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#NiUnaMás

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

Lunes. Otra movilización de mujeres, no sólo en la CDMX, en varias partes del país. Lo mismo sucedió en otros países de América Latina. Día de Acción Global por un aborto legal y seguro. Ese derecho, el de decidir sobre nuestro cuerpo, está aún pendiente, todavía es objeto de debate. Y éste es sólo uno de los pesadísimos eslabones de la cadena que da forma a la violencia que vivimos todos los días sólo por nuestro género. Porque, así como ayer miles de mujeres en el mundo salieron a subrayar la urgencia del reconocimiento de este derecho, otras miles más llenaron las calles para exigir justicia, para pedir acciones contundentes contra los feminicidios que se siguen contando.

Alondra Elizabeth tenía 20 años. Vivía en Saltillo, Coahuila. Su cuerpo apareció el sábado, tras cinco días desaparecida. Presentaba lesiones punzocortantes, aunque la causa de muerte fue estrangulamiento. El responsable, un amigo. José “N” ya está detenido, podría alcanzar una condena de hasta 70 años de prisión. Aunque no todos los casos se resuelven con esta prontitud.

Jessica salió de casa el 21 de septiembre, vivía en Morelia, Michoacán, su familia no volvió a verla con vida. 21 de septiembre, mismo día de la desaparición de Alondra. Tenía 21 años. Su cuerpo fue hallado el viernes 25 en una zona boscosa. Causa de la muerte, hemorragia subaracnoidea secundaria a traumatismo craneoencefálico. La última persona que vio a Jessica con vida se llama Diego Mañón Melgoza, su novio. Un video lo muestra revisando el servicio de limpieza de su auto, con especial énfasis en la cajuela. No se presentó a declarar cuando fue llamado. Hoy nadie sabe dónde está. No hay rastro ni de él ni de su padre, Bruno Urik Mañón. La Interpol ya giró una ficha roja con la que Diego es buscado en más de 190 países.

También está el caso de Maritza, ella sobrevivió a un intento de feminicidio, pero su vida sigue estando en riesgo. Vivía en Pachuca, Hidalgo, con su esposo. Narra que el 8 de septiembre, antes de las 7 de la mañana, de pronto sintió la rodilla de Germán Montealegre sobre su pecho, luego éste le puso una almohada sobre el rostro, perdió el conocimiento. Estuvo casada con este sujeto casi por cinco años, su relación siempre giró entre violencia física, sicológica y económica. A pesar del testimonio y de la evidencia, un juez reclasificó el delito, Germán ya no será acusado de tentativa de feminicidio, sino por violencia intrafamiliar, con lo que podría salir en libertad. Él libre, ella en peligro, tal como ocurrió con el caso de Abril Pérez Sagaón hace casi un año.

Kimberly también “tuvo suerte” (a este nivel llegamos: suerte poder conservar la vida). Su expareja, Leonel Echeverría, le disparó en seis ocasiones, la había amenazado tantas otras veces. Nadie sabe dónde está. Él libre, ella en peligro. Judith y Sofía, madre e hija, salieron de casa el 4 de septiembre. Vivían en Cuautla, Morelos. Fueron a vender un auto, pero no se volvió a saber nada de ellas hasta el sábado pasado, cuando sus cuerpos fueron encontrados en avanzado estado de descomposición. Fueron estranguladas.

En Nayarit, una pequeña de tres años fue asesinada, tenía signos de violencia sexual. Los responsables están detenidos, su padrastro y su abuelo materno.

Dos mil 240 mujeres fueron asesinadas en el país en los primeros siete meses de este 2020. Ni en Suiza la pandemia por covid-19 arroja una cifra de muertos a ese nivel.  Que en México se debata aún el derecho a decidir, que no sea una garantía en todo su territorio, también explica el por qué este índice feminicida. Sin derechos y sin justicia.  Ayer, en una de las conferencias más extensas en Palacio Nacional, el Presidente repasó sus 100 compromisos de gobierno. Adivinen qué tema estuvo ausente otra vez.

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