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¿Hasta qué huracán alcanzará el dinero?

Víctor Beltri

Víctor Beltri

Nadando entre tiburones

La crisis de la contaminación que —la semana pasada— literalmente asfixió a la capital de la República, sólo pone de manifiesto, una vez más, una realidad incontestable: la administración actual no tiene la capacidad suficiente, ni los recursos necesarios, para responder ante los eventos de crisis —de gran calado— que ha tenido que enfrentar.

Crisis que, en otras circunstancias, no sólo habrían comprometido la gobernabilidad del país, sino que pondrían en entredicho la viabilidad de cualquier gobierno: la muerte de la gobernadora de Puebla, las explosiones en Tlahuelilpan, la matanza de Minatitlán. Los absurdos de Santa Lucía, el Tren Maya, Dos Bocas. Los incendios, que sólo terminaron ante la llegada de la temporada de huracanes, misma que —de acuerdo con la Conagua— dio inicio el 15 de mayo pasado. Una temporada de huracanes, por cierto, fuera de lo común.

“Seis por arriba del promedio histórico”, informó la directora de la Comisión Nacional del Agua. “En el Pacífico ocho ciclones podrían ser tormentas tropicales, cinco alcanzarían la categoría de huracán 1 o 2 en la escala Saffir-Simpson, y seis categorías 3, 4 o 5. Mientras que en el Atlántico, el pronóstico es de seis tormentas tropicales, cinco huracanes categoría 1 o 2, y tres huracanes que podrían alcanzar categoría 3, 4 o 5”, precisó, de acuerdo con la página de Presidencia. 33 tormentas, en total. 33, y algunas de ellas bastante violentas: 2019 es un año de El Niño.

El fenómeno de El Niño genera —al mismo tiempo— vientos muy intensos del lado del Atlántico, lo que previene la formación de ciclones en esa zona, y temperaturas elevadas del lado del Pacífico, lo que incrementa la magnitud de los huracanes en esas costas. La temporada puede ser tan intensa como la del 2015, la última vez en que se presentó el fenómeno en nuestro país, y que trajo consigo a Patricia, el fenómeno más grande y temido de la historia.

Las cosas salieron bien con Patricia, sin embargo. Government’s handling of Hurricane Patricia is a rare bit of good news for Mexico, reconoció en su momento el influyente Los Angeles Times: Skies are clear, highways are flowing with traffic and airports across the western coast of Mexico are open. The official death count from the strongest hurricane ever measured in the Western Hemisphere: zero. El gobierno, en su momento, estuvo preparado.

Preparado, con la capacidad suficiente —y los recursos necesarios en el Fonden— para responder ante las crisis de gran calado. Recursos que se fueron ejerciendo conforme los desastres se presentaron, uno a uno, hasta sumar más de 46 mil millones de pesos en 2018, y 33 mil millones en 2017, los años en que se atendieron las consecuencias del sismo, o casi seis mil millones en 2016, cuando los recursos cubrieron las facturas de la visita más reciente de El Niño, y los huracanes del otoño de 2015.

Seis mil millones que apenas fueron suficientes en la última ocasión, y eso contando con un equipo experimentado que no tenía que preocuparse porque su trabajo colgara del hilo del humor presidencial; seis mil millones que parecen una bicoca frente a lo que tuvo que gastarse tras el terremoto de 2017; seis mil millones que son una fortuna frente a los 3.6 mil millones autorizados por el gobierno actual, recursos que se irán ejerciendo, uno a uno y con cada tormenta, hasta que dejen de ser suficientes. Pronto.

Seis huracanes más que el promedio histórico, la mitad de los recursos, personal sin experiencia. Un compromiso también, el 93º del 1º de diciembre: “Desde anoche entró en vigor el Plan de Protección Civil; el ABC para los casos de inundaciones, incendios, temblores y otros desastres”. No hay pretextos: las decisiones están tomadas, los planes establecidos, los recursos asignados. Todo por la administración actual. Los huracanes ya están aquí, pero los muertos no le corresponderán a Peña Nieto.

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