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Ecuador

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

Dos semanas. Casi a dos semanas de que Ecuador se sumó a esa ola de países en el mundo donde las protestas dictan la agenda diaria, donde los gobiernos deben administrar también la ira. Y como resultado, la incertidumbre.
Las autoridades designadas por Lenín Moreno aseguran que, en estos once días, tras las varias movilizaciones, sólo registran dos muertos; sin embargo, las organizaciones indígenas afirman que van 5.
Y con ellos, 122 heridos, casi 800 detenidos, un toque de queda, paro de labores y clases, llamados al diálogo y desmentidos.

“Ya tenemos primeros buenos resultados con respecto al diálogo...”, afirmaba Moreno en sus redes sociales. Un torpe intento para calmar la tensión social.
Torpe, porque de manera casi inmediata, quienes han estado en las calles negaron tales acuerdos.

Las movilizaciones comenzaron tras el anuncio de medidas económicas el pasado 1 de octubre; después de ver la respuesta de las autoridades, éstas escalaron a la exigencia de renuncia del mandatario.

La eliminación del subsidio a los combustibles vigente por 40 años, el motor.
El precio del diésel aumentó 123 por ciento.
El argumento de Moreno: la deuda adquirida en marzo con el Fondo Monetario Internacional por un monto de 4 mil millones de dólares.
A nadie le gustan las deudas, menos aún, la pérdida de subsidios, peor aún en materia energética. Éste fue un verdadero gasolinazo en Ecuador.

Los primeros en reaccionar fueron los transportistas, pero las movilizaciones se intensificaron cuando se sumaron movimientos indígenas, ambos grupos aseguraron que las medidas económicas que entraban en vigor sólo servían para empobrecer al pueblo, a las mayorías.
El enojo subió de tono y los enfrentamientos entre ciudadanos y policías aparecieron el 3 de octubre.
Fue entonces que el gobierno decretó estado de excepción y cambió temporalmente su sede de Quito a Guayaquil.
El caos, desde entonces, es elemento cotidiano. Tanto que, además, desde el pasado martes se anunció toque de queda en zonas cercanas a edificios federales.

Lenín Moreno, ¿a qué nos suena?, responsabiliza de estos movimientos a su antecesor, Rafael Correa.
También le adjudica parte de ello a Nicolás Maduro.
Y, aunque el exmandatario y el presidente venezolano han negado tener algo que ver, este discurso se ha vuelto la salvaguarda de Moreno.

Sólo le ha restado aceptar la intervención de la Organización de las Naciones Unidas para la contención de su pueblo.
Hace un par de días, los enfrentamientos subieron de tono en el campus de la Universidad Politécnica Salesiana.
El incidente motivó que autoridades prometieran que este nivel de respuestas no volvería a repetirse, pues no tienen ninguna justificación. Sin embargo, al momento no hay ningún otro avance en el conflicto.
Los llamados al diálogo son ignorados por los manifestantes.
Los indígenas continúan liderando las movilizaciones. Ayer de nuevo llegaron a la Asamblea Nacional.

En Ecuador, como en Argentina, los ciudadanos están cobrando la factura a sus representantes en el gobierno, quienes adquirieron deudas impagables o que en ellas endosaron su futuro.

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