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El siguiente paso es la pacificación

Ricardo Peralta Saucedo

Ricardo Peralta Saucedo

México correcto, no corrupto

Casi década y media después del inicio de la fracasada guerra contra el narco, las consecuencias directas de esta estrategia de seguridad encabezada por el superpolicía a sueldo del narcotráfico y mano derecha del expresidente Felipe Calderón, Genaro García Luna, siguen presentes en una parte importante del territorio mexicano.

Las implicaciones sociales de que la persona encargada de nuestra seguridad y gran parte de su equipo cercano trabajaran para la delincuencia organizada fueron demoledoras para la credibilidad de ciertas instituciones mexicanas, y la colusión con estos grupos llegó a todos los niveles del Estado: policías municipales, policías estatales, fiscalías y hasta gobiernos, a pesar de los miles de mujeres y hombres valientes que se desempeñaron con patriotismo en estas tareas.

Tras el descrédito social generado por aquellos que, teniendo la más noble obligación de cuidar al pueblo, utilizaron su poder para negociar sus beneficios personales con los miembros de la delincuencia, no había otra alternativa que impulsar modelos institucionales diferentes para maximizar el potencial de quienes sí cumplieron su tarea con México, y ése es el principal legado de Alfonso Durazo al frente de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana: depurar y conformar un aparato de seguridad confiable, profesionalizado y respetuoso de los derechos humanos, como lo es la Guardia Nacional.

Sin esa transformación institucional fundamental hubiera sido imposible lograr avances tan importantes como cortar de raíz la tendencia desmesurada en el crecimiento de los homicidios. Y gracias a estos logros que hoy comienzan a restaurar esa ruptura que se produjo en 2006, comienza una etapa diferente: impulsar la pacificación del país con la presencia del Estado en todos los rincones de la patria, cuidando a la ciudadanía en el sentido más amplio de la palabra.

La cultura de la paz es la que debe prevalecer en nuestra nación. Una paz política y social que fomente la economía moral y el desarrollo humano en todos los ámbitos de la vida nacional.

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