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Vacunas: equidad e IP

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

Ni fue una donación ni nos han quitado vacunas contra covid-19. Las modificaciones a la entrega de inmunizaciones de Pfizer a México anunciadas ayer corresponden a un llamado que la ONU hizo a las farmacéuticas, para asegurar que el acceso a los fármacos sea lo más igualitario para todos los países. Para eso se creó un mecanismo como COVAX, del que nuestro país es firmante. La reducción de las vacunas que hoy llegarán a México y el retraso que se anuncia para las próximas semanas de las siguientes entregas coinciden con lo expresado ayer por la Organización Mundial de la Salud:

“Esto está mal. La situación se ve agravada por el hecho de que la mayoría de los fabricantes han priorizado la aprobación regulatoria en los países ricos, donde las ganancias son más altas, en lugar de presentar expedientes completos a la Organización Mundial de la Salud. Esto podría retrasar las entregas de COVAX y crear exactamente el escenario que fue diseñado para evitar, con el acaparamiento, un mercado caótico, una respuesta descoordinada y una disrupción social y económica continua (...) En la actualidad, se han administrado más de 39 millones de dosis de vacunas en al menos 49 países de ingresos más altos. Sólo se han administrado 25 dosis en un país de ingresos más bajos. No 25 millones, no 25 mil, solo 25 (...) El precio de este fracaso se pagará con vidas y medios de subsistencia en los países más pobres del mundo...”, expresó ayer Tedros Adhanom ante la junta ejecutiva de la ONU, un día después de que el mundo superó los 2 millones de muertos por covid-19. Un mensaje fuerte, pero necesario para subrayar lo que calificó como el fracaso moral de una sociedad que apuesta por la política del “yo primero”, sin tomar en cuenta las desventajas de países menos favorecidos y que, de igual forma, necesitan la vacuna.

Y a esta actitud egoísta que señala la OMS hay que sumarle también las inconsistencias en los distintos planes de vacunación alrededor del mundo. Más aún porque algunas de estas estrategias no alcanzan para la distribución con inmediatez que la urgencia exige. En nuestro país, por ejemplo, si bien la llegada de las dosis depende de los calendarios de las farmacéuticas, la distribución de las dosis va a una velocidad inexplicable. Aquí no hay una estrategia que acerque la vacuna a la población que la necesita. Aquí no hay grandes estacionamientos, con filas de autos esperando para recibir la vacuna sin bajarse del vehículo; tampoco hay establecimientos a donde las personas puedan acudir para inmunizarse. Aquí se organizan brigadas conformadas por 12 personas, que a su vez necesitan también ser vacunadas para evitar la propagación del virus. Qué necesidad.

Si las vacunas no pueden ser distribuidas por la iniciativa privada, ¿cómo esperamos abonar a la velocidad que la pandemia exige? En países no desarrollados la participación del sector privado representaría un acceso mayor a las inmunizaciones, porque cuentan con una logística de amplio alcance, rebasan la capacidad de muchos gobiernos. Y si para transparentar y revisar que los procesos de compra-venta y distribución se realicen en condiciones de equidad, existen organismos como la OMS; para acelerar la entrega de inmunizaciones deberíamos apostar por esa infraestructura que ofrecen empresas privadas que sólo esperan que les permitan participar.

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