Arturo Xicoténcatl

Arturo Xicoténcatl
El espejo de tinta

Asterisco: Siglo XXI

26 de Marzo de 2021

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A una persona coja no se le puede distinguir cuando está sentada. Sólo se le aprecia su cojera cuando empieza a moverse”. La frase de Nimzowitch es cruda, dura; objetiva y cruel. Lo dice al explicar la naturaleza de los peones doblados en el juego de ajedrez. El movimiento, la rapidez, permite asociarla con la diferencia entre una exhibición de un récord mundial. Los cambios marcados por la tecnología son impactantes. No es fácil aceptarlos. Los atletas corren como balas con el auxilio extrareglamentario de la física, la ciencia, la tecnología. Lo expresamos cuando, en estos días, la prestigiosa firma de zapatillas Asics, acrónimo latino que significa Alma sana in corpore sano, popular desde que el finlandés Lasse Virén conquistó cuatro medallas de oro en 5 y 10 mil metros en los Juegos Olímpicos de Múnich y Montreal, tañe su campana. La imagen victoriosa del finlandés y la tecnología la mantienen y bañan de luz en la competencia mundial.

El nuevo modelo MetaRacer, con un peso de 190 gramos para los hombres y de 156 para las mujeres, es muy ligero, hecho con una placa de fibra de carbono, con talón de 24 milímetros, estable, económico en energía, cuyo diseño impide el exceso de movimientos en los tobillos; ideal para correr en las curvas de la pista o en el cruel kilometraje de maratón y con un sistema de drenaje en la punta que permite el paso del aire y la salida del agua. Dentro de la revolución tecnológica se suma a la Vaporfly, de Nike, con la que el plusmarquista mundial y campeón olímpico Eliud Kipchoge se convirtió en el primer hombre en romper el muro de las dos horas en maratón. Una hora con 59 minutos y 41 segundos en el circuito El Prater, en la musical Viena, el 12 de octubre de 2019. Fue algo increíble cómo con sólo dos milímetros más, de los 40 mm reglamentarios, en el talón, mejoró dos minutos.

La tecnología y el empleo de artificios científicos le han dado un giro sorprendente al atletismo. Sólo recordemos cómo el estadunidense Justin Gatlin corrió los 100 m planos en 9.45, más rápido en 13/100 del récord mundial del jamaicano Usain Bolt. Gatlin lo hizo durante una exhibición en Tokio, el 29 de febrero de 2016, con el auxilio de cinco potentes ventiladores distribuidos en la pista que lo empujaron con una velocidad de viento de cola de 9.40 m en un segundo. Cuando el viento es superior a los 2 m/seg, el cronometraje no es homologado.

No es sencillo adaptarse a los cambios explosivos, de magnitud ciclópea. Los últimos récords mundiales no son tanto del esfuerzo humano, sino de la tecnología. Por eso es conveniente fijar a las nuevas marcas y actuaciones el marbete que lleve un asterisco del Siglo XXI. Cambios más vertiginosos y brutales que del bambú a la pértiga de fibra de carbono o de la arcilla al tartán.

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