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Nacional

Se llevó a cabo la sucesión con respeto al ritual

Enrique Peña Nieto recibió la banda presidencial en San Lázaro y protestó guardar la Carta Magna, cumpliendo así la ceremonia que lo convirtió en mandatario

Leticia Robles de la Rosa con información de Notimex | 02-12-2012

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CIUDAD DE MÉXICO, 2 de diciembre.- En poco menos de cinco minutos, Enrique Peña Nieto se convirtió ayer en el Presidente de México, instantes después de que su antecesor, Felipe Calderón, se quitó la banda presidencial, la besó y se la entregó a Jesús Murillo Karam —presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados—, para que él, a su vez, se la diera al priista, quien a pesar de las expresiones críticas de la izquierda asumió el poder en una tribuna legislativa libre.

“En cumplimiento a lo dispuesto por el artículo 87 de nuestra Carta Magna, protesto guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y la prosperidad de la Unión. Y, si así no lo hiciere, que la nación me lo demande”, protestó el priista, de 46 años, y de inmediato sus compañeros de partido estallaron en aplausos.

El mexiquense abrió los brazos y agradeció el apoyo. Acto seguido, abrazó a Felipe Calderón, quien ya sin banda presidencial volteó a ver a los integrantes del Poder Judicial y les hizo un ademán de agradecimiento, mientras los gritos de “Enrique Presidente” y “Felipe, Felipe” acallaron las expresiones de la izquierda, que terminó por guardar silencio y permitió que, con calma, Peña Nieto saludara a todos sus amigos priistas y hasta se tomara fotografías en su andar a la salida por la puerta principal.

Ese silencio de la izquierda contrastó con su afán de entorpecer la sesión, que mostraron desde el primer minuto, cuando el presidente de la Cámara de Diputados, Jesús Murillo Karam, hizo sonar la campana para abrir la sesión del Congreso General, con 123 senadores y 480 diputados federales.

El perredista bejaranista José Luis Muñoz Soria interrumpió a Jesús Murillo para pedir que le explicara qué hacía un grupo de diputadas priistas colocadas en las escalinatas de la tribuna; le pidió que las llamara a irse a sus escaños. Murillo dijo que ha sido muy tolerante cuando la izquierda ha tomado la tribuna, y en esta ocasión también lo sería con quienes decidieron colocarse en las escaleras.

Pero Muñoz Soria insistió. Murillo habló también de falta de espacios y que estaban en atención de ese problema. El bejaranista pidió que también se le permitiera a la izquierda pararse en la tribuna. En nueve ocasiones interrumpió a Murillo.

Después el petista Ramón Huerta Ladrón de Guevara pidió que se guardara un minuto de silencio por los 35 mil muertos de la guerra contra el crimen, pero Jesús Murillo le explicó que al tratarse de una sesión solemne debía respetar el protocolo y en él no cabía su petición.

El petista también advirtió que si las priistas no se quitaban de la escalinata “ustedes serán los responsables de lo que pueda ocurrir”.

Al mismo tiempo, el senador perredista Luis Miguel Barbosa también hacía sus propias advertencias. Dijo a los priistas Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa que si no quitaban a sus compañeras de la escalinata él se saldría junto con todos los senadores perredista. Las priistas no se quisieron mover y Barbosa no se fue.

Silvano Aureoles, coordinador de los diputados del PRD, pidió a Murillo Karam que quitara a sus compañeras, que ellos no iban a tomar la tribuna, pero el presidente de la Mesa le dijo que en el momento en que ellos guardaran compostura él llamaría a que todos se fueran a sus lugares, mientras, no.

Y es que los legisladores de izquierda sacaron una docena de carteles en contra de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón; colgaron una megamanta negra, con cruces y la leyenda “Imposición consumada. México de luto”, asimismo levantaron cruces negras, se pusieron playeras negras o se colgaron pequeños letreros detractores en el cuello, amén de que gritaban consignas para interrumpir a los legisladores que hablaron en tribuna.

Como ocurrió con Arturo Escobar, quien comenzaba su discurso y hablaba de “madurez de la gran mayoría del pueblo de México ante los resultados de la elección presidencial”, cuando el bejaranista José Luis Muñoz Soria le aventó una botella de plástico.

Murillo Karam lo llamó al orden. Le dijo que iba a ser muy tolerante con el derecho de expresión de todos los legisladores federales, pero de ninguna forma actos de violencia o agresión.

Entonces le gritaron vendido a Arturo Escobar. Y a Francisco Domínguez, senador del PAN le reprocharon “¿no te mordiste la lengua?” cuando hablaba de expresiones de intolerancia.

A Luis Miguel Barbosa, senador del PRD, le silbaron porque excedió su tiempo en tribuna, y al priista Heriberto Galindo le gritaron vendido y arrastrado.

Cuando ingresó Felipe Calderón le gritaron asesino, mientras los panistas lo recibieron con un “Felipe, Felipe”, y al entrar Enrique Peña Nieto le aventaron un paquete de billetes de fantasía; algunos incluso llegaron hasta la tribuna.

Pero ese ímpetu político se atenuó cuando comenzó la ceremonia de traslado de poderes. No la interrumpieron. Sólo cuando los panistas despidieron a Calderón con un “muy bien, Felipe, muy bien”, una voz desde la izquierda les dijo “borrachos”.

Finalizada la toma de protesta, los acordes y las estrofas del Himno Nacional Mexicano se dejaron escuchar en el recinto legislativo, mientras en los balcones los invitados especiales atestiguaban el retorno del ritual a la usanza priista.

La despedida de Calderón Hinojosa y el nuevo presidente de México fue también breve, con algunas palabras, y después en el pasillo central numerosas manos buscaban estrechar la del nuevo Presidente.

Así pasaron casi cuatro minutos de felicitaciones de senadores, diputados, principalmente del PRI y del Partido Verde Ecologista de México (PVEM). La secretaria general priista, Cristina Díaz, y los senadores Emilio Gamboa y Omar Fayad acompañaron a Peña Nieto hasta las puertas del recinto.

Hubo un impasse de dos minutos de la comitiva, en espera de Angélica Rivera, quien permaneció en tribunas al lado de Margarita Zavala, quien descendía de los balcones de invitados para acompañar a su esposo a Palacio Nacional.

Sobre la avenida Congreso de la Unión, prácticamente acorazada ante las protestas de maestros disidentes y del movimiento #YoSoy132, la camioneta negra con una pequeña bandera mexicana como distintivo, inició su marcha con Peña Nieto a bordo, quien se dirigía a la Plaza de la Constitución y continuar con ello a consolidar la alternancia en el país.

 

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