Logo de Excélsior                                                        

Por los que nos faltan en esta Navidad

Ruth Rodríguez

Ruth Rodríguez

En el quirófano

Es sábado por la tarde, José comienza a tener problemas para respirar. Lleva cinco días que le fue diagnosticado, con prueba PCR, que tiene covid-19. Es diabético e hipertenso. Se enfermó porque en su trabajo le hicieron ir todos los días, a pesar de ubicarse en el sector de personas vulnerables. Uno de sus compañeros había dado signos de estar enfermo, pero siguió yendo a trabajar.

El viacrucis comenzó para José, nombre que adoptamos para evitarle problemas en su trabajo. El médico al que acudieron le pidió a su familia —que también se tuvo que aislar— que consiguieran un tanque de oxígeno o un concentrador de oxígeno para que se le apoyara en su respiración. La misión se complicó. Desde hace tres semanas hay escasez de equipos disponibles. Y los que había estaban muy caros, con precios de siete mil hasta 30 mil pesos.

A distancia, el resto de la familia comenzó a ayudar, mientras unos buscaban los equipos, otros comenzaron a buscar hospitales privados y públicos. Más de 20 hospitales y la respuesta era la misma: “no hay camas”. De las ambulancias ni hablar, cuando ya se tenía una, el costo era de más de 40 mil pesos por llevar a una persona de la zona oriente al sur.

El oxígeno tardó en llegar. Un tanque pequeño con el que se comenzó a estabilizar. Pero en cuanto se acabó volvió a tener problemas de oxigenación.

Finalmente, una esperanza, un lugar en un hospital público, pero había que buscar la forma de llegar en carro y de adaptar el automóvil con un hule para proteger a quien manejara. Y cuando eso pasó, José no quería ir por el temor a no salir de ahí y no volver a ver a sus familiares. En esta pandemia, muchos pacientes prefieren quedarse y mueren en sus casas.

No fue el caso de José. Lo atendieron en un hospital de la Secretaría de Salud. Lo estabilizaron y lo enviaron a su casa, en donde ya habían conseguido un concentrador de oxígeno.

Ahora está en recuperación. No ha salido. Su familia y él siguen luchando contra el coronavirus.

Pero la suerte de José no la tuvieron otros pacientes contagiados, los cuales no alcanzaron ni siquiera a tener atención médica, porque a los hospitales donde llegaron la respuesta fue que “no hay camas ni ventiladores, busque otro hospital”. Y, en el peregrinar, muchos fallecen en las ambulancias, en el área de urgencias hospitalaria o en sus casas.

Hay 118 mil 598 personas que no llegaron a Navidad porque fallecieron a causa del covid-19. Eso sin contar los 29 mil 189 que murieron con sospecha de coronavirus.

Además de los cien mil que fallecieron en este año por otras enfermedades que se vieron afectadas por la llegada de esta pandemia.

En esta temporada navideña tengamos presente que en los hospitales habrá gente intubada y que, mientras escribo esto y usted, querido lector, lo lee, algunas personas morirán en casa y otras estarán llegando a los hospitales, que están saturados, unas de ellas graves, al grado de que poco se podrá hacer por ellas.

Por eso, como sociedad, cooperemos para evitar la propagación del virus y que sean cada vez menos los que no lleguen al próximo año.

De mi parte, les deseo a todos mucha salud. Y un fuerte abrazo para todas las familias por los que nos faltan en esta Navidad.

 

ABATALENGUAS

Después de lo que publicó Natalie Kitroeff en The New York Times y de escuchar al subsecretario Hugo López-Gatell, lo único que queda claro es que el semáforo de riesgo epidemiológico covid-19 se maneja de manera discrecional y se puede truquear, creando supuestas camas que los pacientes y los médicos no ven en la realidad. Lo mismo pasó con cifras de las neumonías atípicas al principio de esta pandemia, que, al final, terminaron aceptando que se trataba de covid-19.

 

BAJO EL MICROSCOPIO

El nuevo Hospital General del ISSSTE, que se ubica en Tláhuac y que dicen que será el más moderno de América Latina, tuvo un mal inicio. En su primer día de operaciones circularon muchas denuncias en las redes sociales, mostrando a pacientes acostados en las sillas y exhibiendo falta de equipo y de médicos. Esperemos que haya sido una mala organización y la situación se corrija, por el bien de todos los que veían el lugar como una esperanza en medio de la explosión de casos por covid-19.

 

Comparte en Redes Sociales