¿Quién fue Eulalia Guzmán antes de ser parte del Eje 2 Norte?

¿Quién fue Eulalia Guzmán antes de ser parte del Eje 2 Norte, en la Ciudad de México? 

Habrá que destacar que la avenida con su nombre da crédito tan sólo a una de sus dos grandes esencias: la de maestra. Así, la vía que recorre desde Circuito interior hasta la calzada de Camarones, Azcapotzalco, en la capital del país, se llama, técnicamente: Avenida profesora Eulalia Guzmán.

Pero tras el nombre hay mucho más. 

En reconocimiento a su extenso trabajo pedagógico, arqueológico e historiográfico, en 1976 se impuso su nombre a la calle donde estaba su casa; en un gesto de honor extremo, se hizo entonces caso omiso a la provisión de que para nombrar una calle era necesario que el personaje referido hubiera muerto.

Conocer los orígenes de la nomenclatura es fascinante. Resulta que esta zona de Azcapotzalco tiene que ver con la arqueología, la docencia, y los orígenes del feminismo en México.

¿Quién fue Eulalia Guzmán Barrón?

Fue maestra normalista, antes que arqueóloga, y desarrolló trabajos importantes en el centro y sur del país.

Su nombre se recuerda junto con los de Narciso Bassols, Jaime Torres Bodet, María Lavalle Urbina, Jesús Reyes Heroles, Fernando Solana y Miguel Limón, como parte de una generación que bajo la guía de José Vasconcelos, estableció los patrones de desarrollo del proyecto educativo nacional, emanado de la Revolución Mexicana.

Eulalia Guzmán Barrón, erudita y combativa, fue una pedagoga y arqueóloga que trabajó extensivamente los archivos históricos más importantes del mundo.

Nació el 12 de febrero de 1890, en San Pedro Piedra Gorda (hoy Cuauhtémoc), Zacatecas. Se graduó como maestra normalista en 1910, y destacó en la pedagogía, la arqueología y la historiografía. 

Comenzó a realizar exploraciones cuando tenía 23 años, llegó a ser Jefa del Departamento de Arqueología del Museo Nacional y se desempeñó como Comisionada para localizar en Europa información relacionada con la cultura mexicana en el período prehispánico. 

"Eulalia debió ser una niña inquieta; el hecho de que en aquellos tiempos, cuando el destino natural de una mujer era el hogar, ella se decidiera a seguir la carrera magisterial (en la que incursionó desde sus jóvenes 14 años de edad), la muestran como poseedora de un temperamento firme y propositivo, inquieto y capaz de encontrar vías de solución a los problemas que su situación o sus propias decisiones le plantearan. El entorno familiar debió de haberle sido favorable, pues en aras de ofrecer a sus hijos mejores condiciones de desarrollo personal, sus padres decidieron trasladarse a la ciudad de México en 1898", apuntan Mari Carmen Serra Puche y Manuel de la Torre Mendoza, en su biografía publicada por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.

Eulalia Guzmán representó a México en numerosas reuniones y congresos internacionales. 

Formó parte de los movimientos sociales y culturales más progresistas de las seis primeras décadas del siglo XX. 

En 1906 se sumó al movimiento “Admiradoras de Juárez”, de Hermila Galindo, cuyo objetivo era la emancipación política de la mujer a través de la obtención de su derecho al sufragio. Con toda intención se erigía desde entonces su postura generacional.

Posteriormente se unió al movimiento zapatista.

Consciente de la importancia de la proyección y del apoyo internacional, consiguió para la FEMU el reconocimiento de la Federación Internacional de Mujeres Universitarias, actualmente la Graduate Women International. 

Fue nombrada por José Vasconcelos jefa del primer Departamento de Alfabetización del país, en la campaña emprendida por Vasconcelos, a la cual se integró en 1922 y fue su directora entre 1923 y 1924.

Ocupó varios cargos dentro de la SEP, pero se destaca por su contribución al desarrollo de la enseñanza y la cultura. Promovió el establecer bibliotecas e incorporar a los pueblos indígenas al sistema educativo nacional.

Como miembro del programa de posgrado de la Universidad Nacional, en 1929, junto con Rosario Castellanos y Amalia Castillo, entre otras, Eulalia Guzmán organizó un grupo de mujeres universitarias dentro de la Facultad de Filosofía y Letras, antecedente directo de la Federación Mexicana de Universitarias (FEMU). 

Obtuvo la maestría en filosofía en 1933.

Eulalia Guzmán es responsable de los primeros estudios de lo que hoy se conoce como la Zona Arqueológica Chalcatzingo, en Morelos, uno de los asentamientos más importantes con influencia Olmeca, de acuerdo con un análisis de Angélica Jocelyn Soto Espinosa. 

Este hallazgo se hizo en 1934, luego de que varias campesinas le informaran sobre piedras con relieves que una fuerte lluvia había dejado al descubierto.  

