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De regreso a la 5ª. Avenida

Yuriria Sierra

Yuriria Sierra

Nudo gordiano

Se acabó. Oficialmente se acabó. Era un trámite necesario y con él se terminan las vías para que Donald Trump se aferre a la narrativa del fraude electoral. Y aunque sabemos que no dejará de repetirla hasta el último día de su mandato, ya no tiene opciones para dar un golpe, por leve que sea, al proceso electoral. Ya votó el Colegio Electoral. Joe Biden será el próximo presidente de Estados Unidos. Veremos al demócrata jurar sobre la Biblia en el día de la inauguración, el próximo 20 de enero, pero, mientras eso sucede, estará Trump para recordarle al mundo por qué su salida de la Casa Blanca es una noticia que se recibe como aliento.

Este lunes, mientras se validaba la elección, Trump siguió con su agenda. Celebró el inicio de la vacunación en Estados Unidos, casi como si fuera mérito suyo; pero también informó en Twitter que el fiscal que él designó, y quien dijo hace un par de semanas que no encontró elementos para hablar de fraude electoral, dejará su cargo.

“Acabo de tener una reunión muy agradable con el fiscal general Bill Barr en la Casa Blanca. Nuestra relación ha sido muy buena, ¡ha hecho un excelente trabajo! Según la carta, Bill se irá antes de Navidad para pasar las vacaciones con su familia...”, detalló el todavía presidente. Uno de sus aliados que no alimentó la historia de la elección amañada se va como se fueron otros tantos colaboradores de Trump, quienes no merecieron una conferencia o un mensaje conjunto, se van al ritmo de un tuit.

Trump confirma que regresará a Nueva York con más enemigos que aliados y con el peso de una derrota ampliamente documentada. No sólo fue la elección del 3 de noviembre pasado, fueron también, una a una, las varias decenas de impugnaciones que promovió y que fueron rechazadas en dos distintos tribunales donde fueron presentadas. No procedió uno solo de los intentos por echar abajo los resultados avalados ayer por el Colegio Electoral. Se va. Su sueño, convertido al resto en pesadilla, no duró más de cuatro años.

 

Aunque hay señales sobre lo que le espera en el futuro, como una posible candidatura en 2024, la administración de Biden tendrá toda la mesa puesta para encauzar la agenda de EU y sepultar los tumbos y malas decisiones tomadas por Trump, como ya lo está anunciando en asuntos como el manejo de la emergencia sanitaria o la climática. Aunque también están esos trascendidos que señalan que Trump prepara un 20 de enero con eventos alternos, lo cierto es que, como sucede cada que alguien deja posiciones de poder, su convocatoria no volverá a ser la misma. Cuántos republicanos habrán tenido que callar o voltear para otro lado ante posturas o declaraciones del aún mandatario. A partir de que la fórmula Biden-Harris esté al mando, se van a desenmascarar las enemistades que Trump acuñó en cuatro años de gobierno. Será difícil que se reviertan y le abran una nueva posibilidad en el futuro. Se va. Finalmente, Trump se va.

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