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La Navidad de Trump

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

Amarga Navidad. Aunque el desenlace no luce tan distinto al que se vaticinó cuando se conoció la intención de llevarlo a juicio político. Sin embargo, a Donald Trump le esperan unas fiestas de fin de año no tan blancas.

El proceso avanza, tras lo expresado por Nancy Pelosi hace unos días, este lunes, en la Cámara de Representantes, los demócratas definieron los dos artículos para el proceso que habrá de pesar sobre el Presidente: abuso de poder y obstrucción en el Congreso. Hoy harán el anuncio oficial.

Y estos pasarán sin problema alguno la primera parada: la votación en la misma cámara donde se aprobaron, gracias a la mayoría demócrata; pero tendrá su mayor dificultad en la recta final, lo hemos explicado en este espacio, en el Senado, donde son los republicanos quienes tienen mayor presencia.

Desde aquel día en que se hizo oficial la apertura del expediente de impeachment, el cuarto en la historia de Estados Unidos, Trump ha dado tumbos para defender su inocencia. Las audiencias públicas, que por dos semanas se transformaron en un reality show, también protagonizado por el empresario, aunque sin presencia física, dejaron claro a los demócratas y buena parte de la opinión pública la culpabilidad de éste en su intención de intercambiar ayuda militar a Ucrania por una investigación de las autoridades de ese país contra Joe Biden y su hijo, para mermar la campaña demócrata el próximo año.

Embajadores, asistentes de funcionarios y analistas en asuntos de Seguridad Nacional confirmaron que Trump presionó a Volodímir Zelenski. El republicano no ha tenido un solo argumento contundente en su defensa. Nada que no sea su clásica verborrea: sus tuits, en los que fanfarronea sobre su popularidad, que anota en el 51%, o el gran trabajo que ha hecho, “como un antes en la historia de su país”, según afirma; o imprecisiones a nombre de los involucrados en el caso y descalificaciones de quienes acudieron a testificar a la Cámara de Representantes. Tampoco ha logrado desviar la atención con ninguno de sus temas favoritos: muro y guerras comerciales. Nada ha apagado un escándalo que se ha antojado incapaz de llevar a Trump a su destitución; aunque cumplirá un papel protagonista en la campaña electoral en la que aquél buscará la reelección.

Aunque no hay fecha definida para la primera votación de cargos, todo apunta a que será antes del 1 de enero. Una amarga Navidad, decimos, porque con esto Trump se estaría convirtiendo en el Presidente más cuestionado en la historia de Estados Unidos. Un papel mucho muy lejano al que desea ocupar.

Ninguno de los tres presidentes que han sido objeto de un proceso de impeachment han estado bajo el reflector en la manera en que Trump sí, addendums de la era tecnológica. Richard Nixon aceptó su culpa y renunció a la presidencia por el escándalo de Watergate, pero como mera estrategia para evitar la exposición que le daría estar en el banquillo de los acusados. Trump es demasiado orgulloso para hacer lo mismo. Y aunque será difícil que llegue a aquel banquillo, sin duda recorrerá la campaña electoral con todas las dudas sobre su espalda. Y no es que hagan falta para convencer al mundo de su capacidad política.

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