico hot hatch que reacciona de forma intempestiva al toque del acelerador, sí es un auto bien balanceado que te permite disfrutar de una aceleración progresiva que nunca deja de empujar y encuentra su mejor desempeño a altas velocidades, aunque no necesariamente por debajo de los 50 km/h.

 

 

Mientras hundía el pie en el acelerador reflexionaba sobre la puesta a punto del motor, el cual presume un turbocargador inteligente con presión dinámica, que gracias a su diseño ayuda a suprimir el turbolag. Cuando el motor no genera el volumen suficiente de gases para accionar el compresor al circular sin atacar el acelerador, se cierra una válvula en la tubería que lleva al turbo, buscando que los gases pasen por un menor espacio para incrementar la presión que se ejerce sobre el sobrealimentador, el diseño del motor dispuso una misma salida de los gases de los cilindros 2 y 3 y de forma independiente para el 1 y 4, con la intención de optimizar el funcionamiento del bloque.

El empuje del motor comienza a ser más contundente a partir de las dos mil revoluciones por minuto y si se sabe administrar la caja automática de seis velocidades la experiencia puede ser muy gratificante.

 

 

Si se pisa con decisión el acelerador, por encima de los 150 km/h, el motor seguirá empujando gracias a una puesta a punto que se sirve de un diseño que mantendrá el conjunto trabajando a bajas temperaturas, mejorando su respuesta y consumo de combustible.

Mazda ha creado un vehículo que está dispuesto a ofrecer una experiencia superior, un arma fina que disfruta más de las carreras de resistencia que de los arrancones de cuarto de milla, bien equipado, que incluso pudiera parecerse la versión que no es turbo, pues ésta es una propuesta sólo para conocedores.

 

EL PODER DEL TURBO

Mazdaspeed nació en 1967 como Mazda Sports Corner, un equipo de carreras independiente que compitió en numerosos eventos en casa y en el extranjero. Mazda llevó al equipo de carreras a Hiroshima en 1983, donde el nombre se convirtió en Mazdaspeed y en 1999, Mazda Corp. asumió el control total como una división deportiva.

A partir de 2003, Mazda debutó su primer modelo con el apellido Mazdaspeed, pero no fue sino hasta 2006 cuando lanzó al mercado el Mazdaspeed3, un hatchback deportivo de tracción delantera, impulsado por motor turbocargado de cuatro cilindros de 2.3 litros, que generaba 263 caballos de fuerza y 280 libras-pie de torque y que, acoplado a una transmisión manual de seis velocidades, le permitían acelerar de cero a 100 km/h en 6.0 segundos, estos elementos muy pronto convirtieron a este vehículo en un éxito comercial en todo el mundo.

De serie, el Mazdaspeed3 equipaba un diferencial de deslizamiento limitado, frenos de disco con ABS, control de tracción y control dinámico de estabilidad.

 

 

Este novedoso hot Hatch japonés tuvo una segunda generación en 2010, la cual mantuvo bajo el cofre el mismo propulsor que le dio gloria, aunque con una nueva programación en la computadora y relaciones más ajustadas para la transmisión, así como algunas modificaciones en el esquema de suspensión y dirección.

Con todas estas novedades, el auto japonés ahora era capaz de acelerar de cero a 100 km/h en 5.2 segundos. Desafortunadamente, en 2013 el Mazdaspeed 3 vivió su último año en el mercado, dejando tras de sí una gran legión de entusiastas.

—Por Pablo Monroy

 

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