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Una pandemia y dos campañas

Víctor Beltri

Víctor Beltri

Nadando entre tiburones

“Estados Unidos ayudará a México, y ellos nos reembolsarán en otro momento, cuando estén preparados para hacerlo”, afirmó el presidente norteamericano. “Podría ser, incluso, de forma diferente”, añadió —con una sonrisa— en el contexto de las negociaciones para disminuir la producción petrolera, el pasado 10 de abril.

Trump sabía lo que necesitaba. Conforme avanzaba la crisis, y seguía afectando a la economía, sus probabilidades de reelección disminuían. El 24 de marzo había tratado de abrir el debate para la reapertura económica, con resultados negativos ante su propuesta de reiniciar el 12 de abril, y la actividad en los sectores considerados como esenciales se veía interrumpida debido a la integración con cadenas de suministro en nuestro país: tan sólo un día antes, el 9 de abril, una empresa fabricante de respiradores había sido clausurada en Tijuana, al mismo tiempo que una docena más de maquiladoras de todo tipo tras el aumento en los contagios entre trabajadores.

El 11 de abril, los datos del programa Centinela dejaron de actualizarse, y el 13 de abril Hugo López-Gatell confirmó lo dicho el 20 de marzo, en el sentido de que el impacto de la enfermedad comenzaría a diminuir en el transcurso de julio y agosto, para descender considerablemente en octubre.

“Hay que prepararnos para una epidemia larga que se puede prolongar hasta octubre”, afirmó el 13 de abril. El 16 de abril, Donald Trump señaló como fecha de reapertura de la economía norteamericana el 1 de mayo, al tiempo que López-Gatell anunciaba que la contingencia no se alargaría hasta octubre, sino que señaló, con precisión, la fecha del 25 de junio para el fin de la pandemia. Al día siguiente, 17 de abril, Trump accedió a la venta de ventiladores para México, en una llamada telefónica con el presidente López Obrador, quien, el 20 de abril, anunció una posible visita a Estados Unidos, y China, en agradecimiento por su apoyo en momentos difíciles.

La situación en las maquiladoras empeoraba, mientras tanto, y las huelgas en las maquiladoras estallaban a la par de los contagios. “Hemos descubierto lo dependientes que somos en lo internacional”, declaró, el mismo 20 de abril, Ellen Lord, la subsecretaria de Defensa de EU para Adquisiciones y Apoyo, al describir la integración entre las cadenas de suministro. “México, en este momento, es un poco problemático para nosotros”. El fatídico 20 de abril en que cayeron los precios del petróleo.

El 21 de abril, el embajador norteamericano declaró, en Twitter, estar “haciendo todo lo que puedo para salvar las cadenas de suministro que se crearon a través de las últimas décadas. Es posible e imprescindible cuidar la salud de los trabajadores sin destruir esas cadenas. La integración económica de Norteamérica exige coordinación”. El 28 de abril el gobierno de Baja California ordenó la reapertura de 40 empresas, a pesar de que la situación sanitaria seguía empeorando. “Podría ser, incluso, de forma diferente”, había dicho Trump.

El viernes 1 de mayo, López-Gatell anunció que el pico sería aun antes de lo esperado; el 4 de mayo afirmó a Reuters que estamos ganando la batalla. En EU, un estudio utilizado por la Casa Blanca —filtrado por The New York Times el 4 de mayo— predijo que, de reabrirse la economía en los términos de Trump, la cifra de muertes sería casi del doble a lo estimado inicialmente. “Es posible que haya muertes”, dijo Trump. “Pero son unos guerreros”.

En México casi no se habló sobre las nuevas cifras. El 6 de mayo, el tema fue una posible investigación sobre Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray; el 7 de mayo, el involucramiento de Felipe Calderón en el caso de Rápido y Furioso.

El 8 de mayo, los principales diarios del mundo cuestionaron la confiabilidad de las cifras reportadas por nuestro país, afirmando que vamos a ciegas. “Llama la atención la sincronicidad”, dijo López-Gatell. “Enviaremos una nota diplomática por Rápido y Furioso, y que nos digan si Calderón sabía”, expresó el Presidente. Un poco más tarde, el mismo 8 de mayo, el Departamento del Trabajo norteamericano anunció cifras de desempleo no vistas desde la Gran Depresión. “Espero que se hayan divertido investigándome. Ahora es mi turno”, expresó en sus redes el presidente norteamericano, mientras amenazaba a su predecesor. “Obamagate!”. La guerra de lodo, en los dos países, ha comenzado.

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