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Y el Presidente lo sabe, lo sabe

Vianey Esquinca

Vianey Esquinca

La inmaculada percepción

En el 2004, en un doble salto mortal con triple giro que la gimnasta Simone Biles envidiaría, Andrés Manuel López Obrador, entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal logró cambiar la conversación de corrupción de su secretario de Finanzas y su secretario particular hacia lo que consideró un compló en su contra, ideado por Diego Fernández de Cevallos y Carlos Salinas de Gortari.

A pesar de la gravedad de las acusaciones contra sus dos muuuy cercanos funcionarios, él pudo desmarcarse aduciendo una persecución política en su contra. Sí, pudo victimizarse llevando la discusión a otros ámbitos.

No fue la única vez que, aplicando la del corderito perseguido por el lobo feroz, se salió con la suya. Lo mismo sucedió cuando el entonces presidente Vicente Fox a través de la PGR le inició un proceso de desafuero en el Congreso de la Unión por violar una orden judicial. El tabasqueño logró que la sociedad se solidarizara con él y, gracias a la presión, la PGR decidió no ejercitar acción penal en su contra.

Seguramente, con estos antecedentes, el ahora Presidente buscó aplicar la misma receta para distraer la atención de lo realmente importante: la crisis de salud por el covid-19, que ha venido a acentuar los problemas financieros y de seguridad que atraviesa el país. Por eso, decidió “denunciar” un nuevo compló en su contra. El 9 de junio, en su mañanera presentó el nuevo plan de la mafia del poder reloaded.

Fue el coordinador general de Comunicación Social de Presidencia, Jesús Ramírez, el encargado de leer el documento que presentaba todo el maquiavélico plan de 7 cuartillas para derrocar al Presidente. Paréntesis aparte, debe reconocerse el temple de Ramírez para no soltar la carcajada a la mitad de la lectura.

¿Qué demostraba el documento?, ¿un plan de algún gobierno neoliberal para quitarlo del poder?, ¿la intervención rusa para manipular la intención de voto? ¿la llegada de grupos paramilitares para generar una revolución y un golpe de Estado? Neee. El famoso documento elaborado por el BOA (no la de la Sonora Santanera, sino el Bloque Opositor Amplio contra el Ejecutivo) era un listado genérico de actividades para derrotar a Morena en el 2021 y aprovechar la revocación de mandato —que el mismo Presidente impulsó— para que el tabasqueño dejara la Presidencia.

Si de por sí es sorprendente que el Presidente haya tratado nuevamente de presentarse como víctima, resulta increíble que quien ha vivido la mayor parte de su vida pública siendo candidato no sepa diferenciar lo que es un plan maquiavélico y diabólico de un listado de acciones obvias y un listado de buenos deseos para ganarle las elecciones al contrincante.

¿Conseguir aliados para sumarse al ataque del gobernante en turno?, ¡por favor! Eso es de primaria. Cuando él era perredista hubo alianzas con otros partidos para evitar que el PRI ganara posiciones. Lo más normal es que cuando un partido o grupo social por sí solo no logra mover o cambiar las políticas públicas busque aliados.

¿Lograr que líderes de opinión, influencers, medios nacionales e internacionales lo ataquen? ¡pero sí hay muchos que lo hacen gratis, sin necesidad de formar parte de un complot! Eso no significa que alguien quiera darle golpe de Estado, tan sólo es que no están de acuerdo con sus ocurrencias. El propio López Obrador ha dado la bienvenida a la crítica ¿por qué se asusta ahora? Y así el resto de las acciones diabólicas de la BOA.

En los días subsecuentes el Presidente dejó por la paz el tema del compló, seguramente porque se dio cuenta que en lugar de solidaridad lo que provocó fue risa. Si el Presidente quiere que no lo derroten deberá echarle ganitas y dar resultados, porque hacerse el perseguido ya no le queda.

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