Estimado Presidente:

No está solo. Es usted un líder que goza del apoyo de muchos mexicanos y, ¿sabe?, le confieso que, tras mi contagio (hace ya varios meses), sin darme cuenta, el aislamiento y la pausa obligada me llevaron a un ejercicio de introspección y autocrítica (si yo le contara, Presidente, de las decisiones que tomé en esos 15 días... Lo único que sí le cuento es que fui valiente y contundente para corregir —o desterrar— algunos aspectos de mi vida que llevaban años atorados por mi necesidad de demostrarme a mí misma que sí podría hacer que funcionara algo que no había funcionado desde el primer día) ... Usted dijo alguna vez “es de sabios cambiar de opinión”; el contagio a casi todos nos ha obligado a hacerlo en más de una pista de nuestras vidas...

Por eso, ahora que regrese a sus conferencias mañaneras, tendrá la oportunidad decirles a ellos, a quienes lo han seguido incondicionalmente, pero también a quienes no hemos estado de acuerdo en todo con todas sus decisiones, que estamos a tiempo de redireccionar el rumbo del país, de mirar hacia un horizonte donde quepamos todos. De hacer un solo baile, coordinado y en unidad, si queremos salir bien librados de ésta. Un llamado a la unidad urgente. Los mexicanos deseamos lo mejor para el futuro, de manera personal, pero también de forma colectiva. México atraviesa un luto colectivo sin precedente: ayer llegamos a los 150 mil mexicanos fallecidos. Qué importante será que pueda acompañar a todos los que le han acompañado a usted (y a los que no también, porque son igualmente sus gobernados y también han perdido seres amados). Qué importante será que usted esté sano, pero también velando por que todos lo estén.

Estoy segura de que estos días le permitirán ver a la pandemia desde otra dimensión, desde otro ángulo y, repito, cuenta con ese bono que pocas personas en la historia reciente de México pueden presumir: y que hoy se traduce en esa preocupación generalizada por su recuperación, los deseos de que mejore, porque lo que le suceda a usted afecta al país, y a este país lo amamos todos. Por ello, incluso los expresidentes Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón le desearon mejoría en su salud; por ello también Claudia Sheinbaum reconoció este gesto.

La última vez que usted y yo nos vimos, Presidente, fue aquella tarde de mayo de 2018, en Tijuana, en el segundo debate presidencial que tuve el honor de moderar. Ahí, entre otros tantos temas, hablamos sobre los muros, pero no los de la frontera, sino los que se levantan entre mexicanos. Hoy, tiene usted la oportunidad de derribarlos, de llamar a la unidad, de hacernos entender que este contexto de pandemia sólo podremos superarlo si miramos todos hacia el mismo horizonte. Sólo podremos salir adelante si la meta, a pesar de las diferencias, es compartida. A casi un año, Presidente, en la sociedad mexicana y en la del mundo, urge un mensaje de reconciliación. Hemos visto lo que la división estuvo a punto de provocar en el país vecino, aquella democracia que siempre lució tan sólida.

Aquí hay miles de vidas que merecen ser honradas y millones más que merecen ser salvadas. La única manera de hacerlo es redirigiendo el camino, trazar uno que nos permita reencontrarnos: los deseos por su recuperación pueden ser ese banderazo de salida. Mejórese pronto, Presidente. De todo corazón, así lo deseo.