Gustavo Maass rinde reconocimiento al ajedrez

La mayoría de los ajedrecistas mexicanos conoce la figura legendaria del yucateco Carlos Torre Repetto. Acaso, por lo que sé de algunos maestros, no tantos jugadores de la nueva generación que se desenvuelven en otro entorno. No obstante, se tenía presente su elevada calidad y la posición de la famosa partida que ganó al excampeón mundial Emanuel Lasker, la famosa Lanzadera o El Molino, en el Torneo de Moscú de 1925, que sigue apareciendo en diversos libros; su empate ante el monarca mundial, el cubano José Raul Capablanca.

Y aunque se sabía de su gran talento, a ninguno de los ajedrecistas, siempre tan ocupados con sus pensamientos en el tablero, se le ocurrió hacerle un reconocimiento al genio meridano. El médico rural Germán de la Cruz, Gabriel Velasco, Gilberto Repetto Milán, el MI Raúl Ocampo Vargas escribieron libros acerca de Torre Repetto y en Rusia los maestros Alexander Kótov y Mikhail Yudovich citan la trascendencia de Torre en el ajedrez soviético.

Fue el físico Alejandro Prevé Castro el que rescató del pasado a Torre Repetto con el certamen internacional decembrino en la península.  Idea paralela de hacer un sencillo reconocimiento a personas que al través del juego agonal o desde diversos campos han contribuido en el fortalecimiento del ajedrez nació en el espíritu noble y solidario de Gustavo Maass al crear el Salón de la Fama de México y de América, y dedicar un salón en el amplio espacio de la residencia situada en la avenida Francisco I. Madero 320 Sur, a unos metros del monumento a Juárez, en Ciudad Juárez, Chihuahua.

Maass estuvo acompañado de Raúl Hernández, titular de Fenamac. En un retablo aparecen placas de figuras cimeras: Morphy, Capablanca, Steinitz, Torre Repetto, Fischer, Harry Nelson Pillsbury, Marshall, Najdorf, Oscar Panno, Mecking, Guillermo García, y con ellos personajes mexicanos: Torre Repetto, Marcel Sisniega, cuarto lugar del mundo en menores de 20 años, traductor de Shakespeare en Nuestros Clásicos de la UNAM, y por cierto estudioso de las partidas del meridano; Alejandro Báez Graybelt, Alfonso Ferriz Carrasquedo,  Alejandro Prevé Castro, y desde ayer Gilberto Hernández, con notables victorias en Europa, el mejor durante casi dos décadas; el MI Raul Ocampo Vargas, una locomotora para escribir sus documentadas páginas de ajedrez; MI cubano mexicano Ramón Huertas Soris, apóstol del ajedrez en el sureste, el cubano mexicano Andrés Clemente Vázquez, el general José Joaquín Araiza, de aquella generación preparada por el gran maestro serbio Borislav Bora Kostich, que dominó con Soto Larrea y otros el ajedrez mexicano por espacio de casi 30 años.

Se premió al AI Willebaldo Roura y al fallecido Luis Vaca Kram, pilares del Club Mercenarios; a las campeonas nacionales Rosalinda Escondrillas y la MI Alejandra Guerrero; el holandés mexicano Willy de Winter, excampeón nacional y un arquetipo de lucha, de tenacidad; sin duda Willy de Winter, políglota, escritor de Lúdica Lengua,  gambusino de palíndromas, malabarista de palabras, divulgador a través de los acontecimientos en su revista Ajolote con las ilustraciones de su hija Saskia. 90 años tiene Willy de Winter y seguramente, se le verá, con su espíritu íntegro de guerrero en la primera fuerza en el Campeonato Nacional de Querétaro. Hay un extra que distingue a De Winter, su nobleza y calidad humana, un modelo de hombre que cuidó amorosa y tiernamente durante muchos años la vida de su esposa Mirna.

Al acto asistió el GM peruano Jorge Cori que ofreció una conferencia magistral y su esposa la MI Ivette García quien ofreció una exhibición de partidas simultáneas.

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