Cesare Maldini, padre de una dinastía

Cesare Maldini, el hombre de carácter afable que tenía siempre una historia para contar, falleció a los 84 años. Deja un gran legado en el Milán y en la selección de Italia

Maldini, durante un partido al frente de Italia.  Foto: Archivo Excélsior
Maldini, durante un partido al frente de Italia. Foto: Archivo Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

“¡Muy buenas noches! Me da gusto que me llamen de México”, contestó Cesare Maldini a Excélsior en junio de 2013, durante la Copa Confederaciones de Brasil, todavía con ese buen español que afinó mientras estuvo al frente de la selección de Paraguay a comienzos del milenio.

Entonces habló del buen plantel que traía, a su parecer, el cuadro local y del encuentro que sostendría su querida Italia frente al Tricolor de José Manuel de la Torre en la primera ronda. También se refirió a ese muchacho mexicano que tanto le llamaba la atención, Javier Hernández, y de lo mucho que extrañaba estar sentado en un banquillo, aunque enseguida aclaró que ser analista no le desagradaba.

Fue breve charla, pero sustanciosa. En ella enseñó parte de las riquezas que lo llevaron a ser uno de los grandes del balompié italiano, una figura mundial, aunque sobresalió esa forma de ser, tan única, que enamoraba. De buen humor, disponible, Cesarone, como se le apodaba de cariño, se mostró como siempre fue.

Nacido en la ciudad de Trieste en 1932, Maldini falleció la madrugada de ayer  a los 84 años sin que se detallara el motivo. Se fue no sin dejar una huella indeleble, en el Milán, su equipo de toda la vida, y en la selección italiana. 

Maldini fue un destacado zaguero central, con buen cabeceo, que debutó con el Triestina en 1952. Pasó al Milán en 1954 para convertirse en uno de sus inmortales con el paso de los años. Disputó 412 partidos con esa camiseta y conquistó cuatro títulos de la Serie A y una Copa de Europa antes de retirarse en 1967 con el Torino. En aquella final europea, en 1963 ante el Benfica, fue el capitán del que se convirtió en el primer conjunto transalpino en alzar el máximo trofeo continental.

Sumó 14 participaciones internacionales con Italia, con la que participó en el Mundial de Chile en 1962, aunque no le fue nada bien, pues su representativo quedó eliminado en la primera fase abajo de Alemania Federal y la local Chile.

Maldini regresó al Milán ya como entrenador en 1971 hasta que una derrota ante Verona en 1974 le costó el puesto. De ahí pasó por el Foggia, Ternara y Parma para después ser auxiliar de Enzo Bearzot con la selección de Italia de 1980 a 1986.  En el banquillo disfrutó el título de la squadra azzurra en el Mundial de España 1982 y  cuatro años después compitió en México 1986.

Una vez finalizada su participación en la selección mayor pasó diez años en la Sub 21 italiana, en la que le dio salida a jugadores que se convertirían a la postre en figuras mundiales como Francesco Totti, Alessandro Nesta, Fabio Cannavaro, Andrea Pirlo, Filippo Inzaghi y Christian Vieri.

En 1996 se convirtió en el técnico de la selección nacional con su hijo Paolo como capitán del equipo. Dirigió en Francia 1998 sin lograr nada destacado y, finalmente, para acabar su carrera como estratega, comandó a Paraguay en la Copa Mundial de 2002.

A pesar de ser un hombre de aspecto recio, siempre resultó lo contrario. Incluso se puede decir que era tímido. Son múltiples las memorias que lo ponen como la persona que animaba las concentraciones en el Milán y en la propia selección de Italia y las que lo colocan como un padre y abuelo ejemplar.

Paolo, que alzaría en cinco ocasiones la Champions tres décadas después, dijo en múltiples ocasiones la admiración que tenía por su padre, al igual que Christian, su nieto, que es el encargado de continuar con su legado desde las inferiores del Milán.

Temas relacionados: 

COMPARTIR EN REDES SOCIALES

SÍGUENOS

Te recomendamos