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Renuncio al Estado fallido

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

Hay que relajar los nervios, aligerar el estrés; el corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos. En 2011, la Fundación por la Paz declaró que México se encontraba en riesgo de convertirse en un Estado fallido, según el Índice de Estados Fallidos publicado en el mismo año.

La Fundación ocupó 12 indicadores para medir este fenómeno. En 2008, las peores calificaciones que tuvo México fueron en: desarrollo económico desigual, seguido por presiones demográficas y éxodo crónico y sostenido de la población.

En términos amplios, Estado fallido es aquel que pierde el control físico sobre su territorio o el monopolio legítimo del uso de la fuerza, según la Fundación por la Paz. Esta situación prevalece en varias zonas de nuestro país debido a la aplicación negligente de una estrategia de seguridad pública que —fuera de funcionar— agravó la situación en 2008.

En este año, varios artículos de medios nacionales e internacionales publicaban que “esta solución a corto plazo en la guerra contra el narco profundizó problemas a largo plazo”. Una historia que nunca se debió escribir dio materia al conservadurismo. El fuego contra fuego, el enfrentar a los hermanos, paisanos, a los connacionales, qué mala memoria. Pareciera que una minoría olvida lo que se calificó de Estado fallido: los 270 mil muertos no se olvidan, a los más de 70 mil desaparecidos sus familias los siguen buscando, los más de 30 mil huérfanos,  mil 500 sólo en Michoacán, nunca fueron atendidos; las viudas y viudos, los que aún lloran a sus amados, los miles de testimonios con remitentes mudos... es inconcebible.

Uno de los movimientos que intentó poner fin al problema fueron las autodefensas, en respuesta al mal uso de la “guerra contra el narcotráfico”. El movimiento tuvo mayor popularidad y se replicó en zonas de Tierra Caliente (2013). La primera respuesta ante las autodefensas fue perseguirlas —principalmente por posesión ilegal de armas—, después se decidió otorgarles el apoyo y negociar que el movimiento se “institucionalizara”, actualmente existe la Policía Michoacán, División Fuerza Rural.

Ahora vivimos una realidad ajena al cinismo, al “haiga sido como haiga sido” repulsivo. Hoy renunciamos al Estado fallido, aceptamos la realidad de la maldita herencia legada. De la frivolidad estúpida de botas de charol al grito de guerra sangrienta con olor a etilo.

Hoy reconstruimos la base social donde los estirados servidores públicos no se acercaron jamás, ajenos al pueblo, repulsivos al dolor. Ignorantes de pasión y amor por el prójimo.

Aún con sus fantasiosas historias difamantes, serán consumo de carcajada delirante. Nadie les cree nada.

Por ello renunciamos a todo lo que el Estado fallido fue. Hoy somos pueblo hecho gobierno, la soberanía constitucional emana de él. Así su mandato. Renunciamos al pasado.

 

 

 

 

 

 

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