Arturo Xicoténcatl

Arturo Xicoténcatl
El espejo de tinta

Juego de dioses

24 de Enero de 2023

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Dominar el juego de ajedrez es tan factible como tocar la línea del horizonte. Refieren que Zeus, furioso, al percatarse de haber sido engañado por Ate, la cogió con la siniestra y la arrojó lejos del Olimpo, con la advertencia de que jamás regresara. Ate, la diosa del error que danza en la cabeza de todos los hombres y mujeres, sin que se den cuenta, cayó en Frigia, en una colina llamada desde entonces la colina del error, en la que Illo edificaría las míticas murallas de la ciudad de Troya… Nadie escapa al error. El hombre es falible. Las antorchas más brillantes del pensamiento ajedrecístico encandilan con sus brillantes combinaciones en el LXXXV Festival Tata Steel, de Wijk aan Zee, Países Bajos. El desaparecido poeta y escritor Eduardo Lizalde, cuya voz aún se escucha en la radio, tenía razón al afirmar que “solamente los dioses saben jugar al ajedrez. El ajedrez que juegan los humanos es una caricatura, una simulación mediocre del verdadero ajedrez”. Una metáfora que habla de las enormes dificultades de los gladiadores que combaten en el tablero, con piezas de madera que cobran vida, y que viven el deleite y la tortura de la actividad. Lo hermoso de la victoria se enlaza, salteada, con la crueldad de la derrota. Sin el error, sin lo incierto de la lucha, no existiría el juego de ajedrez ni las expresiones deportivas agonales tan atractivas como espectaculares. En el helado puerto de Wijk aan Zee, al noroeste de Ámsterdam, se celebra uno de los festivales ajedrecísticos más extraordinarios con un núcleo de 14 jugadores de los de mayor prosapia del mundo. Singular conjunción de maestros de notable fuerza y experiencia con un puñado de adolescentes que representan a la nueva generación del siglo XXI que se ha significado por su meteórica evolución con la suma de conocimientos del último siglo y el auxilio de la tecnología moderna: computadoras y módulos de cálculos capaces de valorar millones de posiciones y combinaciones en un segundo transformándoles en valores aritméticos con los signos de +, -, =; lo que hace 20 o 30 años exigía análisis concienzudos de varios meses, hoy los engines descubren, en un instante, el camino correcto en la defensa o el ataque, en el recurso de alcanzar el equilibrio de la lucha. El combate es tan áspero y difícil que incluso el campeón, el noruego Magnus Carlsen, el Argos del Ajedrez, que hace un par de semanas deslumbró al conquistar por tercera ocasión las coronas mundiales de ajedrez rápido y relámpago, partidas de 15 y tres minutos en Alma Ata, ocupa la séptima posición en la clasificación general. Un acontecimiento insólito en la historia del festival: un adolescente de 18 años, Nodirbek Abdusattórov, de Uzbekistán, se mantiene invicto y es el líder, adelante de renombrados grandes maestros de la talla de Carlsen, el holandés Anish Giri, los estadunidenses Fabiano Caruana, Levon Aronian, Wesley So, que han constituido el prestigioso núcleo de los últimos diez años. Alegrémonos de vivir una época de oro en el juego infinito e inasible del ajedrez.

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