Arturo Xicoténcatl

Arturo Xicoténcatl
El espejo de tinta

Placer por el autoengaño

13 de Septiembre de 2019

COMPARTIR
SÍGUENOS

Un acontecimiento, siendo el mismo, proyecta diversidad de percepciones e interpretaciones en el observador. En forma por demás natural, cada quien percibe en función a su inteligencia, conocimientos, cultura, posición geográfica, económica, social. En el deporte, el triunfo y la derrota se aprecian con dos prismas diferentes, sobre todo en países tremendistas como el nuestro. Como dijo aquél: asombra que todavía haya quien se asombre de las goleadas al Tri. En última instancia, hay quienes, artificialmente, ponen cara de circunstancia y se manifiestan irritados, tristes, indignados, incrédulos, ¡pura banalidad! Como si no existieran antecedentes de un suceso tantas veces repetido. El 4-0 ante Francia hace ya casi 80 años, el 8-0 ante Inglaterra, el más reciente 7-0 en Santa Clara ante Chile, sólo hay que tomar los referentes de la actuación del Tri en los Campeonatos Mundiales, el optimismo galopante, desbordante, en Argentina 74, cuando, como siempre, en la maravillosa inercia de ganar todos los partidos antes de que se celebren (el triunfo sobre Túnez y Polonia, el empate ante Alemania, etcétera), de creer que la Selección Mexicana ya es lo que aspira ser, de vivir, como en la política, el placer del autoengaño colectivo y, de súbito, una vez más, no aceptar la realidad; abrir los ojos y los oídos, con la mente cerrada y la garganta al máximo de estridencia.

El calvario finalizó en el segundo tiempo, cuando retiraron de la cancha a Lautaro Martínez (Bahía Blanca, 22 de agosto de 1977), que juega para el Inter de Milán; y que la albiceleste, que no contó con Messi ni con el Kun Agüero, goleador del Manchester City y otros, se echara para atrás. Lautaro, como a Rosita Alvírez, le hizo al Tri un hat-trick y lo volvió a su realidad.

No son los cambios, no son los esquemas, no es la dirección técnica, es el bajo nivel futbolístico que engloba un todo, desde su entorno en el área centroamericana que acaso sea la más pobre del planeta, que le ha impedido, a lo largo de 80 años, alcanzar los cuartos de final en el Mundial de Futbol. El enfoque crematístico tantas veces expresado por la propia Federación de que el objetivo principal es el negocio más que lo deportivo. Mientras unos se truenan los dedos, otros se muerden las uñas, unos más se acongojan y desesperan por la resonante derrota, los jugadores se sumergen en la dolce vita. Un directivo vacío de ideas justifica: “Todos lo hacen”. Hay confusión en lo que representa el tiempo libre con el libertinaje. Carecen de cultura y educación deportiva.

Los jugadores viven en zona de alto confort económico, popular, con el éxito y la vanidad de triunfar ante oncenas débiles, a tal grado que no saben luchar contra la adversidad, ni intentan, con tenacidad, la superación y la excelencia.

 

COMPARTIR EN REDES SOCIALES

SÍGUENOS

COMENTARIOS