Rafael Herrera, del altar al ring; un gallo de época

Recibió la medalla José Sulaimán, y dice que el mejor recuerdo que tiene son unas palabras del difunto presidente del CMB luego de un combate

Foto: Archivo Mexsport

CIUDAD DE MÉXICO.

Convertirse en dos veces campeón mundial de peso gallo en la década de los años 70, el haber derrotado a uno de los más grandes, como lo fue Rubén Púas Olivares, y realizar una de las contiendas más célebres de la historia ante Rodolfo Martínez no hubiera sido posible, de no ser por una jugarreta que el destino le preparó al histórico Rafael Gallo Herrera.

Los caminos de Dios están marcados en cada uno de nosotros. Siendo muy niño, en Yurécuaro, Michoacán, mi hermano mayor me llevó a jugar futbol y ahí había un ring, un señor puso unos lazos alrededor y me dijo que si me quería poner los guantes, me los puse, me dieron una golpiza, pero también me dieron veinte centavos que me gané porque la gente aventó dinero”, expuso Herrera.

 Sin embargo, este primer acercamiento al pugilismo, no fue lo suficiente para hacerlo cambiar de opinión, ya que sus convicciones lo inclinaban hacia otro tipo de camino, pero fue la misma vida, con el pasar de los años, la que se encargó de poner las cosas en su lugar. En días pasados, Herrera recibió la medalla José Sulaimán, condecoración que otorga de manera mensual el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), a las glorias del pugilismo nacional.

No había en mi mente la idea de que con los años crecería y sería boxeador, yo quería ser sacerdote, yo quería ir a un seminario y mi vida iba a otro lado, pero, uno pone y Dios dispone. Con los años nos venimos a la capital, vi al Alacrán Torres en un gimnasio y así decidí entrenar, después conocí a Chucho Cuate, quien me entrenó y gracias a él gané mi primer torneo: los sextos juegos juveniles del Distrito Federal” agregó.

 Vencer a Rubén Púas Olivares, por nocaut en 1972, en la Ciudad de México, para conseguir su primer título mundial, o vencer al tailandés Venice Borkhorsor en 1973, para conseguir por segunda ocasión el cetro del orbe, fue algo inolvidable para Herrera, sin embargo, existe algo aún más significativo para el exboxeador que jamás, como lo aseguró, podrá borrar de su mente.

Cuando peleé con Rodolfo Martínez, el 14 de abril de 1973 en Monterrey; Rodolfo cayó cuatro veces, yo una, lo corté de la cara, él me cortó también. Cuando el réferi detuvo la pelea en el undécimo round, para decirme que yo era el ganador, subió don José (Sulaimán) y me dijo que era la mejor pelea que había visto en su vida en peso gallo... ése es el mejor regalo que conservo de don José”, declaró.

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