Juan Carlos Veraza

Juan Carlos Veraza
El deporte por nota

Fuera de serie

10 de Enero de 2024

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Han existido deportistas que trascienden, que se transforman en iconos, para luego convertirse en leyendas vivientes, uno de esos personajes es Franz Beckenbauer. El Káiser tuvo una vida llena de éxitos dentro y fuera de las canchas.

El lunes se nos adelantó en el camino, pero su legado es tan grande que sigue vivo, incluso en la memoria de alguien como su servidor, quien no tuvo la fortuna de verlo jugar. Lo conocí como el mejor jugador alemán de todos los tiempos, habiendo visto videos de sus proezas, tanto en el club de sus amores, el Bayern Múnich, como en la selección alemana.

La historia de Beckenbauer es maravillosa, pasando de ser una joven sensación en las inferiores de la institución bávara, jugando en el medio campo con enorme destreza, llegando a ser convocado al seleccionado nacional, con el que se quedó cerca del título mundial en Inglaterra 1966, perdiendo la polémica final ante los anfitriones.

A partir de ese momento, fue un inamovible del cuadro titular, pasando de ser mediocampista a la defensa central, revolucionando el juego desde su posición de líbero en los fantásticos equipos dirigidos por Helmut Shön, quien lo convocó por primera vez en 1964, para después tenerlo en el once inicial desde el primer juego en Inglaterra 66, y posteriormente retrasar su posición en el campo, para que desde ahí pudiera mover los hilos del equipo que sería protagonista de todos los torneos en los que participó con el Káiser hasta que él le dijo adiós a la selección germana en 1977.

Beckenbauer jugó tres Mundiales, y en todos Alemania llegó mínimo a las semifinales, ganando el título en 1974, perdiendo la final del 66 y quedando terceros en México 70, tras perder el partido del siglo ante Italia; además ganaron la Eurocopa de 1972 y perdieron la final cuatro años más tarde. Mientras que el club bávaro pasó de ser un segundón en la Bundesliga, al más dominante, arrasando la liga y ganando tres años consecutivos la Copa de Europa, además de una Recopa, y una Copa Intercontinental. En lo individual, se llevó dos Balones de Oro, siendo junto con Fabio Cannavaro, los únicos defensas en recibir la distinción. A esos logros, se suma lo que hizo como estratega del seleccionado nacional, al que llevó a dos finales del Mundial, consagrándose campeón en Italia 90, para unirse en ese momento a Mario Zagallo (posteriormente Didier Deschamps lo haría también), como los únicos hombres en ganar la Copa del Mundo como jugador y como técnico.

Junto a Pelé se convirtió en el gran embajador del futbol, incluso siguiendo los pasos del brasileño al Cosmos de Nueva York. Su personalidad, bonhomía, liderazgo y la enorme cantidad de logros deportivos lo colocan como un fuera de serie en el futbol y, sin duda, como uno de los personajes más importantes en la historia del deporte.

 

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