Logo de Excélsior                                                        

Otra oportunidad perdida

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

El aliento no se acaba, por el contrario. El año pasado, tras la marcha, tras el paro de mujeres, el sentimiento general fue de eso, de aliento. Este 2021 es, pese a todo, debe ser, de fortaleza para reconocer lo mucho que falta por hacer, por entender; para identificar las estructuras y figuras que, detrás de sus discursos, han mentido y que esconden ideas que implican retroceso. Las manos de las mujeres han sido tendidas, ¿qué esperan en Palacio Nacional para tomarlas?

“Exigimos un alto a su desdén, estamos hartas de que nos descalifique, señor Presidente, no somos un partido político, somos una voz colectiva (...) En México se protege el Palacio Nacional antes que a las mujeres de los feminicidas y los violadores. En México va a la cárcel una mujer que aborta antes que un candidato violador. Exigimos una estrategia nacional de seguridad con perspectiva de género para frenar los feminicidios, fortalecer las instituciones para denunciar la violencia de género que esta pandemia ha agudizado y las leyes que garanticen nuestros derechos humanos (...) Detrás de estas cifras estamos nosotras: madres, hijas, hermanas, amigas, vecinas, compañeras. Somos historia, Somos las personas que amamos, somos la música que escuchamos, somos nuestra comida favorita, somos el campo en el que trabajamos, somos el arte que creamos, somos las empresas que impulsamos, somos los deportes que practicamos. Estamos hartas de las diferentes violencias en nuestra contra, desde las bromas machistas hasta los feminicidios…”.

Firmamos más de 2 mil 500 ciudadanas, quienes, desde nuestra trinchera (en los micrófonos, en el escenario, en las calles), buscamos impulsar esta agenda tan urgente y que lo único que pide son garantías para que el Estado y sus instituciones dejen de asumirnos como seres humanos a quienes deben tratar con condescendencia, porque nos entienden inferiores, débiles.

 

 

 

Las vallas frente a Palacio Nacional ya no están. De hecho, ya son lo de menos. Lo que importa es que el Presidente tuvo una nueva oportunidad de corregir la narrativa, pero optó por aferrarse a la que presume le funciona, la que endosa los males, incluso los alimentados por él, a sus opositores; porque, si bien el pacto, ese pacto que tanto les cuesta romper, ha sobrevivido en la sociedad desde hace siglos, es hoy Andrés Manuel López Obrador quien podría sumar desde su posición para generar un cambio.

“Hoy, con sus actos, la historia dirá que usted fue un cómplice más de la violencia patriarcal…”, le escribió ayer Mon Laferte al Presidente de México en un mensaje en donde lo invita a soltar de una vez esa idea, a meditar y girar, porque en él cae ese peso, porque es el jefe del Ejecutivo y, a través de él, es que México puede incluirse en ésta, la agenda, no sólo latinoamericana, sino global, más importante en lo que lo que va del siglo XXI. Lástima que ha sido claro en que no le interesa; pero también nos ha dejado ver que la lucha la podemos, y debemos, seguir haciendo nosotras.

Comparte en Redes Sociales