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La ciudadanía de un gobierno correcto

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

                La sociedad ha venido a ser el más preciado bien
                del hombre. El aire puro es bueno, pero nadie
                quiere respirarlo solo. La independencia es buena,
                pero el aislamiento que exige
                en pago es un precio demasiado excesivo
.

           Benjamin R.Tucker.

 

Mañana, primero de septiembre de 2020, el presidente Andrés Manuel López Obrador emitirá su segundo informe al pueblo de México.

Para gobernar, el hombre debe aprender a gobernarse a sí mismo. Y eso significa que sólo quienes tienen autoridad moral pueden hacerlo.

En el México del periodo neoliberal, además de la recesión de 1932, sólo se han producido escenografías políticas llenas de simulaciones; los excesos del gasto gubernamental, el déficit fiscal, las devaluaciones, el creciente endeudamiento internacional y, por supuesto, la escandalosa y tóxica corrupción generalizada nos hizo cosechar desventura.

En 2009, México estuvo entre las 10 peores economías del mundo, según información del Banco Mundial. ¿Cuál fue el error? Que nunca los defensores del neoliberalismo han conocido la realidad histórica de nuestro país, la derecha ha significado un contrasentido para el desarrollo, nunca propiciaron incrementar el poder adquisitivo de la gente, el salario mínimo fue eso, de su ínfimo interés. Le dieron el mismo valor al bien que al mal.

Esos gobiernos se convirtieron en traficantes de influencias, promotores de accionistas de las empresas ávidas del patrimonio nacional. La ausencia de un gobierno correcto nos llevó al caos.

El gobierno de la Cuarta Transformación ha dispuesto en un hombre como proveedor de la sana administración, con orden y dirección a favor de todos.

La rectitud es una conducta correcta, qué mejor gobernante el que es estimado por la multitud de sus compatriotas, al procurar el bienestar de su pueblo y fomentar la paz para todas las generaciones.

Pero qué debe hacer la ciudadanía en consecuencia. La población tiene que emanciparse cada vez más, los que coinciden con el postulado de dignificar día a día nuestro país deben continuar la lucha por la transformación, no dejarse tentar por los cantos de sirenas.

Los apátridas siempre existieron en todas las civilizaciones, en México debemos darles un trato diferente, hay que enseñarlos a amar al país, no desterrarlos, son nuestra gente, pero están extraviados. Quieren pacificar con guerra, acabar con la corrupción con dádivas y moralizar sin legitimidad. Si existe voluntad de su parte, pueden dejar de ser moralmente derrotados y redimirse.

Todo es finito, pero lo inmortalmente inolvidable es el servir a los demás, quizá lo olvida quien lo hace, pero los beneficiarios nunca, ni sus generaciones; así es este México de hoy, digno, con templanza, firme, amoroso, ético y moral. Estamos orgullosos de nuestro gobierno y del presidente Andrés Manuel López Obrador.

“El hombre sabio no debe abstenerse de participar en el gobierno del Estado, pues es un delito renunciar a ser útil a los necesitados y una cobardía ceder el paso a los indignos”. Epicteto.

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