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Los invisibles

Víctor Manuel Torres

Víctor Manuel Torres

CUARTO DE FORROS

Una claridad blanquecina domina la imagen. La chica es una mucama de algún hotel mexicano que está en cuclillas al costado de una cama y con una plancha eléctrica que alisa, con vapor, las blanquísimas sábanas. Ella misma tiene un atuendo en el que la albura predomina: pantalón y blusa de manga corta, zapatos de suela plana perfectamente limpios. El pelo recogido, hecho un chongo. Ella trabaja.

La fotografía anterior, en la que la luz abunda, contrasta con ésta: un señor cuya edad raya en los 60 es captado en un amplio pasillo del hotel Westin de la Ciudad de México. Su atuendo de trabajo es oscuro, impecable. Es un mesero con aspecto de capitán. Negra la corbata, negro el elegante chaleco y negro el babero que le cubre de la cintura hasta las espinillas. Su rostro es duro, enjuto, pero en su trabajo debe ser amable. En su cotidiana labor constata la opulencia. Él, de alguna manera, es parte de ella, pero no la detenta. Cuando trabaja, nadie lo mira, todos le piden algo.

Estas instantáneas forman parte de un proyecto visual del artista mexicano Benjamín Alcántara, denominado Los invisibles, y cuyo propósito, según veo, es forjar conciencia sobre el trabajo de las personas que nadie ve, pero cuya tarea es esencial. Por la lente de Alcántara, cuya obra puede verse en la página www.benjaminalcantara.com y en su cuenta de Instagram, pasan y posan afanadores, personal de limpieza, albañiles, barrenderas, peones, cargadores, cocineras, vigilantes, cuidadores, meseros…

Ellos son los invisibles, los que están al margen, los inadvertidos, los imperceptibles; pero también los esenciales, los que conforman el alma de un mecanismo laboral mal pagado, pero indispensable. Son los que están “sin estar”, los que pertenecen a una zona velada, discreta.

En su página web, Alcántara ha dicho: “Me siento cercano a la antropología visual, ya que gran parte de mi trabajo se ha centrado en retratar a ‘esos otros’, diferentes y semejantes en diversos ámbitos de la vida cotidiana alrededor del mundo”. Y noto verdad en ello, noto una preocupación genuina que es muy evidente a través de las imágenes. Repaso las fotos y pienso que el cometido de Alcántara se ha cumplido: ha logrado visibilizar a los invisibles. Les ha otorgado dignidad, los ha sacado, aunque sea por un momento, de esa sociedad que rechaza tajantemente su clasismo, pero que lo ejerce con vehemencia todos los días.

Una conclusión categórica arroja la labor empeñosa del fotógrafo: fuimos, somos o seremos, en alguna circunstancia, los invisibles de alguien más. No estaremos para los ojos de algunas personas. Pasaremos desa-
percibidos. Seremos fantasmas.

EUROPA PUEDE

El diario español ABC informó que el martes pasado se inauguró el I Congreso Internacional de la Armada española de 1588 y la Contra Armada inglesa de 1589, que cerró anteayer en el Museo de Arqueología Subacuática de Cartagena. Se trató de un encuentro global, en el que investigadores, la mayoría británicos e hispanos, analizaron los descubrimientos arqueológicos y documentales más recientes respecto a hechos que sucedieron hace más de cuatro siglos. “Nos reúne el deseo de hacer historia. Estamos ante uno de los casos más claros de alteración consciente de los hechos que ha sufrido la humanidad. No sólo en el sentido de esconder la verdad, sino de contar algo distinto a la realidad”, dijo Iván Negueruela, director del museo. Me alegra que haya naciones que revisen su pasado y ajusten cuentas con él. Por cierto, en España –y también el martes pasado– la agencia EFE dio a conocer una noticia no menos sorprendente. Su presidente, Fernando Garea, quiso zanjar “una deuda histórica” y homenajear a los exiliados y vencidos de la Guerra Civil (1936-1939), a quienes pidió perdón por ignorarlos y no ocuparse de ellos hace 80 años, cuando la agencia era un instrumento de propaganda franquista. Celebro el pundonor institucional de EFE, que conlleva una gran responsabilidad histórica.

 

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