Antes de este trabajo, Eulalia Guzmán participó en la exploración de la Tumba 7 de Monte Albán, en Oaxaca, así como en otras obras en las zonas de Nochistlán, Chachoapan, Yanhuitlán, Teposcolula y Tamazulapan, donde recabó datos sobre la cerámica de esa área y la cultura zapoteca.

Como funcionaria creó el Archivo Histórico de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH) y dejó un legado documental compuesto por tres mil 235 expedientes de sus excavaciones en Oaxaca, Guerrero, Morelos y Chiapas. También existe registro de obras editadas tanto en el extranjero como en México, de las cuales tres son libros y seis artículos.

De acuerdo con una investigación de Mari Carmen Serra Puche y Manuel de la Torre Mendoza, Eulalia Guzmán fue de las primeras mujeres mexicanas en hacer investigación de documentos históricos y de los códices del México prehispánico, debido a que de 1936 a 1940 la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) la comisionaron para buscar los documentos relacionados con la “historia antigua” de México que se encontraban en países de Europa. 

En 1944 concibió y organizó el Archivo Histórico de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, que reúne un acervo documental que va del siglo XVI al XX. En 1945 obtuvo la licenciatura en Arqueología.

Consultó archivos y bibliotecas en Londres, Bruselas, Berlín y también en el Vaticano. Destinó gran parte de su trayectoria académica a la Antropología; fue una de las mujeres que formaron parte de la primera generación de antropólogos en México en el siglo XX.

Estudiosa, dedicada, hablaba cuatro idiomas. Su extenso currículum es una muestra cabal de la experiencia profesional recogida y la dedicación desde corta edad con la que se entregó a la docencia, la investigación y la arqueología. Su compromiso ciudadano le llevó a militar a favor de la participación política de las mujeres.

Eulalia Guzmán buscó generar orgullo sobre las antiguas civilizaciones mesoamericanas. Recorrió la Mixteca Alta de Oaxaca, Chiapas y el llamado Cerro de la Cantera, en Morelos. Llegó a ser jefa del Departamento de Arqueología del Museo Nacional y murió por problemas pulmonares y cardíacos. 

En 1968, intelectuales de la época firmaron un desplegado, fechado el 16 de septiembre de 1968, en el que describían el Movimiento Estudiantil en una fase decisiva y vislumbraban señales de presión para que el paro concluyera y los estudiantes regresaran a clases.

Restos y grandeza

Su ardua labor arqueológica, por ejemplo, le llevó a encontrar y ubicar los restos de Cuauhtémoc, que ella aseguraba estaban en Ixcateopan, Guerrero.

Escribió Roberto Rodríguez Rebollo, en La historia en Excélsior:

Algunas teorías refieren que el cuerpo del último tlatoani fue trasladado a Ichcateopan; la ruta consistió en Oculilan, Olinala y Malinalco, fue sepultado en el cementerio privado de su abuelo. En 1529 sus restos se trasladaron a la iglesia de Santa María de la Asunción, Ichcateopan, Guerrero, donde la investigadora Eulalia Guzmán encontró en 1949 lo que parecían ser los restos del tlatoani defensor de Tenochtitlán. Años después, se emprendieron diversas campañas por parte del gobierno para esclarecer la identidad de dichos restos sin éxito alguno. Hasta la fecha, sigue vivo el misterio sobre el paradero del último emperador Azteca.

La falacia de Ixcateopan

La escritora Ginés Sánchez, nos relató que en noviembre de 1946 se redescubren, después de algunos siglos y de innumerables peripecias, los restos del conquistador Hernán Cortés, en la iglesia del Hospital de Jesús, en la Ciudad de México. Este hallazgo, dado el aún por esos años vivo y arraigado sentimiento antiespañol en nuestro país, sencillamente representaba una afrenta a la historia oficialista de bronce; una bofetada al discurso nacional no tan lejano, en ocasiones, al adoctrinamiento, máxime por nunca haberse podido localizar los restos de Cuauhtémoc, el último Tlatoani y primer defensor de “nuestra soberanía”.

Por lo anterior, ya en el sexenio de Miguel Alemán Valdés (1946-1952), se le instruye (por medio de incontestable orden presidencial) a la prestigiada arqueóloga Eulalia Guzmán a encontrar, sí o sí, los restos del último emperador tenochca, a fin de salvar nuestra dignidad patriótica por medio de emparejar hallazgos óseos, esto, ante la coyuntura del descubrimiento, en Ixcateopan, Guerrero, de una tumba con elementos que hacían presumir que se trataba de gente que en su momento de vida tuvo un alto rango.

Parte de su legado 

En el Museo Diego Rivera-Anahuacalli existen más de dos mil 400 ejemplares de la biblioteca personal de Eulalia Guzmán, antropóloga mexicana, que donó al museo en los años 50 del siglo pasado. Los mapas, libros de cerámica y documentos etnográficos que integran la colección, están para consulta de investigadores.

¿Cuándo murió Eulalia Guzmán?

El 1 de enero de 1985. 

Nada será igual la próxima vez que transites por Eulalia Guzmán. Ya sabes quién fue.