El encuentro

“Decidí venir porque, como ya lo expresé, es muy importante la puesta en marcha del tratado, pero también quise estar aquí para agradecerle al pueblo de Estados Unidos, a su gobierno y a usted, presidente Trump, por ser cada vez más respetuosos con nuestros paisanos mexicanos...”, sentenció López Obrador.

Fue su oportunidad para subrayar temas necesarios: la importancia de la actividad comercial de la región y que fueron motivo de la negociación con Estados Unidos y Canadá; lo urgente porque las cadenas productivas no se rompan, menos tras un escenario como el que atravesamos ya por la pandemia y sus inevitables consecuencias que se anuncian en terribles pronósticos para final de año. Pero también logró poner al frente la importancia de las relaciones basadas en el respeto: no sólo del que debe existir entre gobiernos, sino también del que debe ponderar al interior de cada país y de cada Presidente con los habitantes de sus respectivos pueblos.

“Como es sabido, América del Norte es de las regiones económicas más importantes del planeta. No obstante, nuestra región es, inexplicablemente, deficitaria en términos comerciales …”, unas de las primeras líneas que le escuchamos a López Obrador en su primer mensaje desde la Casa Blanca. El Presidente de México supo encender a Trump. Le picó la cresta al recordarle lo importante que alguna vez fue la región y el rezago posible. El mensaje preciso para, quien, en primera instancia, es un hombre de negocios al que no le gusta perder.

Ambos mandatarios trazaron perfectamente la ruta por la que conducirían su encuentro. En los dos mensajes que dieron a medios, donde no aceptaron preguntas de la prensa, no se limitaron en halagos. Se hablaron a la cara, se soltaron mensajes entre líneas con sutileza, pero también le hablaron a quienes los escuchaban. López Obrador, a los mexicanos aquí y allá; Trump, a sus seguidores, aunque con más tesón, a quienes han llevado la cuenta de sus tantos agravios previos, a la comunidad mexicana y latina.

“Estamos conmovidos de que su primera visita al extranjero sea a Estados Unidos, es un honor que haya sido a la Casa Blanca, nunca nuestra relación había sido tan estrecha y cercana. Nuestras relaciones se basan en la confianza y en el respeto mutuo…”, dijo el presidente de Estados Unidos. El cuento fue para Trump el giro que necesitaba para su campaña rumbo a la elección de noviembre próximo, donde se jugará su permanencia en la Casa Blanca: esa postal junto al mandatario mexicano es una jugada mucho más actual que la del candidato demócrata, Joe Biden, quien sólo alcanzó a recordar en Twitter los calificativos que Trump lanzaba en 2016.

Ambos hicieron una apuesta. Por lo pronto, el juego salió bien, el resultado es por el que aguardamos: Trump no tiene la elección ganada y si su permanencia en la Casa Blanca no se concreta, López Obrador no tendrá otra que reconstruir una relación con los demócratas que esta vez, como en 2016, solo fueron espectadores, porque de la relación con quien sea que gobierne EU depende tanta actividad económica en nuestro país.