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Pierde la ciudad su fotógrafo; muere Héctor García

El artista de la lente, considerado por Carlos Monsiváis como el fotógrafo de la ciudad. Hoy recibe homenaje en Bellas Artes

Luis Carlos Sánchez / Notimex | 03-06-2012

CIUDAD DE MÉXICO, 3 de junio.- “Héctor García es un excelente artista”, escribió Diego Rivera en una carta al fotógrafo en 1955. De él resaltó la “emoción, belleza, plenitud de forma y profunda sensibilidad y comprensión humanas” que fue capaz de registrar en sus imágenes.

Otro de sus personajes retratados, el ensayista Carlos Mosiváis dijo: “García, habitante del relajo,  cómplice de las masas, seguidor de fiestas móviles y marchas desacralizadoras”. Todo ello pasó frente a sus ojos y para fortuna de los vivos fue registrado con su cámara.

Ayer, apenas 15 días después de la muerte de Carlos Fuentes, México perdió a otro de sus maestros. La mirada de Héctor García se extinguió para siempre en su domicilio de la Ciudad de México a consecuencia de una insuficiencia respiratoria, producto de la arritmia que padecía. Tenía 88 años y, de acuerdo con su viuda María García, conservó hasta sus últimos días el espíritu vital que le caracterizó.

Por la mañana, su hijo Héctor –heredero de su oficio– informó a través de las redes sociales el deceso: “Hoy perdí a mi padre. Descanse en paz”. Amigos y colegas externaron su admiración y dolor frente a la noticia. La presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Consuelo Sáizar, anunció el homenaje de cuerpo presente que hoy al mediodía se rendirá al fotógrafo en el Palacio de Bellas Artes.

Fue célebre su Candelaria de los Patos, el barrio que lo vio crecer, y dónde se manifestó su condición inquieta. Él mismo contaba que su madre debía amarrarlo de una de las patas de la cama para evitar que se saliera, pues desde chico, la calle sería su hogar ideal. Vendedor de periódicos, barrendero y office boy, ocuparon el tiempo de García antes de ser fotógrafo. Contaba que su primer viaje lo hizo a Veracruz, de mosca y con sólo siete años, más tarde ingresaría a la Correccional, donde estuvo hasta los 18 años.

Héctor Cobo García (su nombre completo) nació el 23 de agosto de 1923, Gilberto Bolaños Cacho –director del Tutelar para Menores– le regaló su primera cámara, que llevó a Estados Unidos, donde trabajó como bracero en el mantenimiento de las vías de ferrocarril. En ese trabajo surgiría su gusto por la foto. Uno de sus compañeros fue arrollado por el tren. Sus restos sobre el blanco de la nieve llamaron la atención de García, quien sacó su cámara y comenzó a disparar. Todas las imágenes estaban veladas y ante la decepción, el fotógrafo decidió estudiar seriamente. 

Testigo de la historia

Héctor García cargaba a todos lados con su cámara. Todavía está en la memoria esa imagen del fotógrafo en su silla de ruedas, llevado por su compañera María, con su cámara colgando del cuello y su sonrisa inconfundible. Sus imágenes aparecieron lo mismo en Cine Mundial, Excélsior, unomásuno y Siempre!

Son famosos sus retratos de Diego Rivera y Frida Kahlo; los del muralista David Alfaro Siqueiros preso en Lecumberri –a quien retrató acompañando a Elena Poniatowska para entrevistarlo–. Pasará a la historia el retrato conocido como El Coronelazo (1960) o la imagen que muestra a la bailarina Gloria Mestre Volando por la ciudad (1956). “Parece que estoy volando”, recordó ayer la artista.

Pero quizá los trabajos que más meritos le han valido son aquellos donde la ciudad aparece viva. Por ello Monsiváis lo llamó “el fotógrafo de la ciudad”. Entre 1958 y 1959, captó el movimiento ferrocarrilero –la secuencia fotográfica de la golpiza que recibe un maestro durante una manifestación le valió su primero de tres Premios Nacionales de Periodismo– y sus imágenes del Movimiento estudiantil de 1968, quedan para la posteridad.

A la par, García tuvo la sensibilidad para registrar instantes poéticos que arrancaba a la ciudad: Tláloc (1960) muestra un hombre fotografiado a media calle, inundado hasta las rodillas; Entrada de artistas (1958) es el retrato de un cargador humilde con una puerta a cuestas o Niño en el vientre de concreto (1953) muestra a un pequeño durmiendo en un pequeño hueco de cemento.

Discípulo de Gabriel Figueroa y Manuel Álvarez Bravo –a quien recordaba como su más grande maestro–, la obra de García continuará a través de la Fundación que lleva su nombre y el de su esposa. En el espacio-galería, ubicado en Cumbres de Maltrata 581, colonia El Periodista, se conservan más de un millón de negativos que, de acuerdo con María García, serán digitalizados. “Ese legado representa una época de México y otras naciones del mundo, con sus problemas, sus avances y sobre todo, su gente”, dijo.

Restos reposarán en su fundación

Desde la carretera a Xochimilco, un día Héctor García divisó un panteón que le gustó. “Aquí quiero que me entierres, pero con la cabeza hacia arriba para seguir viendo toda la ciudad”, le dijo a su esposa, María García. Esa fue una de las pocas ocasiones que habló de la muerte, recordó su viuda. Pero no era por temor, sino por la vitalidad que siempre lo caracterizó.

Las cenizas del fotógrafo serán conservadas en la galería de la fundación que lleva su nombre, informó García, quien lleva a cabo la digitalización del acervo fotográfico que deja el artista de la lente.

Del millón de negativos, señaló, tiene cuatro mil digitalizados y requiere construir dos bóvedas para conservarlos. “Por eso estoy pidiendo apoyo”, dijo. Aunque ayer las autoridades culturales, incluida la presidenta de Conaculta, Consuelo Sáizar, sólo enviaron arreglos florales a la funeraria donde fue velado el fotógrafo. El candidato a la jefatura de gobierno, Miguel Ángel Mancera, envió su pésame por Twitter.

En el lugar, Héctor Cobo García fue recordado como un hombre que “contribuyó a la memoria del país de manera sorprendente”. Al lugar llegaron amigos, familiares y colegas del fotógrafo, como su discípulo, Marco Antonio Cruz, Alejandro Castellanos, director del Centro de la Imagen, o la escritora Norma Inés Rivera, autora de la biografía Pata de perro; también Raúl Álvarez Garín, líder estudiantil en 1968, y fotógrafos como Paulina Lavista y Rubén Pax.

“Héctor García es puente de esa enorme cadena que es la fotografía mexicana, sobre todo la periodística y documental, es un eslabón, el anterior fue su maestro Manuel Álvarez Bravo”, dijo Cruz.

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