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Insuficiencia renal crónica, el gran reto

Ruth Rodríguez

Ruth Rodríguez

En el quirófano

El gran “coco” en materia de salud de las administraciones pasadas y seguramente de la 4T seguirá siendo la atención de los pacientes con Insuficiencia Renal Crónica (IRC), cuya enfermedad no es cubierta por el sistema de salud público.

El argumento para no contemplar esta enfermedad en el sector público era que el dinero no alcanzaría a cubrir a todos los pacientes que tienen un grado de deterioro en sus riñones.

Se estima que hay 120 mil personas que están en una fase de grado terminal de esta enfermedad. Y la mayoría son personas en edad productiva, cuando en otras naciones, como Canadá, quienes padecen este mal se ubican en edades superiores a los 60 años de edad.

La decisión de si se va a atender en las instituciones del sector salud a quienes padecen esta enfermedad ahora está en manos de las autoridades de la 4T. Esa es hoy la realidad en México. Si alguien padece esta enfermedad, por ejemplo, y no tiene IMSS, su probabilidad de morir es de 80 por ciento en el primer año del diagnóstico. Pero aun si tienen IMSS, su probabilidad de morir en este lapso es de 40 por ciento, porque obtener un trasplante en el instituto es muy difícil por sus protocolos burocratizados y porque los que llegan a hemodiálisis son verdaderos sobrevivientes, ya que la mayoría de quienes pasan por periodos largos de diálisis peritoneal mueren por infecciones.

Es tan grave el problema que Rafael Valdez Ortiz, responsable del área de Nefrología del Hospital General de México y profesor de medicina de la UNAM, considera que la mayoría de los diabéticos terminará con problemas en los riñones, enfermedad que está entre las cinco primeras causas de muerte entre los mexicanos.

Y si a eso se le suma que el panorama es el mismo que en muchas enfermedades: diagnósticos tardíos, falta de capacitación a médicos de primer nivel, nefrólogos con deficiencias en los medicamentos inmunosupresores, pocos cirujanos para trasplantes (actualmente hay mil 200 nefrólogos para toda la población).


 ABATELENGUAS

Con la desaparición del Seguro Popular, que fue ratificada la semana pasada, y con la creación del Insabi, se creará un Fondo de Salud para el Bienestar, un fideicomiso público sin estructura orgánica. De acuerdo con el responsable de este nuevo instituto, Juan Antonio Ferrer, los 40 mil millones de pesos con los que comenzará alcanzará para cubrir no sólo las 66 enfermedades catastróficas, sino todas las que no cubría el Seguro Popular. Para él, es suficiente el dinero porque se está atacando el principal problema, que es la corrupción. Ojalá que ya hecho cuentas, no vaya a resultar con que le salieron mal y deje descubiertos padecimientos que ahorita están protegidos, o por lo menos garantizados hasta diciembre.

 

 BAJO EL MICROSCOPIO

Durante la Semana del Riñón 2019, organizada por la Asociación Americana de Nefrología (ASN, por sus siglas en inglés) en Washington, el laboratorio AstraZeneca presentó los estudios de su más reciente medicamento roxadustat, que ayudará a combatir la anemia en los pacientes con insuficiencia renal crónica que, por lo general, es muy común en este tipo de pacientes en estadios avanzados, lo que evitará eventos cardiovasculares y un decremento del deterioro del riñón, que lo lleva a diálisis y hemodiálisis.

Lo bueno, este medicamento será lanzado en China a principios del 2020. Para ese mismo año será presentado para su aprobación a la FDA en Estados Unidos. La mala, en México podría llegar hasta después del 2022.

También presentaron los resultados de la terapia dapagliflozin, la que se llevó las palmas en este congreso, que es un medicamento del mismo laboratorio, que entró hace seis años a México, y hace que la persona diabética literalmente “orine azúcar” y no se quede en el riñón. Con ello se evita daño al órgano y reduce el riesgo de eventos cardiovasculares o insuficiencia renal crónica.

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